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La llegada a su hogar no fue, para nada, agradable.

Andrew había llorado muchísimo en cuanto Killian lo abandonó. El otro policía había confirmado que si tenía una marca en el cuello, y él, en un intento desesperado, le suplicó que lo golpeara en alguna parte con fuerza suficiente como para dejarle un morado. Quería poder excusar eso de algún modo. Una pelea le serviría. Cualquier cosa menos lo que Marshall pensaría en cuanto lo viera entrar.

Pero el agente, lejos de entenderlo y ayudarle, le miró con repulsión y lo echó de su coche en cuanto aparcó. Al menos el llanto no era fingido e iba lo suficientemente mojado como para mostrar un aspecto más que lastimero.

Pero nada de eso sirvió para Marshall. Primero llegaron los gritos, le pedía explicaciones, pero daba igual cuanto abriera la boca Andrew, nada era suficiente, nada le valía. Todo eran mentiras y puras estupideces...

—¡Y una mierda! — exclamó cuando Drew juró que habían estado a punto de encarcelarlo otra vez —. Mi contacto dijo que todo fue bien. Saliste de allí hace más de una hora y te metiste en el coche de alguien. No me puto jodas.

En ese momento Andrew supo que lo había vigilado, se encogió sobre sí mismo y esperó el primer golpe, pero lo que llegó fue su mano directa al cuero cabelludo, le agarró del cabello y le hizo levantar la cabeza, al hacerlo lo miró a los ojos y volvió a notar todo el miedo del mundo. Debía traicionar a ese hombre, iba a morir.

—Y-yo lo... lo... lo siento, de verdad, era la poli...

—¡Y una mierda! — con la mano libre rodeó su cuello y dos de sus dedos fueron directos a la marca, donde apretó tanto como para hacerle gritar —. Te crees que soy un maldito gilipollas ¿no? Vas a aprender a respetarme. Y si no lo aprendes, vas a querer morirte, maldito pedazo de mierda.

Tras aquello todo fue a peor. Ese día no fueron juegos, no tuvo derecho a pedir que se detuviera cuando dolía demasiado, se sintió desgarrado, por dentro y fuera. Para cuando Marshall dejó de abusar de él, golpearle y usarle, Andrew sentía que no podría moverse en días. Le dolía hasta la última célula del cuerpo y no tuvo ni ánimos ni fuerzas de levantarse para ir al sofá. El narco ya le había avisado que no se atreviera a ir a su dormitorio esa noche y lo había dejado en mitad de un pasillo, con varias heridas abiertas.

A la mañana siguiente, en cuanto salió el sol, entreabrió los ojos y se sintió peor que en toda su vida. Había dormido en el suelo. Marshall seguía dormido y eso le había librado de llevarse una patada en las costillas a su paso, como en la noche, pues ese fue su premio cada vez que pasaba junto a él.

Tardó varias horas en recaudar la fuerza suficiente para mirarse al espejo. Sabía que aspecto iba a presentar, se había amparado en una habitación pequeñita y hasta que no oyó a su pareja irse no salió de allí. Y ahora estaba asqueado por su visión. Las ojeras eran tremendas, tenía algunas heridas en el labio, aún recordaba sus dientes en ellos. Las muñecas con la piel abierta y enrojecida pues en algún punto lo inmovilizó con una cuerda dura y áspera, su piel no lo había soportado. Alrededor de aquel chupetón tenía media docena de ellos más, y moretones por todas partes.

Dudaba acerca de algún desgarro interno, pues dolía, sentarse, estar de pie y tumbarse. Todo dolía. Pero procuró ignorarlo y darse una ducha para arreglar lo poco que podía. Tras peinarse, vestirse y ponerse un poco de maquillaje, tan solo parecía que acababa de salir de una noche loca y fiestera, y derrotado, fue directo a la puerta del apartamento y buscó, entre el correo, lo que el detective le había dicho.

Estaba allí. Un teléfono móvil nuevo.

Lo primero que hizo fue ver el mensaje. Le preguntaba cómo estaba. Maldito idiota.

"Estoy vivo, psicópata."

Ese fue su mensaje, antes de teclear con rapidez el número de Moss. Lo había memorizado para poder enviarle mensajes, se salió al balcón, por si regresaba, que no pudiera oírle antes de que él lo viera.

—¿Moss? — preguntó con voz algo temblorosa —, soy yo, Andrew.

—¡¿Andrew?! Te estuve buscando por todas partes ¿estás bien? Estaba muy preocupado.

—Si... lo siento. Tuve un pequeño problema, pero estoy bien y tengo un móvil para... poder hablar contigo — Moss sabía como era Marshall, con él podía hablar. Se sentía seguro hablando con él —. Solo puedo llamarte yo, para que no suene si está él ¿no te importa?

—No pasa nada, Andrew, estaré bien si puedo hablar contigo, hoy suenas muy mal ¿enfermaste con la lluvia?

Andrew guardó silencio por un ratito, se sentía muy bien que alguien se preocupara por él. Durante aquel pequeño silencio el móvil volvió a vibrar, eso le despertó, no tenía mucho tiempo.

—Moss, no creo que pueda salir en unos días, no podremos vernos. Estoy un poco triste... y... ya creo que lo quiero dejar, pero no se como hacerlo — admitió a punto de echarse a llorar —. No puedo hablar más, pero quería que lo supieras, quería agradecerte que seas tan buen amigo.

Apenas se conocían, pero ya había hecho más por él que todos los demás.

—Drew, despacio, toma aire... no tienes que agobiarte. Marshall es un controlador y un loco. Si lo dejas puede hacerte daño. Ve despacio, si realmente quieres dejarlo, te ayudaré a hacerlo — la voz de Moss al otro lado del teléfono sonaba complacida, algo temblorosa, si, pero feliz.

Eso elevó la sensación de bienestar de Andrew y entre intentos de aguantar el llanto, se despidió de él. Revisó el teléfono y tenía varios mensajes de Killian.

"Comunicas, si me mandas un mensaje deja la línea abierta, necesito contactarte en momentos seguros."

"Deja de ligar con ese modelo estúpido."

"¿Qué te pasó ayer? Ya conoces el plan, en cuanto tengas alguna prueba de daño físico ven a la comisaría. Necesitamos muestras para encerrarlo unos días."

Esos mensajes le hicieron recordar como se veía. Seguramente tenía restos de su semen, si, pero ¿Cuánto tendría que exponerse para demostrar que había sido agredido por él? Le avergonzaba y a la vez temía las represalias.

"No hay ninguna prueba, él no hizo nada. Tuviste una idea terrible."

Era mucho más fácil mentir por mensajes. Cerró el móvil y lo escondió antes de regresar a dormir, se sentía terriblemente mal y quería cerrar los ojos y fantasear con simplemente marcharse de allí, con Moss. Y que todo fuera feliz.

Forgiveness  [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora