Parte 6

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Me desperté en mi cama, jadeando violentamente en busca de aire, lágrimas calientes rodaban por mis mejillas, el recuerdo de Jael disparando el arma me martilleaba el cerebro y una fuerte sensación de desconfianza me inundaba.

Lloré y lloré en mi cama por lo que parecieron horas. Solo quería que todo acabara, que esto fuera un sueño más y que esto parara. No sabía que creer, acaso Jael era peligrosa. ¡No! ella no sería jamás capaz de hacer eso, quizá estaba volviéndome esquizofrénica o algo así. Era mejor estar enferma de cualquier enfermedad a tan siquiera soportar la idea de que Jael, mi mejor amiga, casi hermana fuera capaz de hacer algo tan atroz.

Lloré y lloré hasta que me quedé dormida, aun con aquellos pensamientos y preguntas flotando en mi mente.

De pronto el sonido de mi puerta me despertó, alguien estaba llamando.

—¿Quién? —Pregunté con la voz ronca después de dormir.

—Soy yo —Gritó Jamie al otro lado de la puerta.

-Dame un segundo - Me imaginé que debía estar como zombi, así que entré al baño y me arreglé un poco, aunque no había mucho que hacer ante aquellas enormes bolsas debajo que esos ojos rojos que se reflejaban en mi espejo. Me mojé el rostro, peiné un poco mi cabello y salí.

—Dios pareces un demonio —Dijo Jamie mientras entraba sin permiso a mi habitación.

—Claro Jamie, puedes entrar —Susurré sarcásticamente.

Jamie se sentó en la cama y dijo: - Vístete nos vamos de fiesta.

—¿Qué? —Dije con la voz cargada de confusión

—Así como me has oído, vas a tener el honor de ir esta noche conmigo a la disco.

—¿A sí?, ¿a qué se debe tu gran muestra de bondad al invitarme a ir contigo?. —Pregunté con mi voz llena de sarcasmo

—Mamá dijo que si quería salir tenía que ser contigo —Farfulló molesto.

—Ya sabía yo que había algo detrás de esto.

—Bueno ya. Tienes que venir conmigo y punto.

—¿Por qué haría yo eso?, ni siquiera estoy de humor, así que tendrías que tener una muy buena causa para hacerme ir.

—Mimicha. —Fue todo lo que necesitó decir.

—Demonios - Maldije entre dientes. Mimicha era nuestra gata. Sí, "era", pues por accidente, (más bien por distraída), había dejado la puerta de la casa que da a la calle abierta y mimicha se había escapado, mamá se había puesto histérica, aún no superaba lo de mimicha, y el único que sabía lo de ella era Jamie, no podía darme el lujo de tener a mi madre castigándome mientras estábamos de vacaciones, incluso si me sentía como la mierda, así que hice lo más sensato que se me ocurrió.

—Ok, iré contigo —Acepté de mala gana

—Sabía que aceptarías, me amas tanto, no podrías resistírteme... —Cacareó Jamie

—Vístete, no puedes hacerme quedar mal, a pesar de que no pasaremos mucho tiempo juntos, tu solo serás mi tapadera para ir a la disco, luego te dejo y ya.

—Como sea —Puse los ojos en blanco.

Jamie salió de mi habitación y tuve que recurrir a todas mis fuerzas para tomar algo y vestirme, solo cogí unos vaqueros de mi armario, una blusa simple y un abrigo pues estaba haciendo algo de viento, me cepillé los dientes y salí.

Bajé a la sala y vi a mamá leyendo un libro en el sofá y a Jamie listo esperándome en el sofá.

— Y... ¿A dónde planean ir? —Preguntó mamá sin levantar la vista del libro.

—Ya sabes mamá, por ahí, a pasear por la ciudad —Respondió Jamie antes de que pudiera decir cualquier cosa.

—Nada de andar yendo a fiestas ni eso ok?, los quiero aquí a las 11 en punto, ni un minuto más.

—Ok, mamá —Respondimos Jamie y yo al unísono

Salimos de casa y el viento fresco golpeó mi cara, me acurruqué aún más con mi abrigo. Subí al auto lista para conducir

—Yo quiero conducir —Pidió Jamie

—No tienes edad aún. Qué pena me das —Me burlé yo

—Vamos, solo me faltan 2 meses.

—Pues aquí la que tiene 16 soy yo, y el que tiene 15 y no puede conducir eres tu. Así que... qué pena me das.

—Ufff, que pesada eres —Resopló Jamie.

Salí de casa y me dirigí a la sección en donde se encontraban la mayoría de las discotecas. En el camino no pude parar de pensar en lo que había pasado aquella tarde. Las imágenes llegaban y no paraban, los ojos se me aguaron un poco por el hecho de pensar en Jael, con aquella mirada fría y calculadora; me controlé rápidamente, no quería a Jamie molestando ni nada. Solo me dediqué a sufrir en silencio, con aquellas preguntas aún taladrándome la mente.

—Ya llegamos! —Gritó Jamie.

—Oh, lo siento, no lo noté. —Me disculpé.

—Dios, que distraída —Gruñó Jamie

Jamie y yo nos bajamos del auto.

—Bueno, llegamos —Suspiré—

—Nos encontramos a las 10:50, ¿que te parece? —Propuso Jamie

—Bien, no hagas nada estúpido, nada de emborracharte, no quiero mamá regañándome

—Ok ok —Dijo Jamie exasperado

Jamie tomó su camino y yo el mío. La verdad era que no estaba de humor para andar festejando nada. Pero igual y no podía volver a casa, en aquel momento preferí estar sola, así que me subí al auto y cerré las ventanas y las puertas puse música relajante. Había muchas preguntas y dudas en mi mente que no me dejaban en paz. Pero de todas las que me atormentaba había una que me estaba matando. ¿Quién era Yo?

Simplemente no tenía lógica, pues yo sabía perfectamente quién era yo. Mi nombre es Eideen Stevens, tengo 16 años, nací en Carolina del Norte, mi color favorito es el negro, mi mejor amiga es Jael, o al menos lo es lo que parece, mi padre murió, y tengo un hermano.

Pero algo faltaba solo que no sabía que era eso...

De repente la música de las discotecas penetraba mis oídos y simplemente no podía pensar en paz, así que decidí ir a una de esas discotecas y despejar mi mente, lo que era aún mejor pues estas estaban frente al mar y eran al aire libre.

Salí de mi auto le puse seguro y me dispuse a disfrutar una noche sin preocupaciones. Pero no fue así...


Bueno mis chicos este ha sido el capítulo de hoy, espero les haya gustado y continúen su lectura, no olviden votar y hacerme saber en los comentarios que es lo que les gustó más y lo que no, besos, los quiero mucho

The Key: UnknownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora