El jueves de esa misma semana era un pésimo día pero había que cumplir con el deber de igual manera.
Al llegar a Casa Amarilla, la tensión se podía sentir en aire; nadie reía, nadie hacia chistes, sólo se dedicaban unos "buenos días" y seguían su camino.
-Y esto es lo que provoca Arruabarrena.- musitó Arianna entrando a la oficina donde Paula realizaba sus masajes y Evelyn examinaba a los jugadores para realizar sus dietas.
-Va a ser mejor que nos mantengamos al margen de esto, no vaya a ser que nos echen.- murmuró Eve.
Todas estuvieron de acuerdo.
Apenas pusieron un pie fuera de la pequeña oficina, el rostro frustrado de Cubas fue lo primero que vieron. Él sólo las miró y siguió de largo, no esperaban menos.
-Voy a esperar a Nico en el estacionamiento.- avisó Candela y se retiró.
Arianna y Lucila caminaron hacia el campo de juego, era temprano y todavía no estaban los jugadores, aun así querían hacer su mayor esfuerzo, ya que un sólo error las haría perder el trabajo en estos dias donde el humor del CT no era el mejor.
-Espero que arranque la charla diciendo que se va.- musitó Lucila cuando vio al DT y ayudantes caminar hacia ellas.
-Buenos días.- saludaron al unísono.
Ellos sólo asintieron.
De a poco comenzaron a llegar los jugadores, con caras largas y arrastrando los pies. Los últimos en llegar fueron Erbes y Jara, que, a pesar de estar lesionados, participaban de todas las charlas previas al entrenamiento.
Las tres ayudantes de campo se mordieron la lengua para no insultar cuando Arruabarrena confirmó que seguía al frente del equipo, no les gustaba para nada la idea de seguir perdiendo cuando hay una copa por delante.
Apenas finalizado el entrenamiento y los turnos de trabajo, las once se retiraron en la camioneta de Candela, sin siquiera hablar con sus machos.
-No quiero hacer mas que dormir, dormir para no pensar en que seguimos teniendo a ese técnico horrible.- escupió Bri con enojo.
Gran parte del grupo apoyó su idea y se dedicaron a dormir después de almorzar, excepto Eve, quien tenia trabajo que terminar, y Anto que sólo hacia de apoyo moral.
-¿Que onda con Driussi?- le preguntó Eve sin quitar la vista de sus hojas.
-Nada, es un pelotudo.- alzó los hombros.
-¿No lo llamaste para preguntarle por qué te dejó plantada?- volvió a preguntar.
La correntina negó.-Ni en pedo, que se joda.
-Mh, por qué sera que tenes tan poco interés.
No le contestó, no hacia falta; Eve sabia bien que el único capaz de robarle el sueño a su amiga era el pibe de Boca.
El intercomunicador sonó a un lado de la puerta llamando la atención de ambas. La mayor se puso de pie y caminó hasta allí.
-Soy Leo, el administrador de hotel.
Ella fruncio el ceño pero aun así dio la orden para que este suba.
-Necesito que me entreguen el pago mensual, chicas, o van a tener que desalojar.
Ambas se miraron confundidas.
-¿Que? Nosotras tenemos una cuenta bancaria de la cual el edificio se descuenta el alquiler.- explicó Evelyn.
-Pues esa cuenta no tiene fondos desde finales de Diciembre, por lo que no recibimos el pego de Enero y tampoco el de este mes.
Las dos se miraron estupefactas, no podían creer lo que les estaba diciendo.
-Danos unas semanas para resolver todo, le prometo que vamos a pagarle todos estos meses.
-Cuarenta y ocho horas.- advirtió. Con su mano izquierda dejó unos papeles sobre la mesa de cristal y se retiró.
El par de chicas se encargó de despertar a sus amigas y ponerlas al tanto de la situación, pero la desesperación las venció y terminaron gritando en medio del living.
-Chicas, nos robaron todo lo que había en la cuenta que compartimos. ¿Que parte no entienden?- gritó Antonella.
-¿Que están esperando para llamar al banco? Tiene que haber una explicación.- Ari trató de conservar la calma.
Cande, una de las titulares de la cuenta, tomó el teléfono fijo y llamó.
-¡Como que una persona x fue a sacar toda la plata!- la escucharon gritar. -¡Esa cuenta tiene cuatro titulares y ninguno es ajeno a nosotras!
Ella dejó de gritar y le permitió a la persona del otro lado explicar que había pasado.
Finalmente, una hora después, Lucila se encontraba hablando con su papá para que le dé el número de un buen abogado a quien entregarle el caso y poder recuperar la plata cuanto antes.
-Esos papeles son fáciles de falsificar, pero aún así el banco deberá hacerse cargo si ganamos el juicio y se demuestra que ustedes nunca firmaron nada.- explicó el hombre de traje frente a ellas.
-¿Cuando seria el juicio?- preguntó Ari.
-Voy a hacer lo posible para que sea cuanto antes, pero no está en mis manos.
-¿Tendremos que estar presentes?
El hombre negó.- No es necesario, conozco sus testimonios y puedo representarlas en el juzgado yo mismo.
Lou y Luci lo acompañaron hasta la puerta y le agredecieron que haya estado ahí en cuanto lo llamaron. Apenas se fue, todas soltaron grandes suspiros.
-No puede ser que esto nos esté pasando.- murmuró Bri.
-En menos de 48 horas tenemos que desalojar, no podemos esperar al juicio.- les recordó Anto.
-¿De donde vamos a sacar la plata para pagar todo? Debemos cuarenta mil pesos.
El intercomunicador volvió a interrumpir en el silencio que se había formado.
-Soy Andy, y traigo facturas.- se escuchó del otro lado apenas Cata presionó el botón.
El jugador estaba al tanto de todo lo que les estaba pasando ya que la correntina se lo había dicho minutos antes por celular, así que apenas entró al pent-house abrazó a cada una y no dudó en ofrecerles su ayuda.
-Capaz las puedo ayudar; el club no nos paga hasta mediados de mes, pero tengo algo de Enero. ¿Cuanto hay que pagar?
Lourdes le tendió el papel que el administrador había dejado allí, donde el monto de lo que debían se veía en color rojo.
-¿¡Cuarenta mil!?- casi gritó.
-Si. Y en esa cuenta hay mas que eso, tenemos que recuperarla.- musitó Anto.
-Vengan a casa mientras resuelven todo.- les sonrió a penas.
Todas se negaron al instante.
-No, ¿sos enfermo? No podemos invadir tu espacio así, once minas en el departamento de uno solo.
-Dale chicas, nunca van a ser molestia. Además, tampoco tienen para el hotel.- murmuró lo último.
Y era cierto, apenas y tenían las sobras de lo que ganaron por la pretemporada.
-Aun así no podemos aceptar.
-Van a ir quieran o no. No pasa nada, serán unos días hasta que se arregle todo.
Volvieron a negar, aunque a la mañana siguiente todas se encontraban guardando su ropa en distintas valijas y bolsos. Irían a casa de Cubas.