La gente suele decir que en la vida nada es seguro, a veces la vida misma te demuestra que es así. Es un viaje al que te subes con muchas expectativas, en el que ganas muchas experiencias, buenas o malas pero siempre queda algún tipo de aprendizaje...
—: Buenos días, preciosa. Saludó Adriana sonriente.
—: Días... Dijo con los ojos cerrados aun.
—: Levántate, te prepare el desayuno. Explicó.
—: ¡Ah! Qué bonito sonó eso. Dijo levantándose, para luego caminar hacia la cocina. Adriana se rió ante el comentario.
—: Solo es cereal bebé, no te emociones. Dijo y Kharem hizo una mueca. —: Recuerda, tu entrenamiento. Bromeó depositando un suave beso en los labios de Kharem —: ¿Cómo te fue en el boot-camp?
—: Bien, el entrenamiento es el doble de fuerte que el que recibo aquí.
—: Ni lo menciones, se te nota.
Kharem sonrió ante el comentario. —: Aprendí mucho, también conocí gente nueva. Comentó.
—: Eso está bien. Comentó cautivada por Kharem.
La rubia giró su cabeza de repente. —: Tu teléfono.
—: ¿Ah?
—: Tu teléfono, esta vibrando... parece que ahora sí recibe llamadas.
—: ¿Insinúas algo? Preguntó Adriana sonando casi desafiante.
Kharem estiró su brazo hasta la mesa que estaba un lado de la cama, tomó el celular y se lo entregó a Adriana. —: Es un número desconocido. Explicó y Kharem solo levantó sus cejas. —: Nunca contesto llamadas de números que no tengo registrados. Kharem continuaba mirándola sin decir nada. —: ¿Por qué me miras así?
—: ¿Me puedo duchar aquí? Preguntó la más joven cambiando completamente el tema de conversación.
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—: Si, claro. En el baño hay toallas limpias. Explicó sintiéndose aliviada de que Kharem no hiciera preguntas o de verse muy nerviosa. Kharem se levantó, entró al baño y dos minutos después Adriana escuchó que el agua de la ducha empezó a caer. Su teléfono vibro otra vez y ella salió de la habitación rápidamente.
—: ¿Hola? Respondió casi susurrando.
—: Amor. Saludó una voz masculina al otro lado de la línea.
—: Naim. ¿Qué pasó?
—: Llamaba para saludarte. ¿Pasa algo?
—: Estoy un poco ocupada, en realidad. Pero dime. Insistió para que hablara.
—: ¿Te parece si cenamos más tarde?
—: ¿Mas tarde?
—: Si, anoche no supe nada de ti. No contestaste hasta ahora. ¿Seguro que está todo bien?
—: Todo bien mi amor. Anoche dormí temprano eso es todo.
—: Pero, ¿esta noche salimos? Adriana solo suspiro, sin saber que responder. —: O ¿prefieres que vaya a tu casa?
—: No, no. Yo iré a la tuya ¿te parece?
—: Te espero, mi vida. Te quiero.
—: Yo también. Dijo y el sentimiento de la estaca en su corazón volvió.
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