Parte 3

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Después todo se volvió blanco de nuevo.

Me desperté sobresaltada, y no lo pude evitar. Lloré desconsoladamente, sentí una tristeza profunda, simplemente ya no podía más, era como si una parte de mi hubiera muerto, sentí que iba a vomitar en cualquier momento, no podía explicarlo, era como haber muerto, pero seguir estando viva, no sabía por qué lloraba realmente, por el shock, el chico muerto, nada tenía sentido...

—Mi amor ¿qué sucede? — Preguntó preocupada mi madre

—Yo... Yo... Es que... —Los sollozos no me dejaban terminar -Yo soñé que... —Sollozo— No puedo.. .—Sollozo—

—Solo fue un sueño mi amor, todo estará bien. —Me miró con cierta preocupación en su mirada.

Traté de callarme, no quería que mi madre se preocupara demasiado, no cancelaríamos este viaje solo por un estúpido sueño. Yo sabía que mi madre no podía entenderme, nadie podía, así que solo acallé mis sollozos que no pararon sino hasta que llegamos a nuestro destino, una media hora después...

Noté que nos encontrábamos en la entrada de mi casa, vivíamos exactamente en frente de la playa, la vista era espectacular, cada año lo único que esperaba era que llegue verano para venir a esta casa, hasta aquel accidente que lo arruinó todo...

Nuestra casa en la playa era de colores vívidos, amarillos, rojos y verdes llenaban la residencia de color. Esta casa siempre me encantó y me inspiró calidez, los diseños en madera, tan finamente hechos, la entrada con ese balcón con una hamaca, aquella hamaca en la que hace tantos veranos me había quedado dormida, aquella calidez y familiaridad ya no se sentía más, no tenía idea de que me ocurría, simplemente no sentía nada, era como un fantasma, el tan solo pensarlo me ponían aún más depresiva.

Me bajé del auto y me instalé en mi habitación, era una casa playera así que traté de hacer que mi cuarto luciera playero también, por lo que anteriormente había decidido decorarlo, habían pasado ya dos años desde que lo había hecho, y aún me gustaba. No pude acomodar mi ropa, un sueño que amenazaba con cerrarme los párpados en cualquier momento me atacó, así que me acosté en la cama. Y dormí plácidamente, al fin me sentí en completa paz, pero no por mucho...

Es tiempo...

La hora ha llegado.

Es hora de volver.

Trisha...

A la mañana siguiente, cuando desperté, no podía olvidar aquellas palabras con las que había soñado, ¿qué demonios significaba eso? ¿Quién era Trisha? Las preguntas no paraban de rondar por mi mente. Traté de dejar de pensar en ello y disfrutar un poco de mi estadía.

Me levante de la cama y metí mi ropa en los cajones de la cómoda, me duché, me puse unos shorts, una blusa ligera y mis sandalias y salí a desayunar.

—Buenos días dormilona —Saludó mi vivaz madre —Son las 11 ya, ven, te preparé el desayuno.

Ya en la mesa se encontraban fritos unos huevos revueltos, panes y jugo de naranja. La verdad es que no tenía mucha hambre pero no quería que mi madre notara lo mal que me encontraba, pero bueno, ella era mi madre y se preocupaba, y no podía evitar hacerlo, así que no me sorprendió que me preguntará acerca de lo de ayer.

—Así que... —Y allí iba... —¿Qué fue lo de ayer?, me refiero a cuando te pusiste histérica en el auto.

—Bueno ya lo sabes, soñé... ya sabes, con papá y... pues no pude evitarlo.

Bueno, en realidad esa era una buena mentira, pero el hecho de pensar en mi padre aún me hacía un nudo en la garganta. Había pasado ya un año, pero aún dolía, cada recuerdo de mi padre me llenaba de melancolía. Él había muerto en un accidente de auto mientras viajaba a comprar los regalos de navidad, solo que él nunca nos lo pudo dar; cuando mi madre me dio la noticia jamás había creído que hubiera sido posible sentir tanto dolor, pero así lo sentí. Había pasado meses llorando en las noches, así que mi madre se creyó lo que le dije, ella sabía lo duro que me había golpeado, aunque no solo a mí, a toda mi familia, desde entonces mi madre fue padre y madre para mí y mi hermano, ella era una mujer luchadora, y la amaba por eso.

—Te entiendo mi amor, pero tienes que dejarlo ir nena, papá está en un lugar mejor y estoy segura...-Se le quebró la voz—Estoy segura de que en donde quiera que esté, aun nos ama.

—Lo sé...—Dije melancólica.

Cuando terminaba mi desayuno salimos a recorrer la playa, mi madre se fue a visitar algunas tiendas, a ella le encantaba comprar; así que nos dejó a Jamie y a mi solos en la playa.

—Ok, mira —le dije a Jamie —Para andar conmigo y no terminar matándonos hay ciertas reglas. Regla  numero uno: Nada de coquetear con chicas mientras estés conmigo; Regla número dos: No te dirijas a mi frente a chicos guapos; Regla 3...

-Woooah —Exclamó Jamie —Solo voy a ignorarte lo que yo haga no es tu asunto, tu vive tu vida y no me jodas la mía.

—Pues mamá me dejó cargo de ti, así que respeta mis reglas o ve a la calle y que te atropelle un auto.-Exclamé ya mosqueada por el hecho de tener que aguantarlo.

—Mira creo que ya soy mayorcito como para andar teniendo que seguir tus estúpidas reglas. —Dijo Jamie furioso.

—Ya cállate

—Cállate tu...chiquillo.... —Lo siguiente que supe era que estaba encima de Jamie apunto de darle su merecido, pero de pronto algo o mas bien alguien, me jaló por atras, con una fuerza extraordinaria, volteé y quedé alucinada...

Era él, el chico de mi sueño...

The Key: UnknownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora