IXX

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Cuando Hannah abrió los ojos, lo primero que se dio cuenta fue que no podía moverse. Miró frenética a ambos lados, viendo a Scott a su lado. Unas tiras los inmovilizaban a ambos, a la altura del pecho y de los pies y si había algo que Hannah odiara era el no poder moverse. Hannah soltó un rugido y se zafó al instante, Scott le miró, sorprendido.

—Somos lobos, Scotty –dijo Hannah, guiñándole un ojo. Scott lo captó al instante y se libró de sus ataduras.

—¿Ahora qué?

—No lo sé, no es como si entrara a la mente de Stiles todos los días.

—Quédate atrás de mí –Hannah rodó los ojos.

—No, tú quédate atrás de mí. Si algo pasa, es mi deber protegerte.

—Atrás de mí, Hannah. Es una orden –Hannah suspiró resignada, Scott abrió la puerta y Hannah le iba a seguir cuando la puerta se cerró en su cara.

—¿Scott? ¿Scott? –La rubia intentó que el pánico no la invadiera, intentó hablarle por la mente pero era inútil. Entonces volteó, y se dio cuenta de que ya no estaba en la habitación del hospital. Estaba en un almacén abandonado, las paredes hechas de cemento y la habitación vacía. Y la vio.

Una pequeña versión de Hannah, con excepción que tenía los ojos verdes y el cabello dos tonos más oscuros: su hermana. Hannah no pudo evitar soltar una maldición al verla, parecía tan cercana y real. Olía como Liza solía oler, a coco y a días soleados. Se quedaron unos segundos viéndose, absorbiendo cada detalle el uno de la otra, cuando de repente la hermana de Hannah comenzó a incendiarse de la nada. Hannah soltó un aullido de dolor e intentó moverse, pero le era imposible, sus pies parecían estar pegados al suelo. Todo fue demasiado rápido, pero aun así, no creía que alguna vez pudiera olvidar lo que vio. Su piel comenzó a tornarse carbonizada, pasando del rojo al negro. Hannah estaba muda, ni siquiera podía hablar. Entonces Liza empezó a gritar.

—¡Hannah! ¡Hannah! ¡Hannah! –las lágrimas se resbalaban por el rostro de Hannah, queriendo apartar los ojos de las escena y aun así clavados en ella. Su hermana, su hermana pequeña, su responsabilidad. Cerró los ojos, clavándose las garras en las palmas de las manos, ignorando los gritos. Y tan rápido como empezaron, se detuvieron. La chica abrió los ojos, solo para darse cuenta de que no había fuego ya y en donde estaba su hermana solo quedaba una versión quemada viva de ella. Intento moverse, esta vez consiguiéndolo, y corrió hasta ella, apenas viendo por las lágrimas acumuladas en sus ojos.

—Hann, tienes que detener el dolor –dijo su hermana con voz rota, aunque Hannah apenas le podía distinguir, con el rostro desfigurado.

—Liza, no –lloriqueó Hannah –No me ha hagas hacer esto otra vez.

—Por favor, detén el dolor. Haz que pare –Hannah, sorbiéndose la nariz, asintió y sin querer ver, encajó las garras en el corazón de su hermana, sintiendo como se detenía.

Seguía llorando cuando lo escuchó de nuevo, a alguien gritando su nombre, tan fervientemente como cuando Liza lo había hecho. Entonces, alzó la vista y vio a Allison gritando su nombre, mientras las llamas consumían su cuerpo y tal y como antes, Hannah no pudo moverse de su lugar hasta que no quedaba rastro de lo que solía ser su mejor amiga, y al llegar a sus pies, ella solo podía suplicarle que terminara el dolor, que la matara.

Después de eso, fue Scott. Luego Lydia, Ethan, Melissa, Aiden, Kira, Peter, Derek... Hannah perdió cuenta de las lágrimas que había soltado. Y finalmente, cuando creyó que no podía más, vio al nogitsune. Era peor de lo que imaginaba, al tenerlo tan cerca, tenía la cara vendada y solo podía ver sus dientes y colmillos. Pero no eran como cualquiera que Hannah hubiera visto, eran afilados, largos y estaban juntos. A Hannah le recordaron a los de un depredador, de esos que están hechos para aferrarse a la carne y a destruirla con un mordisco. Hannah le miró, sin retroceder cuando se acercaba a ella.

Saving /Teen Wolf |running#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora