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** Tal vez, no importa cuanto ames. Ellos pueden deslizarse como agua entre tus dedos**
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De vuelta en el refugio y me encuentro con caras molestas. En el interior de la cueva hay una pequeña reunión en donde veo a Kizame, Tobi, Konan, dos sujetos que no conozco y Deidara. Este último con muy mal aspecto.

Al notarnos, ellos dejan de hablar y nos quedan mirando.

— Al fin llegan— menciona a Kizame.

— ¿ Qué sucedió? — pregunto mientras me acerco al grupo.

— Sasori murió.

< Eso quiere decir que el grupo de Kakashi-senpai está a salvo> Me hace sentir mal haberme ido de esa manera tan torpe y no haberles deseado suerte, aunque ahora, ni eso es suficiente.

— Lo importante es que conseguimos al Biiju— menciona el sujeto que no conozco.

< ¿Cómo puede hablar así? ¡ Ha perdido a un compañero!>

— Hidan tiene razón— dice Konan— ya muchos han dado su vida en bien del propósito de esta organización.

Todos, a excepción de Itachi y yo, asienten a las palabras de ella.

— ¿ Qué haremos ahora?— pregunta Hidan— quiero entrar en acción.

— Yo me encargo de eso— le responde Konan mirando a él y a su compañero— siganme. Los demás recuperense de las heridas.

Y los tres desaparecen de mi vista.

Hay un momento de silencio incómodo que decido romper.

— ¿ Que te pasó a ti?— le pregunto a Deidara que lo veo con rostro de dolor.

— Nada de tu incumbencia.

< ¿ Por qué tienen que ser tan orgullosos?>

— A Deidara- senpai le robaron su brazo — me indica Tobi.

— ¿ Es en serio?— me acerco hasta él — dejame ver.

— Ya está solucionado— me indica.

— Kazuku coció su brazo— dice Tobi.

Hago una mueca, si Kazuku es el sujeto que acompañaba a Hidan, me imagino que el procedimiento fue a sangre fría.

— ¿ Te duele?— pregunto a Deidara.

Este no me responde y desvía su mirada de la mía.

— A Deidara- senpai si le duele— me responde Tobi.

— ¡ Tu callate!— le exije el pelirubio a su nuevo compañero.

Antes de que Deidara golpee a Tobi yo interfiero entre ambos.

— Deidara, dame tu mano— le extiendo mi mano y sonrío con amabilidad.

Él hace una mueca de repudio y algo de ira, pero ante mi insistente mirada termina accediendo a mi petición.

— Bien hecho— digo— ahora, relájate.

Tomo sus manos y cierro mis ojos para concentrarme en quitar su dolor. En el proceso, mis venas se tornan de un color negro poco intenso y se nota el cambio a través de mi piel.

Pasado cinco minutos logro quitar todo el dolor de su cuerpo y suelto sus manos.

— ¿ Cómo diablos haces eso?— me pregunta intigrado.

Amor Escarlata ( Itachi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora