Estuvo varios días con dolor por todo el cuerpo, y castigado. Como si fuera un crío.
No tenía drogas, no podía salir, y tampoco tenía permiso para hacer absolutamente nada. De una manera bastante literal, Marshall lo tenía encerrado en una habitación, comía cuando él llegaba a casa, lo que él llevara. Salía tan solo al balcón un rato mientras él decidía que tenía ganas de estar fuera.
Resultó tortuoso, aburrido y sumamente doloroso debido a las heridas que tenía por todo el cuerpo. Pero el muchacho no hizo nada para cambiarlo. No intentó huir, no utilizó el móvil que le había dado Killian ni tampoco intentó contactar con Marshall.
Se sentía como la peor mierda del mundo sin sus drogas, sin orgullo, sin fuerza ni voz. No podía hacer nada contra Marshall, y lo que era peor, no quería hacerlo. Esos días, sin probar ni una sola pastilla, ni una pequeña dosis de nada, fueron los peores en muchos años. Todo lo que siempre rondaba su mente esos días gritaban dentro de él. Lloró y encontró un único consuelo en los brazos de su amante, que, tras todo el maltrato, se mostraba atento con él y cariñoso.
Con los días, las limitaciones iban cediendo poco a poco, y cuando los moratones más obvios dejaron de verse, empezaron a salir juntos, como antes. Tomaban algo, paseaban y entregaban mercancía. Drew se había vuelto, de nuevo, más sumiso que nunca, Marshall había vuelto, una vez más, a pasarle pastillas, pocas, y solo le daba más si actuaba adecuadamente según su esquema.
No habían vuelto a hablar del chupetón, pero Marshall no hacía nada por hacer. Estaba buscando a Moss, pues daba por hecho que la culpa de todo era ese muchacho insistente. Ya había dado con su casa, pero la zona era complicada. El modelo, al parecer, tenía fama suficiente como para permitirse un buen barrio lleno de cámaras y, casi siempre, tenía seguidores cerca.
Por esto, Letier tenía un buen plan. Había empezado a desarrollarlo ya. Hacer a Drew sentirse en confianza otra vez. Dejarle ser feliz, querer salir, pasear... y en algún punto que lo hiciera sin él. Mandaría a uno de sus matones a perseguirlo, y si se encontraba con el idiota de Zangari lo golpearía frente a Andrew, para que viera que era lo que pasaba si iba con otros estando con él.
...
—Pasaste muchos días sin contactar — al otro lado del teléfono de Andrew, la voz del agente de la DEA sonaba fría y molesta, pero en realidad estaba muy feliz por tener noticias del chico, tras tantos días se planteo que hubiera muerto —. ¿Estás bien?
—Si. Muy bien, solo quería decirte que me quedaré el teléfono, pero no te voy a ayudar.
El terminal comenzó a comunicar en cuanto Drew colgó. No habría llamado si no fuera porque su sentido del deber era alto. Eso y que estaba colocado.
—¿Con quién hablabas? — preguntó Marshall desde el salón —. Te escuché.
Andrew escondió el móvil otra vez, pero no respondió, fue hacía su pareja y se dedicó a distraerle como mejor se le daba. Esos juegos sexuales en los que él juraba que deseaba hasta el último centímetro del narco y él simplemente lo miraba con desdén mientras se dejaba. Era fácil para Drew fingir algo así debido a su naturaleza, y a que, en realidad, si que deseaba mucho de él, esa pastilla lo dejaba completamente excitado.
—Hoy puedes recuperar tu teléfono, cariño — musitó el mayor sosteniendo la barbilla del muchacho tras una buena mamada —, te lo daré si me prometes que no lo usarás para hablar con ningún hombre. Eres mío, no puedes olvidarlo.
—Completamente suyo, mi señor — jadeó contra su pecho, después lo besó y volvió a enredarse entre su piel y su lengua. Quizás ya no necesitaría ese otro teléfono.
—Hoy estarás esperándome en el cuarto rojo al llegar — anunció mientras se dejaba felar una vez más —, tengo que salir, tardaré unas dos horas, pero vete allí ya y espera sentado. Notaré si te mueves. Para que no te aburras demasiado puedes tener tu teléfono para jugar — su plan, en realidad, era otro, ese cuarto tenía cámara y micrófonos, le gustaba ver lo que pasaba ahí entre ellos y lo grababa todo. Esperaba que ese niño fuera lo suficientemente idiota como para hablar allí con su novio, o amante, o lo que fueran —. Ahora iré a vestirme, tu vete allí ya, te daré la despedida que mereces...
Una hora y algo más tarde, cuando Marshall no estaba y había pasado tiempo de reserva suficiente, Andrew estaba tumbado en la cama super cómoda de aquella habitación y jugueteaba con su teléfono. No paraba de pensar en Marshall, en Moss y, quisiera o no, en aquel estúpido agente que con tan mala suerte se había ido a encontrar en un callejón oscuro hacía ya mucho tiempo. Miraba sus redes sociales, no había mensajes de amigos preocupados por su desaparición, nadie lo había echado de menos, excepto Moss.
Ahí tenía una veintena de mensajes, llamadas e insistentes chats en Facebook acerca de su estado. Se preocupaba por él. Estar con ese modelo no era algo así como traicionar a Marshall, él era su juguete, ya lo había notado. No había un amor real en esa relación. Quería terminarla, pero no a cambio de lo que Killian quería. Así que se decidió, iría por el camino de Moss.
—Moss, soy yo...
—¡¡Andrew!! — no necesitó presentación, la voz del altísimo moreno estaba llena de preocupación. Eso alivió el alma del chico.
—Si, ese mismo. Estoy bien, no te preocupes. Solo quería saber si tienes ganas de verme un ratito — mientras hablaba se había sentado, apenas llegaba al suelo son los pies, era un chico bajito y la cama era muy alta —. Iré mañana a dar un paseo por Central Park.
—¿Al parque? — preguntó él con voz ligeramente preocupada, era un lugar demasiado abierto, demasiado público — ¿te gustaría pasar por mí? Tengo la sensación de que siempre te llevan y recogen de todas partes, podrías cambiar eso una vez.
Andrew dudó, sabía que fuera a donde fuera, alguien lo iba a seguir, conocía a Marshall. Ya había abierto un poquito los ojos. Pero quería ver a Moss en un lugar privado y entrar unos segundos a su casa sonaba más que genial.
—Si, me gustaría hacerlo.
—Perfecto, te pasaré la dirección de un salón de belleza al que tengo que ir mañana, es un lugar tranquilo y tu... tu novio no pensará mal si pasar por ese tipo de sitios, podrías arreglarte el cabello — sonaba dudoso y Andrew lo supo interpretar, tras la paliza de la otra vez no quería ser visto en público con él. Si iba allí podrían verse, pero era una zona muy neutral, donde podrían coincidir por casualidad.
La sonrisa del menor se deshizo al pensar aquello. Tener que estar de esa forma le daba mucha pena. Él quería coger su mano y pasear. Pero no quería exponerlo a algo tan doloroso como una disputa con su actual novio.
—Está bien, envíamela — admitió, intentando que no se notara en su voz que realmente odiaba esa idea —. Ahora debería colgar, nos vemos mañana.
No esperó más. Ni una triste despedida. Tiró el móvil a cualquier parte y empezó a desnudarse, esperaría a Marshall, ignoraría al mundo, y quizás ni tan siquiera iba a esa pequeña cita improvisada. Si estaba destinado a ser por siempre el juguete de aquel matón era mejor serlo por propia voluntad, de esa forma, al menos, a veces lo disfrutaba.
ESTÁS LEYENDO
Forgiveness [FINALIZADA]
Mystery / ThrillerSi pudieras pedir algo que te fuera concedido con total seguridad ¿pedirías el perdón por tus malos actos pasados? Andrew ha caído en un agujero de desesperación y tortura personal del que no sabe salir y el motivo por el cual lo empujó allí nadie m...