Manual Para Sobrevivir A Tu Grupo De Amigas.

Capítulo 21.

Punto de vista de Madison Murphy.

¿Donde dejé mi sostén?

—Mamá, no te preocupes. Connor me llevará a casa.

Hablo con mi súper preocupada madre mientras busco mis cosas para salir de esta mierda. Estoy tan enfadada que sólo tomé una ducha y me acosté a dormir. Son las 7 de la mañana y le dije a Connor para irnos de una vez. Llamé a mi mamá temprano para decirle lo que pasó y bueno... Me esta regañando.

—No debiste haber ido con esos muchachos. A veces pienso que te crié mal.

—¡No si! Esto no fue culpa de nadie, mamá. Además, si estoy bien criada. Eso no tiene nada que ver.

—No conocías ese lugar, lo mínimo que tenías que hacer es investigar más porque...

—¡Ya! ¡Basta! ¡No quiero que sigas diciéndome lo irresponsable que fui! Sólo quiero irme y no volver a tocar este tema. ¡No tengo la maldita culpa! No hicimos nada, fue una broma que hace el pueblo ¿Entiendes?

La otra línea se queda en silencio, creo que me pasé de la raya, pero estoy muy furiosa como para seguir discutiendo con mi mamá. Me duele la cabeza, mi tobillo esta hinchado y aún intento analizar lo que pasó anoche entre Cody y yo. Mi cabeza esta que explota.

Se oye un suspiro en la otra línea.

—¿Como estás?

Ahora se escucha más tranquila. Al fin.

—Mal, nunca me habían hecho algo así. Estoy cansada y me duele todo.

—Bueno, descansa un poco y vienes.

—No, quiero irme ahora.

—Ok, como tu prefieras. Te esperamos.

—Adiós... Te quiero.

—Y yo a ti.

Corto la llamada y lanzo el celular a la cama. Llevo mis dos manos a mi frente para aguantar el dolor de cabeza ¡Es insoportable! ¡Hasta siento que palpita! Un momento ¡¿Eso es normal?!

—Maddie, vine a traerte un té... ¿Te sientes mal?

Asiento con las pocas fuerzas que tengo ¡El dolor aumenta! Intento calmarlo respirando hondo pero sigue ahí. Empiezo a llorar por lo horrible que se siente ¿Qué me pasa?

Me lanzo al suelo y me acuesto en posición fetal mientras aprieto los dedos en mi cráneo. Gimo y sigo llorando. Dios ¿que te hice?

Cody pone el té en una mesa y se arrodilla en frente de mi. Me levanta y me acuna en sus brazos para intentar calmarme. Acaricia mi cabello pero no logra hacer nada. Ya no aguanto más. Es horrible. Pego un grito y Cody se preocupa más.

En eso, llega April corriendo. Al verme, se pone alerta y busca que se yo.

—Madison, vas a estar bien. ¿Me oyes?

Mi mejor amigo hace que lo mire a los ojos, la preocupación que veo en ellos es grande. Me hace sentir aún peor.

—C-cody... M-me duele...

—Se fuerte ¿De acuerdo? Ya viene April por una pastilla.

—¿Que pasa aquí?

Elliot y Rosie entran, Rosie chilla al verme. Debo estar horrible.

—Madison ¿Qué te pasó?

No puedo responderle, gimoteo tanto que hace preocupar más a Cody.

—No tenemos tiempo. Hay que llevarla a un hospital.

Mi mejor amigo me carga y le indica a Elliot que cargue mi maleta. En ese momento llega April con la pastilla y un vaso con agua.

—¿A donde van?

—Tú sólo dile a Connor que prepare la camioneta. Nos vamos a casa.

¿A casa? Yo no quiero ir a casa. Yo quiero que me atienda un médico. Ahora.

—¿Estas loco? No durará las horas que nos llevará llegar.

Reclama Rosie bajando las escaleras detrás de Cody.

—Ella aguantará. No quiero que un loco de esta ciudad la atienda.

Es entendible lo que dice Cody pero ¡No voy a resistir! ¡Ay! Hasta gritar en mi mente duele.

—E-estas b-bromeando.

—Estoy hablando muy en serio, Madison.

Llegamos al salón donde se encuentran Theo y Courtney besándose. Espero que no estén siempre así. Que fastidio.

—Chicos, muevanse. Nos vamos.

Ellos al ver la situación no dicen nada y van a buscar sus cosas. Connor entra con su maleta y las llaves en mano.

—Montenla rápido.

Los chicos meten las cosas y revisan que todo esté en orden. Cody me deja acostada en el asiento de atrás mientras soba mi frente e intenta relajarme.

—¡¿Qué esperan?! ¡Montense!

—¡Deja de gritar, Blake! ¡Aún faltan Kiara y Cecilia!

—¡Malditos! ¡Se iban a ir sin nosotras!

Veo por la ventana como Kiara y Cecilia llegan saltando. Me reiría de ellas si no estuviera muriendome.

—¡Deja de insultar y sientate!

Todos toman asiento y Connor arranca la camioneta.

—¡Connor, si no te mueves te dejaré sin herencia con la poca fuerza que me queda!