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Quizás, después de todo, no había sido tan buena idea. Quizás debería haber escuchado a Kai cuando decía que no terminaba de convencerle nuestro plan. O a Samantha, que creía que no debería de pasar allí el fin de semana. Y sin embargo ahí me encontraba, en medio del salón, con toda esa gente al rededor y los ojos de una persona en concreto al otro lado de la sala, sin la posibilidad de dar media vuelta. 

La madre de Jungkook era guapa, sin lugar a dudas. Sabía por los chicos que tenía poco más de cincuenta años, pero decir que aparentaba cuarenta era hacerle poca justicia. Podía verse a la legua, solo por su postura, que era una mujer de maneras firmes y estrictas. Pero, lo peor de todo, era su forma de mirar. Sus ojos parecían querer penetrar en los rincones más profundos de mi alma, desenterrar los secretos que guardaba más a conciencia, y destrozarme si lo veía necesario. El estómago se me retorció en aquel momento. 

 - ¿Estás bien? -dijo la suave voz de Jungkook a mi lado, apretándome ligeramente la mano con la que me asía a su brazo.

 - Esa es tu madre, ¿verdad?

Jungkook siguió la dirección de mi mirada, y acto seguido se tensó. Fue casi imperceptible, pero aún podía notar la sutil rigidez en los músculos de su brazo. Tragó saliva y asintió con la cabeza. Su madre había dejado de observarme para dirigir toda su atención a su hijo. 

 - ¿Preparada? -susurró.

No pude evitar mirarle, solo para sorprenderme al descubrir que él hacía lo mismo. Estaba nervioso, eso era obvio, pero no tanto como cabría esperar dada la situación. Y sabía perfectamente por qué: confiaba en mí. Él me sonrió, y me encontré a mí misma devolviéndole el gesto antes de comenzar a caminar. 

Parecía que alguien acabara de anunciar nuestra presencia a viva voz, pues todos los ojos de la sala se volvieron hacia nosotros, los cuerpos desplazándose hacia los lados para formar un camino frente a nosotros. Jungkook me apretó aún con más fuerza, entonces menos tenso, y se inclinó lo justo para que pudiera susurrarle al oído.

 - Todo el mundo nos está mirando.

 - Todo el mundo te está mirando -me corrigió, y yo levanté la mirada hacia él para verle una sonrisa torcida dibujada en los labios -. Te dije que estabas preciosa.

 - No es verdad -negué, sintiendo como toda la sangre se me arremolinaba en las mejillas -, nos miran a los dos.

 - Eres terca -rió -. Te miran a ti, te lo puedo asegurar. ¿Debería estar celoso?

 - Sigue actuando así de convincente y todo saldrá genial -susurré.

Un par de pasos más y nos encontramos frente a frente con la dragona. Dambi también se volvió para saludarnos, aunque en cuanto pudo reconocerme frunció los ojos y se quedó en silencio.

 - Madre, Dambi -saludó Jungkook con una pequeña reverencia.

 - Veo que vienes acompañado... para variar -los ojos de la mujer me recorrieron desde la punta de los pies hasta el último mechó de pelo del recogido que Tae había preparado para mí, todo con una cara de poker que solo servía para ponerme más nerviosa.

 - Creí que sería una buena ocasión para presentaros a Coraline, mi novia.

Se hizo un silencio sepulcral en el pequeño grupo de personas que rodeaban a la familia Dan. Los dos hombres que acompañaban a la madre y la hermana de Jungkook se dieron media vuelta y se despidieron con educación antes de desaparecer de nuestra vista. La madre de Jungkook había abandonado su antigua inexpresividad en pos de unos ojos ligeramente sorprendidos. Dambi permanecía en silencio, sus ojos escrutando la situación a la espera del momento correcto para intervenir.

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