12.

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Me agarraba con fuerza al cuero del asiento debido a la velocidad a la que conducía Harry. Desde que había entrado en el coche, no había abierto la boca, y yo por si acaso hice lo mismo. No sabía si lo que diría podría empeorar aún más las cosas. Sus nudillos estaban destrozados, llenos de sangre. Pensar en lo que le había hecho a Connor me daba escalofríos.

Se detuvo en un semáforo. Cogí aire y me armé de valor.

-Harry...-pronuncié en voz baja.

-No hagas preguntas, hice lo que tenía que hacer - apretó el volante con fuerza.

Solté un pequeño suspiro y miré hacia mis pies. Me frustraba que ahora Harry se mostrase frío conmigo, pero me frustraba todavía más que fuese por mi culpa. Él había aparecido repentinamente en mi vida, y no iba a dejarle ir tan rápido.

-¿Me odias? - pregunté mientras el sémaforo se tornaba verde.

-¿Y eso a qué viene ahora? - arrancó.

-Sólo dilo, sí o no - exigí con desesperación.

Su respuesta no llegó al instante. Cada segundo que pasaba, mi corazón se aceleraba un poco más. ¿Y si decía que si? ¿Y si me echaba del coche? ¿Y si me decía que no quería volver a verme jamás?. Quería que todo eso fuese un mal sueño, que me despertara, y que Harry estuviese a mi lado con una resaca del copón, por la mañana, antes de que yo lo echara a perder todo. Pero eso no iba a suceder, porque esto era la realidad, y me estaba golpeando más fuerte que nunca.

-Las cosas han cambiado Maggie, deja de dramatizar todo - farfulló.

-¿Que las cosas han cambiado? - le miré, sintiendo muchas ganas de llorar.

-Sí, cosas que una niñata como tú jamás entendería.

Te has lucido Styles.

-Vale, ya se que la cagué, pero no tienes ningún derecho a...-me interrumpió.

-¿A qué? ¿A decir la verdad? - soltó, con total tranquilidad.

-Bien, estupendo, ¿y si piensas que soy una niñata que jamás entendería ciertas cosas, porque me hablas? ¿O porque me llevas en tu coche? - había levantado el tono de voz sin apenas darme cuenta.

-Porque me importas - respondió.

Mi mente se colapsó ante tal respuesta. El enfado se había apoderado de mi y se lo había preguntado sin pensar, pero lo que menos imaginaba era que me iba a decir eso. Empecé a jugar con el bajo de mi camiseta con nerviosismo, que sobresalía por debajo del abrigo. El coche se paró. Levanté la cabeza para descubrir que habíamos llegado a mi casa. Ahora no quería irme. Pero sabía que él si quería que lo hiciera. Le miré intentando despedirme, pero ninguna palabra brotó de mi boca. Salí del vehículo y me dispuse a caminar hacia la puerta de mi casa.

-Maggie, espera - dijo Harry, saliendo del coche.

Llegó rápidamente hasta mi lado. Me miró a los ojos por varios segundos, cogió mi cara con ambas manos y de un momento a otro, sus labios se encontraban sobre los mios. Eran suaves, y se movían lentamente, pidiendo que yo hiciera lo mismo. Mi pulso se aceleró, y mis sentidos se activaron. Cerré los ojos y me concentré en seguir aquel inesperado pero dulce beso. Pero duró menos de lo que creía que lo haría. De repente Harry ya no hacía contacto físico alguno conmigo. Abrí los ojos, haciendo que la felicidad que había sentido hace unos instantes se disipara por completo. El coche se puso en marcha, alejándose de mi.

Me toqué los labios, recordando los de Harry. Desearía haberle parado, decirle todo lo que sentía, besarle hasta desgastarle los labios. Pero no Maggie, tuviste que quedarte quieta como una boba. Me abracé a mi misma intentando defenderme del frio hasta la puerta de casa. Entré y lo único en lo que pensé fue en ir a dormir, había sido un día largo. Ya lo creo.

A la mañana siguiente, me debatí entre llamar a Harry o dejarlo estar. Opté por la segunda opción, ya que quería darle espacio y tiempo para pensar. El segundo día, ocurrió lo mismo, y decidí no llamarle, para no parecer desesperada. Al tercer día pensé que quizá estaría ocupado. Pero a partir del cuarto buscaba cualquier excusa para no tener que enfrentarme a lo que realmente me aterraba: que Harry me rechazara.

Después de varias batallas mentales conmigo misma, decidí dejar la cobardía a un lado y plantarme en el gimnasio esa misma tarde.

Me vestí con algo simple y me dirigí hacia el gimnasio, ese en el que había conocido a Harry, en el que le había visto liandose con una chica. Sí, el gimnasio.

Me adentré en él y atravesé las puertas que separaban la entrada del lugar de entreno. Cuando entré, el olor a sudor inundó mis fosas nasales. Una docena de hombres se encontraban en el recinto. Unos dándole golpes a algún saco, otros peleando entre ellos, o simplemente charlando. Pero mis ojos solo esperaban encontrar a uno. Y así fue.

Su torso estaba desnudo, como era de esperar, y vestía con unos pantalones negros de deporte. Inspeccioné sus tatuajes mil veces. Encajaban totalmente con él, únicos y misteriosos.

Mis mejillas adoptaron un color rojizo cuando su mirada de posó en mi. Bajé la mirada avergonzada. Tomé una bocanada de aire y me acerqué a él. Estaba apartado del resto, golpeando un saco.

-Yo...hola...-balbuceé.

-Has tardado - dijo dándole un fuerte golpe al saco.

Di un paso hacia atrás, por miedo a que el saco me diera a mi.

-¿Qué? - ladeé levemente la cabeza con confusión.

-Que has tardado en venir a mi - dejó escapar una sonrisa, mostrando sus dos hoyuelos.

-Deja el rollo de arrogante, ¿te parece? - espeté.

Provoqué que soltara una carcajada. La verdad, no entendía cuál era la parte graciosa de mi comentario. Dejó de golpear el saco para mirarme.

-Aún me quedan 15 minutos, cuando acabe hablamos. Puedes esperar allí sentada - señaló las gradas, en las que ya había estado sentada en otras ocasiones.

-Claro.

No quise darle demasiadas vueltas a lo que acababa de ocurrir. Me conformaba con que me volviese a sonreír otra vez. Quizá la otra noche cambió todo, y quizá esta era una nueva oportunidad para nosotros.

Me encaminé hacia las gradas y tomé asiento en la segunda fila. Mis ojos no se despegaban de Harry. Era de esas personas que puedes mirar durante horas y aún así no te cansas de hacerlo. No podría decir que Harry era guapo, no. Harry era más que eso. Sus cautivadores ojos verdes, sus suaves labios, e incluso su definida mandíbula le hacían perfecto, y por no hablar de su cuerpo. Pero si había algo que me gustaba de él, era su carácter. Impredecible, asi era él. Jamás sabias qué, cuándo o cómo iba a actuar.

Supe que el entrenamiento había acabado cuando todos se retiraron a los vestuarios. Al poco rato, Harry volvió bebiendo una botella de agua. Se acercó a mi y extendió una mano en mi dirección, invitándome a tenderle la mía. Por supuesto, acepté.

Salimos del gimnasio, y empezamos a caminar por la acera, sin rumbo. Realmente me gustaba. Me gustaba la idea de ir con él dados de la mano, caminando tranquilamente, como si fuésemos...algo.

Sentí mis mejillas arder cuando sus dedos se entrelazaron con los míos. Es increíble como un solo chico te puede causar miles de emociones en apenas unos segundos. Era un gesto tan simple pero tan intenso.

-¿Te gustó el beso? - preguntó.

Entreabrí la boca sin saber bien que responder. Si le decía que sí, probablemente me saldría con algún comentario fanfarrón. Pero otra parte de mi decía que dejaría salir al Harry dulce.

-Sí - respondí.

-Entonces espero que no te importe que lo repita.

Antes de que pudiese objetar, me besó lentamente, aunque yo no me negué. Y como dije antes, Harry es totalmente impredecible, algo que hacía que me volviese más adicta a él.

Hey Angel - Harry Styles *COMPLETA* *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora