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¿Qué se hace cuando un amigo viene llorando a ti y te cuenta que le acaban de romper el corazón? La primera vez que Sam llegó a mi casa llorando cuando teníamos diecisiete años para decirme que Ian McDoughal, el chico por el que llevaba colada un año, la había dejado tirada por otra chica de nuestra clase, ni siquiera supe cómo reaccionar. Intenté de todo, desde preguntarle cómo había sido para que se desahogara hasta soltar todas las palabrotas que sabía para expresar lo mucho que le odiaba en ese momento. Pero después de varias experiencias aprendí que lo que realmente quería Sam era un poco de ánimo, apoyo y cariño. Los desahogos y los insultos vendrían después. 

Kai no era Sam, eso estaba claro. No tenía tanta confianza con él como la tenía con la que era como mi hermana. Pero no me importó demasiado cuando vi que las primeras lágrimas le asomaban por los ojos. Le abracé entre mis brazos, dejándole llorar en mi pecho. Al principio se tensó y apenas movió una pestaña, pero poco a poco me devolvió el gesto. Pudimos perfectamente pasar dos horas de aquella manera, el llorando y yo acariciándole la cabeza y diciéndole que todo saldría bien. Para cuando se despegó de mí las lágrimas habían desaparecido de sus ojos. 

 - Ayer recibí un mensaje muy raro de su parte -comenzó a explicar sin la necesidad de que le preguntara -. Algo así como "no han pasado ni dos horas y ya te echo de menos". Me extrañó muchísimo, porque hacía días que no hablábamos. 

 - Los ensayos han sido muy duros, es normal que no tuvieras tiempo.

 - La cuestión es que le respondí que yo también le echaba de menos, porque pensaba que se habría equivocado al escribir o algo, y ya no hubo más mensajes. Hasta hoy.

El muchacho se encogió ligeramente en su sitio. Me dolía el corazón de ver cómo una persona tan alegre como él podía hacerse tan vulnerable, y el mismo odio que había sentido hacia Ian McDoughal volvió hacia mí una vez más.

 - Le llamé esta tarde, cuando terminamos de grabar, porque el resto de chicos estaban en la ducha o haciendo el tonto, y supe que nadie se daría cuenta si faltaba unos minutos. Estaba más serio de lo normal, pero pensé que sería otro enfado más por mi dejadez, porque no hablaba lo suficiente con él.

 - Kai -le tomé el rostro entre mis manos -, eso no es dejadez. Buscas cada segundo que puedas para escabullirte y poder verle. Estás más ocupado que el resto de la gente, pero eso no significa que no pensaras en él, ¿verdad?

Kai asintió con la cabeza, los ojos cristalinos y enrojecidos. 

 - Le pregunté por el mensaje -continuó - y fue entonces cuando explotó. De buenas a primeras comenzó a gritarme, a decirme que qué le estaba llamando. Yo no entendía nada. Y de pronto me dijo "¡Pues sí, tienes razón, no era para ti!". No era para mí. ¿Lo entiendes, Cora?

Asentí lentamente, tratando de no dejar ver ese instinto asesino que me había poseído en un momento. 

 - Llevaba tres meses engañándome, desde que tuvimos la primera discusión porque no podíamos vernos a menudo. Dijo que ya no tenía sentido seguir con el paripé y que esa era nuestra última conversación. Y justo antes de colgar dijo "ni siquiera me gustabas de verdad, solo salía contigo porque eres famoso". 

Habíamos terminado los dos primero pasos: apoyo, explicación. Ahora solo quedaba la explosión, y yo no pude retenerme más. Prácticamente salté de mi asiento poniendo el grito en el cielo. ¿Cómo podía existir gente tan mezquina en la faz de la tierra? ¿Es que carecían de sentimientos o empatía? ¿Tenían siquiera corazón? Mientras yo soltaba por mi boca todo lo que se me ocurría en inglés, Kai me miraba con los ojos como platos. 

 - ¿Cora...? 

 - ¡Es que no es justo! -dije - ¿Por qué tienen que hacer daño a alguien tan bueno y puro como tú? ¡No es justo que le dedicaras ni tan siquiera un minuto de tus lágrimas a alguien capaz de decirte esas cosas, no se lo merece! La vida está llena de personas maravillosas que sabrán apreciar un corazón como el tuyo, y entre ellas tiene que estar tu media naranja. No le permitas ni por un instante el placer de llorar por él, por una persona tan... ¡idiota! -no sabía demasiados insultos en coreano, nótese.

El Diario De CoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora