e p í l o g o

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***4 años más tarde***

Había tenido una tarde muy ajetreada. Mi jefe, el señor Brown, me saturaba a trabajo. Por supuesto, yo no podía negarme. Al fin y al cabo, dependía de ese sueldo. Si hace unos años me hubiesen dicho que acabaría trabajando en una editorial no me lo habría creído. Para mí había llegado a ser una meta inalcanzable. Pero aquí estaba, trabajando en una de las editoriales más prestigiosas de la ciudad, algo que me había permitido alquilar un piso no muy lejos del centro. No era ni muy pequeño ni muy grande, simplemente perfecto para mí.

Cuando por fin fueron las 8, tuve que contener un grito de alegría. Salir de la oficina era lo que más me apetecía. Llegar a casa y hacerme un café mientras veía alguna película, la cual era muy probable que no acabara de ver, ya que sospechaba que el sueño acabaría venciéndome. Metí todas las cosas en mi bolso y, tras despedirme de mi jefe, me metí el ascensor, que me llevó directa a la planta baja del edificio. Saludé a las mujeres que se encargaban de la limpieza el mantenimiento y me dirigí hacia la salida.

Estaba a escasos metros de la puerta cuando una manó se posó en mi hombro, haciendo que mi cuerpo se paralizara por unos segundos. Me giré lentamente para identificar a la persona que había hecho ese escaso contacto físico conmigo, haciendo que se me helara la sangre. Al darme la vuelta me topé con unos ojos marrones que me sonreían. Tan solo se trataba de mi compañero Josh. Al ver que era él quien me había puesto la mano del hombro, dejé escapar todo el aire que había estado conteniendo. A pesar del tiempo que había pasado, aún me estremecía cuando alguien hacía cosas de este tipo.

Por supuesto, había estado yendo a terapia durante todos esos años. Las sesiones con la psicóloga podían llegar a ser demoledoras, ya que me hacía revivir la horrible experiencia que había cambiado, no solo mi vida, sino a mí misma. Había momentos en los que estaba a punto de darme por vencida, pensaba que quizás era algo irreversible, que tendría que aprender a convivir con ello. Pero tras muchos esfuerzos conseguí superarlo. Casi. No había vuelto a tener una relación con nadie, simplemente no podía. Y luego estaban estas pequeñas reacciones que hacían que me pusiese en seguida en alerta.

- Maggie, te llevo llamando un buen rato - dijo Josh entre risas.

- Sí, lo siento. Iba pensando en mis cosas y no te había oído.

- Oye, Lucas, Dinah y yo vamos a ir a tomar unas cervezas. ¿Por qué no te vienes? - sugirió mi compañero con una gran sonrisa.

- Te lo agradezco, Josh. Pero prefiero dejarlo para otro día - dije amablemente - hoy lo único que necesito es mi cama.

- Te entiendo. Este trabajo puede llegar a ser agotador, y más aún con un jefe como el señor Brown. Yo voto por no comprarle nada en Navidad - dijo provocando una carcajada en mí.

- Voto por ello. Bueno, pasadlo bien. Nos vemos mañana, Josh - me despedí de él y comencé a andar hacia mi coche.

Empecé a rebuscar en mi bolso, intentando encontrar las llaves. Siempre pasaba lo mismo, se quedaban al fondo del todo y nunca conseguía encontrarlas a la primera. Cuando llegué al coche, apoyé el bolsó en el capó. Maldije un par de veces. ¿Dónde estaban las dichosas llaves?. Un ruido detrás de mí, como de pasos, me sobresaltó. Me giré inmediatamente, pero no vi nada, ni a nadie. Seguramente el cansancio estaba empezando a hacer mella.

- ¡Ajá! - exclamé cuando por fin encontré las llaves.

Justo cuando las estaba insertando en la ranura de la puerta, sonó una voz a mis espaldas.

-¿Maggie?.

Conocía perfectamente esa voz. Podría distinguirla entre millones de personas. Se me paró el corazón. Estaba completamente bloqueada, no era capaz de moverme. No sabía qué hacer. Sabía perfectamente el rostro que vería si me giraba, pero no estaba segura de estar preparada para ese momento. Habían pasado muchos años desde la última vez que lo vi, demasiados. Hice todo lo posible para alejarme de él, para poder dejarle empezar una nueva vida. Borré su número, hice que todo lo que tuviera que ver con él desapareciese. Y ahora estaba ahí, a centímetros de mí.

No sé qué fue lo que me hizo girarme. Quizá valentía. Quizá curiosidad. Quizá la necesidad de verle después de todo ese tiempo. Lo había sido todo para mí, y yo para él, para que al final todo se fuese a la mierda. Cuando me di la vuelta vi lo cambiado que estaba. Llevaba el pelo corto, mucho más que antes, aunque podía apreciar sus característicos rizos. Le veía más adulto, más maduro. No llevaba esa chaqueta de cuero que tanto me gustaba en él, sino un...¿traje?. Fue entonces cuando sus ojos se encontraron con los míos. Esos ojos que tantas sensaciones me habían trasmitido, que tantas cosas me hacían hecho sentir. Seguían siendo iguales, pero, a diferencia de antes, transmitían serenidad.

- Harry... - no pude evitar reprimir una sonrisa.

Todos los recuerdos vinieron de golpe. Todos los momentos junto a él, tanto los buenos como los malos. Simplemente no podía creer lo que estaba pasando. No le había vuelto a ver desde aquella noche en la parada del bus. No había vuelto a tener noticias de él, ni quería. La razón por la que me fui de su vida era porque sabía que se merecía algo más. No podía arreglar un trauma que me correspondía a mí dejar atrás. Sé que aquel día le rompí el corazón, y probablemente lo había pasado tan mal como yo. Y ahora estaba ahí, mirándome. Una pequeña sonrisa se asomó por las comisuras de sus labios.

-Hola, ángel.

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Hey Angel - Harry Styles *COMPLETA* *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora