Capitulo 21.

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Este vendría siendo el capitulo 56.   

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En la tarde Kharem fue a visitar a Adriana. Ahora sí necesitaban hablar y ella se sentía mucho mejor para tocar el tema con ella. Así que tocó el timbre esperando a que la puerta del apartamento de la mujer de cabello negro se abriera.

—: ¿Kharem?

—: Si... Afirmó lentamente. —: ¿Esperas a alguien más?

—: No. Dijo y en realidad no había mentido, no esperaba a nadie más. Naim se había marchado hacia tan solo unos minutos. —: Sólo que no te esperaba. Agregó y con un de sus pies pateo una camisa para esconderla de la rubia, pues el chef originario de Chile la había dejado ahí. —: ¿Por qué no me avisaste?

—: ¿No puedo venir sin avisar?

—: Cuando quieras, puedes venir cuando quieras.

Kharem asintió lentamente. La rubia noto que ella se encontraba nerviosa, pero no hizo ningún comentario; supuso que tal vez se sentía nerviosa por lo que había pasado antes entre ellas. —: ¿Me dejaras aquí afuera?

—: No bebé, pasa.

Kharem entró en el lugar y Adriana de inmediato la abrazo por la espalda, un poco para sentirla cerca y un poco más para que no notara el desorden de su apartamento.

—: ¿De verdad me perdonas? Preguntó preocupada.

—: Si. De verdad.

—: Lo siento muchísimo Kharem. Lo digo en serio.

—: Ok. Pero no lo hagas más. Me asustaste... mucho. Adriana asintió y Kharem se volvió hacia ella y dejo un suave beso en sus labios.

—: Estaba pensando que podríamos salir... Retomar la idea del cine, mañana por ejemplo. Explicó Adriana.

Kharem suspiró sin saber que decir.

—: O a donde tú quieras ir. Dijo Adriana al ver la duda en el rostro de la rubia.

—: No lo sé. Dijo firmemente.

—: ¿Cómo que no lo sabes?

—: Si, no sé si es buena idea.

—: Estoy tratando de darte lo que quieres. Salir de la rutina.

—: Lo sé. Y yo estoy tratando de mantenerla por ti, porque eso es lo que tú quieres.

—: Baby, déjame demostrarte que aunque sea una vez podemos salir de este apartamento. No quiero que te sientas encerrada en esta relación ¿sí? Preguntó entre besos cortos. —: ¿Mañana está bien?

—: Voy a salir con Judy.

—: ¿No puedes cancelarle a Judy? Digo, ustedes tienen más oportunidades de salir que nosotras dos.

—: Si, supongo que tienes razón.

—: ¿Ves? Sólo habla con ella, seguro lo entenderá sin problema.

—: Esta bien. Mañana entonces.

—: Si. Será igual, vamos a la última función...

—: Y ¿a qué hora pasaras por mí? Interrumpió.

—: ¿Cómo, no vendrás hasta acá?

—: No. Dijo decidida. —: Prefiero esperarte en mi casa. O ¿nos vemos allá?

—: Bueno, nos encontramos a las 8:30 ¿está bien? Preguntó y Kharem asintió. —: ¿Por qué estas tan tensa? ¿Tienes miedo de que yo pueda volver a hacer lo mismo?

—: No o si... Dijo y Adriana sintió ganas de llorar. ¿Cómo le había hecho eso a ella, a Kharem que era toda risa? ¿Cómo pudo hacerle algo así a su bebé?

Adriana empezó a acariciar suavemente los brazos de Kharem y soltó un lamento, el cual tomó por sorpresa a la más joven. Subió lentamente hasta llegar a su rostro, el cual recorrió con sus ojos casi empañados de lágrimas. Sus pulgares pasearon por los labios levemente abiertos de la menor.

Sus manos volvieron a bajar, para encontrarse con las de Kharem, quien las entrelazó de manera inmediata.

La rubia haló lentamente a la profesora, hasta que juntaron sus labios en un beso. Adriana tomó el rostro de Kharem delicadamente, pero como si no quisiera romper tal beso. Poco a poco fueron avanzando en el lugar hasta llegar a la habitación.

Adriana desvestía a Kharem con suavidad, como si fuera de cristal y no quisiera dejarla caer. Admiraba su belleza, pues paseaba su mirada por cada parte del cuerpo desnudo de la joven.

Kharem sentía los besos de la mujer de cabello negro, ir desde su cuello hasta sus hombros. Luego llegó su turno, ahora era ella quien despojaría de su ropa a la Argentina.

Minutos después, muy delicadamente acariciaba sus costados. Dejó que Adriana se recostara en la cama, mientras ella se colocaba sobre ella.

Adriana casi podía sentir que se perdería en la mirada de Kharem. Les recordaba a la primera vez que se tocaron, la primera vez que se apreciaron de una manera tan desnuda y sincera.

Esta vez no fue igual, no fue la misma lujuria de siempre, era tan sincero el momento, que no hubo necesidad de decir nada.

Disfrutaron de un momento íntimo distinto, que hace tiempo no compartían, completamente llenas de emoción y pasión, se dedicaron a sentirse la una a la otra.

Saborearon cada respiración pesada, cada caricia hecha con delicadeza, cada mirada llena de sentimiento.

Sentimiento que parecían haber olvidado. O tal vez así lo hicieron, sobre todo Adriana, pues había encontrado a otra persona con quien sentir eso. Tanto fue su olvido, que ya había acostumbrado a la joven estudiante a dejar de lado las cosas sencillas, las cuales también son esenciales para una relación.

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Wilde'C :*

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