3. Un encuentro predestinado

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—Ey — la voz era de un desconocido, Andrew había dado de lleno con alguien, un choque demasiado frontal como para ser coincidencia, pero el chico no pensó en ello, levantó la mirada y se topó con unos ojos verdes perfectos y oscuros a la vez, y un chico altísimo — ¿estás bien? Perdona, a veces no miro por donde camino.

—Estoy bien, no te preocupes — el rubio retrocedió un par de pasos y evitó que él siguiera tocándole de esa forma, estar tan cerca de alguien lo ponía sumamente nervioso, no tenía modo de acostumbrarse o pensar que eso es algo que estaría bien. Se sentía demasiado mal como para pensar merecer ese contacto.

La calle estaba atestada de gente y él iba camino a encontrarse con su novio, otra vez. Su novio. A veces pensar en él de esa forma le hacía daño. Lo necesitaba, quería estar con él, pero no pensaba que su relación fuera una que se mereciera tal calificativo, no cuando pasaban cosas como las de hace pocos días.

—No lo pareces, estás muy pálido — el muchacho desconocido, cuyo nombre era Moss, frunció el ceño pero no insistió, tan solo se quedó mirándole —. Pero te creeré Sunshine — musitó mientras le guiñaba un ojo, al final sonrío, parecía agradable —, un placer chocar contigo.

Le hizo un gesto rápido con la mano y se alejó mientras Andrew lo miraba, se había quedado completamente anonadado. Era muy atractivo y esa forma de llamarlo le había agradado, pero se estaba alejando y él sentía la urgente necesidad de llegar a su cita, muy muy urgente. Llevaba algo que Marshall le había puesto hacía unas horas para asegurarse de que fuera a verlo adecuadamente y quería, no, en realidad necesitaba, que se lo quitara de una vez.

***

—Marsh ¿de verdad todo esto es totalmente necesario? — se había librado de aquello que le había presionado en su interior por tantas horas, pero ahora estaba inmóvil sobre la cama mientras Marshall lo miraba con gesto de escrutinio —, no me acuesto con otros, no me toca nadie si tu no lo dices antes y ni siquiera me miran, estoy seguro de ello ¿tienes que mirarme así cada vez que nos vemos?

Se sentía avergonzado porque él parecía buscar algún signo de que no le era sincero y eso le molestaba, hacía todo eso por él, si tuviera otro amante no volvería allí. Ni loco. Nadie en sus cabales elegiría esa relación por sobre una sana, una normal. Quizás por eso mismo Marshall era tan celoso, porque pensaba que él no sería capaz de guardarle fidelidad.

—El collar te está haciendo una herida en el cuello, hoy empezarás a usar otro un poco más delgado hasta que se cure — sentenció mientras iba a por la llave para abrirlo —, no quiero que termines dañado, por eso te observo de este modo. No busco signos de infidelidad, tu cuerpo me pertenece y lo sabe, no podrías hacerlo ni aunque lo quisieras.

Andrew apretó los dientes ante esa respuesta, no podía negarse, si lo hacía había consecuencias pero había buscado información sobre aquello en Internet y consultado, lo que Marshall llamaba una relación BDSM no era tal, no era usual, esa no era la forma en la que se lleva a cabo. Quería reclamarle sobre consentimientos, igualdad de opinión y palabras limites, pero la última vez que lo intentó se llevó una buena paliza, golpes educadores lo llamaba él, y ahora temía repetir experiencia. Marshall le daba tantísimo miedo que no se atrevía a reclamar, a decir ni una sola palabras que fuera en contra de lo que él pensara.

—Pronto estarás listo para venir a vivir a mi casa de manera definitiva — siguió hablando, pero esa afirmación no lo tranquilizaba en absoluto —. Y dejarás tu trabajo. Esas zorras de la oficina dejan su olor por toda tu ropa.

Él desvió la mirada, llevaba varios meses atrasando esa mudanza porque el tiempo en su casa era crucial para mantener la salud mental, pero era completamente dependiente de él, era quien le facilitaba las drogas y en cierto modo le hacía sentir apreciado, como nadie más lo apreciaba en esa ciudad. Además de eso ya lo tenia aprendido, rechazarle era peor que enfadarle, no había cosa que él aceptara y tolerara menos que una negativa. Era controlador, y estaba loco. A Andrew le daba un poco de miedo decirle que quería vivir en su propia casa.

Forgiveness  [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora