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** Una vez me pregunté si dos almas rotas podrían sanarse entre si. Tenía la esperanza de que la respuesta fuera **
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Kira

Amanezco sobre el frío y duro suelo de la cueva.  Siento mis parpados pesados e hinchados de tanto que llorar.

Recuerdo que ayer me quedé dormida sobre los brazos de Itachi. Alterada de no percibir ni ver la presencia de él, preocupada, intento levantarme para buscarlo. Pero cuando trato de ponerme en pie, un gran dolor me invade.

Mi cuerpo esta lleno de moretones y rasmulladuras cicatrizadas. Ayer ni cuenta me había dado de todas ellas, ni siquiera sentía dolor físico. Supongo que la conmoción que tenía era mayor que el daño físico.

Intento ponerme nuevamente de pie, pero estoy completamente debilitada.

— ¡Auch!— mi cuerpo cae fuerte al suelo y me golpeo el trasero.

— Deja de ser tan terca — la voz de Itachi hace eco al ingresar en la cueva.

— Itachi-kun...— levanto mi cabeza para mirarlo— me preocupé por no verte — río de mis propias palabras — ¿ Qué tonta verdad? Es obvio que vas a estar bien.

— Deberías preocuparte de ti misma antes que de los demás— habla serio como de costumbre. Su voz me otorga tranquilidad, me estabiliza.

— Perdón por ayer — digo— por ser tan molesta.

— Siempre eres molesta.

Desvío mi vista al suelo. A pesar de que sus palabras son duras, algo en su tono de voz me hace subir de ánimo, algo tan sutil como un tono sincero. Me agrada que no intente convencerme de que soy simpática y agradable.

Sé que quizás me estoy haciendo ilusiones vacías, pero me alegra saber que ayer haya decidido quedarse a mi lado, a pesar de considerarme molesta él no me dejó sola y, aunque se haya quedado por lástima, le agradezco desde el fondo de mi alma.

— Toma...— Itachi camina hasta mi y estira su mano con una tela de color azulado.

— ¿ Para mi?— pregunto sorprendida, a lo que él asiente — gracias.

Recibo la tela y en el interior encuentro mi banda de Konoha totalmente renovada. Alzo mi vista hacia Itachi tratando de comprender todo esto. Se suponía que el fuego la había destrozado por completo ¿ Cómo es posible que esté como nueva?

— Antes de infiltrarnos en la aldea volví a buscarla — me explica — y le pedí a un herrero que la restaurara.

— Itachi-kun... — susurro con dulzura— ¿ Podrías, por favor, bajar a mi altura?

Él duda a mi petición, pero pronto se inca frente a mi.

— Muchas gracias — mis brazos se enrredan en su cuello y lo abrazo — realmente aprecio lo que haz hecho, gracias.

Me percato de qué Itachi se tensa ante mi agradecimiento y lo suelto avergonzada.

— L-lo siento— digo volviendo a mi lugar en el suelo.

Aparto mi vergüenza y me animo a ver el rostro de Itachi. Sus ojos, por milisegundos, reflejan calidez.

— Tenemos que buscar al Jinchuriki— y vuelve a su fría mirada.

Amor Escarlata ( Itachi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora