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La cabeza de Killian fue a dar directamente contra el colchón en algún punto, estaba sentado, llevaba horas sentado en la misma postura, pero la última vez que se movió fue para echarse hacía delante, en un estúpido intento de permanecer despierto. No hubo modo. Se durmió, sin siquiera ser consciente de cuan cansado estaba.

Llevaba dos días imparables.

Tras encontrar el "accidente" en mitad de ninguna parte y presuponer que Andrew era la víctima del mismo se dio un auténtico maratón. Corrió a la comisaría en la que lo habían citado para ver las pruebas. Ahí estaba el móvil y par de cosas personales del chico, lo necesario para identificarlo. Puso todos sus recursos en la búsqueda de Marshall, no consiguió encontrarlo, no por ahora, pero ningún aeropuerto dejaría salir del país al hombre cuyo rostro estaba en la lista de buscados. Y eso era algo que él podría no haberse esperaba. Tenía fe en que no usara una forma ilegal de salir.

Tras mirar las pruebas acudió al hospital. Terrance fue quien se dedicó a enviarlas todas a Nueva York, ese caso les pertenecía a ellos.

Y en el hospital lo vio. Estaba débil. De hecho, inconsciente, y los médicos no podía asegurar que despertaría. La sobredosis había estado a punto de ser mortal y su cuerpo entró en shock. Killian no pensó que se preocuparía por él, pensó en marcharse, pero notó que no sabía nada del chico, o más bien, que no tenía ningún dato sobre su familia o amigos ¿a quien llamaría ahora que estaba ingresado? ¿quien se haría cargo de los gastos del hospital? Intentó ignorar el hecho de que él era el único contacto actual del muchacho, pero no pudo, se quedó ahí. Se prometió no salir del hospital hasta que despertara.

Pero llevaba dos días enteros y no lo hacía. Y ya no sabía que hacer.

—Tenemos que regresar a la ciudad — Terrance estaba en la puerta de la habitación. Kill despertó, se había dormido y estaba apoyado en la cama —. No podemos detener nuestras vidas porque uno de nuestros chivos se ha metido tanto como para acabar muerto, no es de nuestra incumbencia, no es el primero, ni será el último.

—Lo sé... pero no puedo evitar pensar que lo empujamos a ello. Forcé todo demasiado ¿no?

—No, tu no, el novio. Ese chico que se pasó por las narices las precauciones. No puedes trabajar con amateur Jamie, la jodió. Y ahora no tenemos ni idea de donde puede estar ese cabrito.

—Lo encontraremos — sentenció, muy directamente y se puso en pie —. Voy a hacerle un traslado, que esté en Nueva York cuando despierte.

—¿Porque no llamas a su familia? Que venga alguien. Trasladar a un chico en ese estado es muy peligroso.

Jamie dio un golpe con el puño a la pared, estaba cargado en furia.

—Lo sé, maldita sea, pero no sé nada de su familia, ni amigos, nadie. ¿Lo dejo aquí? Despertará tan confundido que...

—Si despierta...

—Si despierta, lo hará tan confundido que no sabrá que hacer y preguntará por su maldito novio abusador o por ese gilipollas que con tal de enfrentar a Marshall lo ha puesto en peligro.

Terrance estaba mirando a Kill, no podía imaginarse porque este caso le afectaba tanto. El hombre de pronto parecía tener esa edad que realmente tenía, la de un joven que tiene más responsabilidades de las que puede soportar.

—¿Que pasa, Jamie? Nunca te había visto así, Marshall te sobrepasa o sientes algo pro este chico.

Estaban ya saliendo de la habitación, Jamie negó con la cabeza.

—Tenía una... amante — susurró —. Murió por él, por mi culpa, por querer que me ayudara en un caso. Me recuerda a este chico. Era preciosa. Y tenía toda la vida por delante... Letier arrasa con todo. Necesito pillarlo.

Su compañero parecía entender eso, le puso una mano en el hombro y le dijo que no lo trasladaran, pero que dejara aviso de que lo llamaran a él si es que despertaba. El departamento se encargaría de los gastos de hospital si hacían un recurso argumentando que había sufrido el accidente mientras intentaba atrapar a uno de los mayores narcotraficantes de Nueva York.

**

—Tenemos su ubicación, está en el aeropuerto de Detroit, ha llegado allí e intenta salir del país. Lo están reteniendo sin aclarar porqué, inventan excusas, nos quieren dar algo de tiempo y evitar que él llame a sus abogados demasiado pronto ¿está todo preparado? — el superior de Killian le estaba dando las instrucciones a través del teléfono.

—Todo listo. Ya hemos ubicado todos los puntos que nos dijeron. En cuanto esté retenido entraremos a todos — informó, mientras desde una serie de pantallas vigilaba donde estaban todos sus hombres.

—Daré la orden de arresto en cuanto cuelgue, esperan cinco minutos y entran, recuerden ir a todos al mismo tiempo, será la mejor forma de evitar que puedan atender todos los puntos adecuadamente.

—Si, señor.

—Buen trabajo, Miller.

—No es mérito solamente mío, señor.

—Hablamos cuando esto termine. Buena suerte.

Colgaron el teléfono y todo fue muy rápido. En Detroit la policía detuvo a Marshall, él pidió sus abogados y le dijeron que no lo podría llamar hasta llegar a la comisaría, requisaron todos sus enseres personales y lo llevaron, dando todas las vueltas posibles, a la comisaría más lejana al aeropuerto. Tenían que hacer tiempo antes de que los hombres de Marshall supieran que él estaba detenido.

Y mientras tanto, en la ciudad de Nueva York, cinco patrullas habían entrado a la vez en cinco almacenes dispuestos por toda la ciudad. Requisando toneladas de distintos tipos de drogas y material de venta en el mercado negro. Killian lo orquestó todo desde un despacho, no porque no quisiera trabajar, si no porque lo obligaron. Llevaba dos semanas organizando eso, semanas extenuantes, no había parado en su empeño de pillar a Marshall y lo había dado todo, al punto en el que su superior le prohibió participar en el movimiento final, por su propio bien.

—Es gratificante ver un trabajo finalizar bien ¿no crees? — Terrance estaba también con él, simplemente sentado a su lado mientras comunicaba unos equipos con otros.

—No estará terminado hasta que él esté en prisión de por vida, y ningún otro cargue con el problema que es su existencia.

—Lo sé, pero...

—No estaré tranquilo hasta verlo, conozco a estos idiotas, tienen tantos chivos espiratorios que realmente no sé que pensar.

— Tenemos testigos, ese chico — lo dijo con duda, Andrew se había convertido en un tabú para ellos, Killian se ponía de malas siempre que lo mencionaba.

—Nadie tomará en consideración a un testigo drogadicto y en su estado. Está en las últimas, no podemos usarlo. Bastante ha hecho dándonos información tan importante como los puntos de recogidas y el nombre de las empresas que manejan estos almacenes. Es lo máximo que nos podrá ayudar.

La conversación terminó ahí. Fueron llamados para interrogar a Marshall. Era su caso. Tenían derecho a llevarlo a fin. 

Forgiveness  [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora