- ¿ Qué horas son estas de llegar?
La repentina pregunta, justo en el momento en que abría la puerta del piso, me pilló tan desprevenida que dí un salto en el sitio, gritito incluido. Las luces se encendieron de pronto, mostrando a una Sam evidentemente molesta sentada en el sofá. Parecía una de esas escenas de las películas en las que la madre pilla a la hija adolescente volviendo a casa después de una fiesta. De no haber sido por el mensaje que acababa de recibir, me habría reído.
- ¿Sabes qué? -preguntó ella sin dejarme tiempo a responder - Hace cinco meses eras tú la que tenía que preocuparse por mí: dónde estaba, con quién, si llegaría borracha... ¿Cuándo hemos intercambiado los papeles? Porque no me gusta ni un pelo despertarme en mitad de la noche al escuchar la puerta y no encontrar a mi amiga por ningún lado. Y mucho menos después de ese asunto tan raro que hemos estado hablando.
Normalmente le habría respondido con algún comentario sarcástico, quizás lo suficientemente ingenioso como para que ambas acabáramos riendo a carcajadas antes de que Sam me hiciera pasar por uno de sus famosos interrogatorios. Sin embargo no fue el caso. Me dejé caer sobre el sofá, mi mente totalmente nublada por el mensaje. Samantha, que me conocía tan bien como a si misma, supo de inmediato que algo no andaba bien.
- Cora, ¿qué ha pasado?
Levanté la vista para mirarla, y de pronto mi cabeza se llenó de un torbellino de pensamientos. Taehyung, Hani, Minho, Jungkook... Tenía un presentimiento horrible, y el simple hecho de recordar aquella palabra hacía que se me revolviera el estómago. "Cuidado". ¿Cuidado de qué?
- Cora.
La voz de Sam volvió a sacarme de mis pensamientos. Me planteé durante un segundo se debía o no contarle a Sam ningún detalle más de lo que había pasado. Pero, ¿a quién pretendía engañar? Si no se lo contaba me lo arrancaría ella misma. Había visto suficientes películas como para saber que esa teoría de "si no sabes nada peligroso te mantendrás a salvo" no servía de nada. Así que tomé aire, intentando despejarme un poco, y comencé a explicarle.
- Hace un rato me llamó Tae diciéndome que no me entrometiera mucho en el camino de Minho, que era peligroso, y que bastante tenía él ya con "cuidarle el trasero a Jungkook".
- ¿Cuidarle el trasero de qué? -preguntó ella, frunciendo el ceño.
- Eso mismo le pregunté, pero no me contestó.
- ¿Por eso habías salido?
Negué con la cabeza, e incluso en aquel momento no pude evitar sonrojarme al recordar las últimas horas con Jungkook. Recordaba su mirada, su calor corporal, el sonido de su voz, sus pequeñas confesiones, la suavidad de sus labios... E instantáneamente venía a mí de nuevo ese mal presagio que nacía en lo más profundo de mis entrañas y hacía que se me pusiera la piel de gallina.
- Jungkook me llamó, me pidió que nos encontráramos. Para hacerte la historia corta, digamos que ya no tengo que fingir ser la novia de Jungkook.
- ¿Eso significa que...? -comenzó a preguntar Sam, claramente entusiasmada. Asentí con la cabeza, y acto seguido se escucharon los gritos de júbilo de mi amiga - ¡Lo sabía! ¡Sabía que le gustabas!
- No creo recordar que lo tuvieras tan claro -dije con sorna.
- Que lo supiera no quiere decir que tuviera que exteriorizarlo -repuso ella, altarenera - . Pero intuyo que esa cara de preocupación no tiene que ver conque tu primer amor sea correspondido.
Me mordí el labio inferior, frunciendo el ceño, y asentí. Sam me miraba inquisitiva, esperando una respuesta. Pero en lugar de expresarme con palabras, agarré el móvil y desbloqueé la pantalla, enfocándola para que pudiera verla. En cuanto sus ojos recorrieron el corto mensaje, su gesto se ensombreció tanto como el mío. Clavó su mirada en la mía, más seria de lo que jamás la había visto.
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El Diario De Cora
RomancePodría decir que Coraline Collins era una chica normal, pero entonces estaría mintiendo. Coraline nunca había tenido una vida del todo normal, y siempre le había gustado soñar en grande. Demasiado diferente para relacionarse con mucha gente y muy...