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 - ¡Arriba, holgazanes! -escuché gritar a lo lejos entre fuertes palmadas.

Cerré más los ojos y me tapé con la manta como si en ello me fuera la vida. ¿Por qué Sam tenía que despertarme tan pronto, después de la hora a la que nos acostamos anoche? Entonces me paré a pensar en la noche anterior, y me dí cuenta de que no estaba en casa, y quien gritaba no era Sam. Me levanté de golpe, mandado por los aires la manta que, segundos atrás, mantenía aferrada con las manos. A mi alrededor, el resto de chicas con las que compartía habitación aún se removían perezosas sobre sus futones cuando yo ya estaba saliendo por la puerta. No había tenido tiempo de arreglarme, lo justo para poner en vereda a mi pelo en un moño alto y meterme en la sudadera que el señor Cho nos había entregado a todos el día anterior.

Caminé rápidamente por los pasillos de madera, apurada y pensando que llegaba tarde. Pero fue toda una sorpresa cuando descubrí que sólo otras tres personas estaban en pie y listas en el salón, frente a sus respectivos desayunos. Allí estaban Jin y el señor Cho, conversando tranquilamente, y Minho, que volvía a paso tranquilo desde la cocina, con un vaso de café y un par de bollos. 

 - Coraline, buenos días -saludó Jin con una sonrisa, como si estuviera felizmente satisfecho de ver que me había levantado antes que los demás. 

 - Buenos días -respondí en dirección a todos.

Antes de que pudiera darme cuenta de lo que hacía, Jin se había levantado y había vuelto de la cocina con mi desayuno entre sus manos. Yo lo miré con los ojos abiertos, algo sorprendida por el gesto, hasta que caí en la cuenta: "quiere asegurarse de que como en condiciones". Solté una pequeña carcajada y le agradecí el gesto. Minho se sentó frente a mí, dándole vueltas a su taza de café.

 - El señor Cho me ha comentado lo que le dijiste ayer -dijo él con calma y plena seriedad -. Si queremos tres cambios de vestuario, necesitamos hacer tres incisos en el concierto. ¿Habías pensado en eso?

El hombre me miraba como si fuera una hereje por simplemente haber propuesto tal barbaridad, y más aún después de que él tuviera casi el cien por cien del espectáculo planificado. Tenía esa clase de mirada que conseguía intimidarte, aunque conmigo no surtía demasiado efecto.

 - Si -asentí con tono neutro -. Los cambios se harían entre los breaks de baile, los descansos para charlar con los fans y las dos actuaciones en solitario de las que hablaste ayer. Además, aún no tengo todas las prendas que quiero usar, ni mucho menos, pero la cuestión es que no sean demasiado difíciles de poner para que los cambios sean más rápidos.

El señor Cho me dedicó una mirada de aprobación sobre sus gafas, mientras Minho no parecía demasiado convencido. Con un soplido sacó su móvil, comenzó a apuntar algo y lo guardó de mala gana. Vi que tenía la intención de levantarse de la mesa sin haber probado apenas bocado del desayuno, pero, tras una rápida mirada a Jin, se apresuró a engullir sus bollos antes de marcharse. Me quedé mirándole mientras salía por la puerta, pensando si habría hecho algo malo. 

 - No te preocupes por él -dijo el señor Cho mientras daba un bocado a la tostada que tenía enfrente -. Es muy bueno en lo que hace, pero siempre quiere terminar el primero para poder irse a dormir. 

 - Como Chris -añadió Jin con sorna.

 - ¿De quién estabas hablando, "mami"? -se escuchó la voz de Chris mientras entraba por la puerta, rascándose la nuca y dedicándole una mirada asesina a su amigo, que se limitó a sonreír y encogerse en el sitio.

Tras él apareció el resto del grupo, algunos más despiertos que otros, y fueron tomando asiento. Esta vez Jungkook, que apenas podía mantener los ojos abiertos, no se sentó en el extremo contrario a mí. Cuando nuestras miradas se cruzaron simplemente sonrió de lado, con su cara de estar aún medio dormido, como diciendo "buenos días". 

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