La gente suele decir que en la vida nada es seguro, a veces la vida misma te demuestra que es así. Es un viaje al que te subes con muchas expectativas, en el que ganas muchas experiencias, buenas o malas pero siempre queda algún tipo de aprendizaje...
Kendrut's High abrió sus puertas nuevamente después de pasar una semana, cuando comenzaron las clases otra vez.
Judy sostuvo a Kharem por su bolso y la haló de golpe, haciendo que se sentara de nuevo en el asiento del copiloto. —: ¡Hey! Se quejó la más joven hacia su hermana mayor.
—: Mas te vale que te portes bien. Bromeó Judy tratando de sonar como si la amenazara.
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Kharem se soltó del agarre de su hermana mayor en un movimiento brusco. —: ¡Juds! Siempre lo hago. Explicó haciendo una mueca. Burlándose de Judy al cerrar la puerta de su auto.
—: Eso espero... Dijo y Kharem rodó sus ojos. —: ¡Te quiero, pequeña idiota! Gritó cuando Kharem se iba alejando.
—: ¡Yo te quiero más, grandísima estúpida! Expresó y vio a Judy poner en marcha su auto. —: ¿Puedo ayudarlas? Preguntó Kharem al encontrarse a un grupo de chicas como de unos tres años menos que ella, se veían ansiosas... emocionadas, como si hubieras descubierto algo por primera vez.
—: ¿Esa era Judy? Preguntó una de las chicas por fin.
La verdad a la joven deportista no le agradaba mucho que los fans de su hermana la molestaran. Sí, por supuesto que entendía la emoción de las chicas, pero la famosa era su hermana, no ella.
Tal vez, cuando ella fuera una jugadora de futbol famosa cosas así le pasarán con sus admiradores, pero todavía no había experimentado nada de eso, por lo tanto aquellos momentos incomodaban completamente a la rubia y más aun si la detenían en sus actividades para preguntarle cosas sobre su hermana mayor.
Kharem las miró vacilante. —: No... Dijo lentamente. —: Era mi hermana. Comentó intentando confundir a las chicas, como si ellas no supieran que la cantante y su hermana eran la misma persona. Al no tener ninguna respuesta de vuelta de las chicas, solo asintió una vez y siguió su camino.
—: Debe ser genial ser su hermana. Dijo otra, llevándole el paso a la rubia.
Kharem se detuvo y cerró sus ojos de golpe como si así pudiera detener el momento y echar a corre para dejarlas ahí paradas antes de que dijeran algo más. Suspiró y sonrió. —: Dentro de lo que cabe es genial ser su hermana. Dijo sonando muy educada. —: Excepto por momentos como este. Confesó con mucha sinceridad y su voz cambió mostrando lo irritada que estaba. Trataba de seguir caminando pero las chicas seguían poniéndose en su camino. —: ¡Ok! Ya sé por dónde vienen. Dijo sonando igual de irritada que hace unos momentos. —: Y quiero que sepan que no. Dijo señalando a una de ellas. —: No me traerá todos los días. Siguió señalando a las demás. —: ¡Además! Número uno... No tengo ninguno de sus discos. Número dos... no los voy a conseguir. Y número tres... De autógrafos ni hablemos por favor. Enumeró mientras ellas la miraban atentamente. Al percatarse de esto, Kharem inspiró y relajó sus hombros soltando el aire. —: Aprecio mucho su admiración hacia mi hermana, de verdad, pero este tipo de cosas son realmente incomodas. Espero que no se repita por favor. Pidió la deportista. —: La famosa es ella, no yo. Así que no me pidan absolutamente nada. Dijo abriendo sus manos y alejándose del grupo de chicas.
—: ¡Vaya, Kharemsita! Nunca estudies para publicista. No es lo tuyo. David dijo las últimas cuatro palabras en forma de susurro.
—: ¿Desde cuándo dejé de ser princesa, plebeyo? Preguntó provocándolo.
—: My bad princesa. ¿Y tu novio?
—: And here we go again. No lo superas ¿no?
—: ¿Ya no son novios? Lo he visto con Melianne últimamente. Informó, como si ese comentario fuera a causar alguna impresión en Kharem.
—: Nunca fuimos novios. Aclaró como por septuagésima vez.
—: O sea que... estas disponible.
—: Nunca he estado disponible. No para ti por lo menos. Dijo caminando por los pasillos.
—: ¿Cuándo dejaras de ser tan odiosa conmigo? Preguntó David caminando a su lado.
—: ¿Cuándo dejaras de ser estúpido? Respondió rápidamente con otra pregunta. David soltó una carcajada y se quedó en su casillero dejándola andar sola hacia el de ella.
Kharem estaba concentrada en colocar sus libros en su casillero y cuando lo cerró, se encontró a Adriana, que hacia como que hablaba con unos estudiantes recostada a la pared mirándola fijamente.
Kharem sonrió al notar la mirada de la profesora en ella, algo que hizo que Adriana esquivara el gesto coqueto de la rubia. La estudiante al notar eso, se dispuso a seguir su camino. Empezó a caminar dándole la espalda a Adriana, quien volvió a fijar su mirada en la espalda de la chica joven y dicen que la mirada pesa.
Kharem metió su mano derecha dentro de su cabello y lo movió hacia el mismo lado donde pronto dejó caer su brazo. Miró por encima de su hombro izquierdo y notó a la mujer mirándola de nuevo, pero que ahora estaba sola.
Esta vez la rubia se agachó a amarrar las trenzas de sus zapatos deportivos y se dio cuenta de cómo Adriana inclinaba su cabeza para verla mucho mejor.
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A sabiendas que sus jeans eran muy ajustados, al terminar con sus trenzas, levantó su trasero con un movimiento sensual y volvió a mirar por encima de su hombro, solo para notar que mujer de cabello negro aun seguía babeando. Kharem sonrió hacia ella y le dio un guiño antes de alejarse y Adriana sacudió su cabeza lentamente ante la provocación de Kharem y soltó una risita.
La más joven iba a volver loca. La deseaba, mucho. Y más aun después de ver ese tipo de provocaciones que le regalaba de repente. Parecía raro... No es que antes ella no deseara a Kharem de la forma que lo hace ahora, si no que esta vez la sensación era completamente distinta. Se sentía mucho mas atraída sexualmente hacia la chica.
Si hubieran estado en otro lugar; un lugar como su apartamento, no hubiera dudado dos segundos antes de llevarla a la cama y empezar a devorarla entre beso y beso.
Ella se sabía controlar cuando de esas cosas se trataba, pero las cosas ya no eran iguales. Ya no veía a Kharem como una niña inocente o como un amor bonito, si no como si fuera algo diferente. Su deseo hacia ella aumentó cuando ella le había dado esa sorpresa aquella vez en su apartamento. Y por supuesto desde que había decidido dejar que Naim entrara en su vida.
