5. Situaciones Olvidadas

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Despertó de pronto. El sol calentaba su rostro. No entendía porque el sol lo estaba despertando, no entendía donde estaba. Despertó completamente desorientado. Abrió, con trabajo, los ojos. Miró alrededor. No tenía ni idea de donde estaba, porque el sol brillaba sobre él y no había un techo sobre su cabeza. No entendía porque estaba tumbado en un banco. Ni porque el cielo se veía tan hermoso a pesar de que él se sentía terriblemente mal.

Sentía la boca seca, tan seca que ni siquiera era capaz de producir saliva. Se sentía fatal.

Giró el rostro para intentar entender donde estaba, a donde había ido a parar. Su cabeza funcionaba muy lenta, tenía una resaca monumental. Al observar mejor su alrededor pudo reconocer el lugar. Era un parque que a menudo frecuentaba. Imaginaba que había ido allí porque lo conocía. Pero eso no lo hacía sentir mejor.

Intentó juntar toda su fuerza de voluntad, girar, moverse, algo. Se sentía muy avergonzado y humillado por despertar ahí, en mitad de ninguna parte. Siendo visto por todos. Cualquiera que pasara por ahí sabría lo patético que era. Tan joven, consumido por las drogas, dormido en un banco. Su amor propio era tan pequeño en esos momentos que empezó a evocar todo lo malo de su vida. Su último mal trago fue la pérdida del empleo. Lo habían echado, hacía dos semanas ahora mismo de ese terrible suceso, y sabía que no tenía ahorros para pagar un alquiler. El próximo mes lo echarían de su piso. Quedaría así, como ahora, sin un lugar donde vivir, sin un trabajo. Sin nada.

Intento hidratarse de algún modo pero no era capaz. Debería levantarse, buscar una fuente, algo. Pero la verdad era que tan solo pensaba en los sucesos de anoche, como había terminado ahí. Todo lo que se le venían a la cabeza eran lagunas de imágenes, como escenas rápidas en una serie de televisión.

Ahí estaba Marshall, intentando convencerlo de que fuera a vivir a su piso, con él. Andrew no quería. Era su última opción. Eso molestaba a su pareja, se le veía en el rostro. Era capaz de recordar esa molestia. Impulsada, por mucho, cuando de la nada el móvil sonó, el del muchacho, y apareció Moss en pantalla.

Fue aún peor que negarse a vivir con él.

Olvidar el guantazo que se ganó por esa llamada le hizo mover el rostro, intentando sentir el dolor punzante de la mejilla, se la tocó, notando como la derecha estaba más hinchada que la izquierda. Marshall era un hombre amable, pero también era celoso, agresivo y un tanto desmedido. Ahora que lo tocaba dolía. Pensó que debería de haber olvidado esa parte.

Ahora solo se sentía más patético al, siquiera, plantearse ir a vivir con él. Era la opción desesperada. Ir a vivir con un hombre que lo golpeaba.

Al final se puso en pie, se sentó con mucho trabajo, su cuerpo reaccionaba de manera terrible, tenía agujetas, le dolía todo, y cuando se incorporó se mareo al punto de tener que volver a sentarse. Mientras intentaba recuperar la noción del espacio vio como una sombra se detenía frente a él. Solo veía unos zapatos. Estaba con la mirada clavada en el suelo. Le costó mucho, pero levantó la vista. No entendía porque alguien se acercaría a él, en ese estado no estaba como para ser visto. Lo sabía. Resultaba patético.

A quien se encontró frente a él fue a aquel agente de la DEA que conoció hacía ya demasiadas semanas. Intentaba recordar si acaso le había dicho su nombre, pero no tuvo tiempo de pensarlo, su cerebro iba lento, y él parecía reaccionar muchísimo más rapido.

—¿Agua? La resaca es terrible eh — era Killian quien hablaba, tenía una botella en la mano, una grande y nueva que le estaba ofreciendo, se notaba fresca incluso, las gotas resbalaban por su exterior y eso distraía la mirada de Andrew, no era capaz de mirar al agente de la ley, solo miraba la botella.

Forgiveness  [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora