III

7.9K 310 14
                                    


Entré a mi departamento y lo primero que hice fue deshacerme de mis gastadas zapatillas deportivas que ya estaban causándome ampollas. Dejé mis llaves sobre la mesita marrón de la entrada y solté al pobre Jerry para que este valla a tomar agua.
Pegué un gran salto a mi cama, como cuando era pequeña y apagaba la luz y creía que un monstruo iba a comerme. Me causó tanto alivio tirarme a la cama que juro que estaba por quedarme dormida, hasta que mi timbre, ese maldito y asqueroso timbre, sonó.
Esperé unos segundos antes de abrir, si él que tocó fuera un vendedor, se iría, pero no. El timbre sonaba y sonaba. Conté hasta tres y con toda la flojera del mundo me levanté de mi hermosa y amada cama.
Mientras caminaba a la puerta me imaginaba que podía haber del otro lado de ella. Un Justin con flores y chocolates, Justin con un anillo, Justin con un perro, Justin con una sonrisa, Justin con traje, Justin. Tanto esperaba abrir la puerta y que esté Justin ahí parado.
Pero no fue así, del otro lado de la puerta estaba Matt con una sonrisa colgate de oreja a oreja. Matt es mi mejor amigo desde que llegué a Nueva York. Es un gay extremadamente pervertido. Habla todo el día de culos de hombres y tiene sueños perversos con Ricky Martin. Es demasiado gracioso escucharlo hablar y lo amo demasiado. Me ayudó con millones de cosas como un buen amigo y, si fuera hetero, créanme que esta tan bueno como comer pollo con las manos.

-Matt- Sonreí abriendo los brazos y dándole un fuerte abrazo

-Nena!- Gritó en un chillido agudo y me correspondió el abrazo- No tento tanto tiempo, pasaba para ver como estabas y...- Me observó de arriba a abajo- Te ves terrible

-Gracias por tu honestidad Matt- Sonreí con los labios pegados y cerré la puerta del departamento.

Puse la mesa con toda la comida que tenía en casa. La mitad de un pote de Nutella, wafles precalentados de el día anterior, una barra de chocolate amargo (odio el chocolate amargo más que las verduras), cereales de azúcar y yogurt.

-Que paso hoy nena?- Tomó un wafle y comenzó a masticarlo

-Justin esta en Nueva York- Dije con la mirada fija al mantel- Él quiere que le de una segunda oportunidad

-Es broma?- Comenzó a toser- Vas a hacer que escupa todos el wafle- Reímos- Que haces aquí? Por qué no estas yendo a las Vegas con el bombon canadiense para casarse?- Reí ante su comentario. Una de las mejores cualidades de Matt es poder hacerte reír por mas que hayas tenido el peor día de tu vida.

-Matt, no es tan fácil- Acomodé mi cabello- No puedo dejar todo lo que he construido estos años para estar con él, no soy la misma chica que era cuando estaba con Justin, ahora soy más, más precavida

-Precavida?- Comenzó a reír- Por favor _______, no tienes que dejar nada por él, vas a tener tu misma vida, sólo que, el galán va a ayudarte a salir un poco de tu rutina de mujer de cincuenta años- Reí- Nena, tienes diecinueve años, tienes que vivir.

-Tengo miedo Matt- Agaché mi cabeza- Siempre la que sale lastimada soy yo, no quiero pasar lo que sucedió el año anterior.

-Vas a dejar de hacer algo por miedo nena?- Comenzó a reír- No te voy a obligar a que digas que sí, porqué es tu decisión, quiero que elijas lo que te haga feliz, y que no te arrepientas de tu decisión.- Llevó su mano a mi mejilla y me la acarició.- Ahora debo irme- Se levantó de su silla

-Te acompaño a la puerta- Sonreí y me levanté.

     Despedí a Matt y me senté en el gran sillón café del living junto a Jerry. Pensaba en lo que Matt me había dicho, y él tenía razón. Estaba complicando una situación que en realidad no era tan difícil. Pero aún así, algo me decía que debía esperar un poco más. Todavía no me permitía olvidar lo que pasó ese último día que me había prometido nunca más recordarlo. Ese día que ocasionó cicatrices de por vida. El día en el que le tuve miedo, y dejé de reconocer a Biebs...
La imagen de ese día daba vueltas y vueltas en mi cabeza. Justin y yo veníamos hace varios días peleando y sin hablarnos. Volví a casa y abrí las cortinas para que él despierte ya que llevaba demasiado tiempo durmiendo. Una pelea agresiva comenzó a partir de ese momento

-No valoras nada Justin- Me agarré la cabeza- No ves a la cantidad de personas que quieren ayudarte

-Haber si me entiendes- Se acercó a mi agresivo- NO QUIERO LA MALDITA AYUDA DE NADIE- Gritó

-Estas enfermo Justin- Dicho eso, él apretó sus dientes y me pegó una cachetada haciendo que quede en el piso. Yo solo lo miraba y me tocaba mi mejilla, estaba esperando a que sienta compasión por mí y me diga un "perdón" pero no lo hizo, solo se quedó allí mirándome con la respiración agitada.

Recuerdo el miedo que le tuve ese día, me daba miedo que él pueda lastimarme. Ya no era Biebs, era una bestia consumida por el alcohol. Lo peor de todo era que le había prometido nunca dejarlo, pero no pude, no pude quedarme. Justin estaba en una burbuja, fría y agresiva, ya no era el mismo de el que me había enamorado.
Dejar mis maletas e irme ese día fue lo más difícil que había echo en mis diecisiete años. Yo lo amaba tanto, y él era tan frío. Recuerdo el sufrimiento, las ojeras, los potes de helado vacíos, pañuelos usados sobre mi cama, películas románticas, vidrios de cuadros rotos.

Nothing like us || Justin Bieber y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora