Para las cuatro de la mañana eran pocas las que se encontraban en todos los sentidos; una de ellas, Antonella, se encontraba sentada en la barra observando como su amiga y el chico que días antes le declaró su amor, bailaban alegremente.
Sentía un sabor amargo entre sus labios, que ni siquiera el daikiri que pidió hace unos minutos había logrado sacarselo. Tal vez, sólo tal vez, venir al boliche después de cenar con Sebastián fue una mala idea.
-¿Aburrida?- escuchó una voz conocida detrás.
-Gio, hola.- sonrió por cortesía.
-¿Todo bien?- volvió a preguntar después de besarle la mejilla.
Anto la dio una rápida mirada a Lucila y Adrian, y después asintió.
-Ah, mira Cubas.- musitó sin la anterior sonrisa.
- Bueno, por lo menos no soy la única celosa.- se burló de él.
Gio negó.- No estoy celoso, ni ahí.
-Ni vos te la crees.- lo despeinó antes de levantarse.
Él la siguió.- ¿Ahora a donde vas?
-A casa, no necesito Seguir amargandome.- respondió con una risa sarcástica.
-Bueno, vamos que te llevo.
Ni siquiera intentó negarse, no quería más que una cama y dormir.
Todavía dentro del boliche, Lourdes y Lucas hablaban animadamente en uno de los sillones junto a Florencia y Rodrigo; mientras que Ari y Cande bailaban provocativamente con el par de youtubers.
-¿Vas a venir a mi partido el domingo? Ya tengo una camiseta para vos.- susurró el 13 de River en el oído de Lou.
-Yo voy a los partidos que quieras, Luqui, pero no me pongo tu casaca ni en pedo.
Él sonrió y le besó la mejilla, bajando por su mandíbula y luego chocando sus labios con los de ella, mezclando los alientos a fernet y chicle de menta.
-¿Vamos a casa?- volvió a susurrarle.
Lou asintió y se puso de pie, ambos se despidieron de la otra pareja antes de salir de ahí.
-Estoy muerta, me voy.- gritó Cande en voz alta después de separar sus labios de los de Yao.
-Naaaa, ¿ya te vas?- también gritó el chico, producto de la música fuerte y la cantidad de alcohol que había tomado.
Ella asintió; no porque estuviera verdaderamente cansada, sino que necesitaba salir de esa situación agobiante.
-Mañana tengo que hacer muchas cosas. Nos vemos.- le sonrió por última vez antes de salir. Para su suerte, él no la siguió.
[...]
-¡Arriba! ¡Arriba, dormilona!
La gran sonrisa de Gonzalo fue lo primero que Arianna vio ese sábado al despertar. Ella sonrió y se removió entre las finas sábanas que el hotel Hilton ponía a disposición de sus huéspedes.
-Buenos dias, Gonza.- sonrió pasando sus dedos por el corto cabello del chico.
-¿Pido el desayuno o ya te vas?- hizo puchero y ella carcajeó.
-No tengo nada que hacer hoy, ¿vamos a algún lado?
-Dale. Pero vas a tener que cambiarte si no queres ir desnuda.- murmuró dándole un besó en la nariz antes de levantarse de la cama.
Arianna se sonrojó al recordar la noche anterior, y más cuando vio que Gonzalo seguía en boxer paseando por el cuarto.
A unas pocas cuadras de ahi, en el pent house del grupo, la mayoría seguía durmiendo, mientras que Candela y Lucia hablaban de la noche anterior.