Capitulo 9

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Se pueden escuchar los grillos, no sabía lo que eran hasta que vi saltando a uno entre mis pies, entonces me pregunto, ¿por qué solo hacen ese ruido en la noche? O tal vez también lo hagan en el día y no los escuchamos; sí eso debe ser, en la noche todos duermen, así que ellos toman la oportunidad para hacerse notar.

—¿Te asustó ese grillo? —pregunta Day divertido.

—Sí, no sabía que eran exactamente, mucho menos que saltaban entre tus pies —dije de igual miro divertida.

Day se queda un momento callado
—Insisto, Rosh tenía razón, no debí llevarte esta noche.

—Está bien —digo levantando los hombros —. Supongo que tendré pesadillas esta noche, pero...

—Lo lamento, enserio —el remordimiento aparece en su rostro.

—Está bien Day, aunque sigo sin entender —sonrío nerviosamente.

—¿Qué no entiendes Yos?

—¿Yos? —mi rostro se tuerce.

—Bueno, no todo el tiempo te dirán Yoselin.

—¿Por qué? —cuestiono.

—Pues así como a mí me dicen Day, así como a él, le dicen Rosh, como Bec, como Cho... Rosie es fácil así que podemos con eso —explica.

—Son sus sobrenombres, entiendo, pues tal vez... —digo expectante.

Quedándome pensando unos segundos, recordando ese momento, ese deja vu al escuchar al chico de mi sueño y a Rosh, llamándome Yin, básicamente eran la misma persona, pero me costaba creerlo.

—Puedo llamarte Yos ¿entonces? —pregunta.

—Sí, como sea —levanto los hombros.

Llegamos a la serie de edificios departamentales, caminamos hacia el mío.

—El último edificio de allá —muestra Day señalando —. Ese, es mi edificio.

—Qué bien, no está muy lejos —digo.

—No, de hecho no.

Ya todo está silencioso, en otros edificios apenas se mira una que otra persona entrando.

—Pues gracias —digo sin más ni más.

Day mete la mano a su bolsillo. —Me pidió Rosh que te diera esto.

Extiendo mi mano para tomarlo.

—¿Qué es? —me pone nerviosa la idea.

—Son tus beneficios, no entiendo, tú apenas llegaste y ya te dieron más beneficios que cualquiera —dice desconcertado.

Me quedo confundida, aprieto los ojos. —¿Más beneficios que cualquiera? No entiendo.

—Sí no importa, no me hagas mucho caso, toma —dice estirando dos sobres.

—De acuerdo, gracias •dudo un segundo —¿por qué Rosh no me lo dio?

—No tengo idea, él no se lo entrega a nadie. Aunque el consorcio se lo pida, él les hace favores, pero aun así no lo entrega personalmente —responde.

Mi cabeza ya está agotada, lo suficiente como para pensar en más interrogantes.

—Sí bueno, entonces nos vemos mañana —me despido.

—Claro, descansa -me devuelve con una sonrisa encantadora.

Me doy vuelta para entrar a mi edificio, subo a mi piso, y entro a mi habitación, todo sigue igual a como lo dejé, me pregunto si habrá alguien que limpie los cuartos, me alisto para ir a la cama.

RecordandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora