Capítulo 29

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Samantha

Me observé al espejo del armario y me sorprendí de que ese vestido me quedara tan bien. Creí que me quedaría mal, pues mi piel era demasiado pálida para un color celeste pastel como lo era ese, pero abrazaba bien mis pequeñas curvas y me sonreí ante ello. Aunque, parecía demasiado escotado pues sentía que apenas me cabían los senos allí y eso que ni siquiera tenía senos grandes.

-Te ves hermosa...- balbuceó desde la puerta y lo vi por el reflejo del espejo. Se veía tan elegante, y estaba feliz de que hubiese elegido ese vestido, y los zapatos bajos para mí, aunque no entendía por qué teníamos que vestirnos así.

-Gracias, este vestido es muy bonito.- le contesté, tomando la chaqueta de vaqueros de sobre la cama para ponérmela.

No quería ilusionarme con la idea de que Andrew me amaba, pues no quería salir herida al notar que solo era una interpretación errónea mía, pero eso no significaba que mi cabeza no diera tantas vueltas a ese pensamiento.

-Bajemos ya, ¿Quieres?- me pidió y me rocié un poco del perfume que había bajado a buscar antes de que él regresara, junto con mi ropa interior.- Oh, dios... Eso huele delicioso...

-Gracias, de nuevo, pero lo único delicioso que logro oler es lo que sea que estés cocinando.- me acerqué a él lentamente y entrelazó sus dedos a los míos al tenerme a su lado. ¿Y qué si en verdad me amaba pero temía confesarlo?

-Entonces, te gustará demasiado...- me llevó con él escaleras abajo y cuando acabamos de bajar...- Por cierto, ven aquí...- se paró detrás de mí y cubrió mis ojos con sus manos. Aunque yo ya había visto los cientos de pétalos de rosas en el suelo, algo en verdad romántico. Y parecía que se extendía hacia las otras habitaciones, ¿Cómo había logrado eso en tan poco tiempo?

-¿Qué haces?- pregunté divertida, tomando sus manos y se rio haciéndome caminar. ¿A dónde me llevaría?

-Es una sorpresa, se supone que no la veas aun.- me susurró al oído, aun llevándome a donde sea que me llevaba. El aroma a comida se hizo aun más fuerte y lo único que reconocía era... Cebollas. Aun se oía la música que antes había estado oyendo, era como si toda la casa estuviera conectada para reproducir la música y pronto Andrew me soltó.

-Oh, dios...- balbuceé, al ver que, realmente, esto sería una velada romántica. Habían un candelabro sobre la mesa, junto a un jarrón con rosas, dos platos, copas, champaña, vino, una campana metálica cubriendo lo que, yo creía, era nuestra comida, cubiertos de plata, servilletas, y unos papeles sobre uno de los platos.- Andrew, ¿Tú hiciste todo esto para mí?- pregunté volteando hacia él y se encogió de hombros antes de sujetarme la cintura.

-Esta noche es especial para ti, es especial para mí también.- me susurró y no pude tener fuerza de voluntad que me alejara de sus labios. Lo besé, lo mejor que podía para demostrar mi agradecimiento y él me siguió unos segundos, con una sonrisa en su rostro antes de apartarme.

-Gracias...- le dije viendo sus ojos grises, ahora brillantes. Un último beso y me acercó hacia la mesa. Corrió la silla para mí y le sonreí sentándome.- Gracias.

-Es un placer.- me respondió antes de sentarse junto a mí y dirigí mi vista a los papeles.- Oh, Samantha, para... Es muy vergonzoso...- balbuceó y supe que también hablaba de los papeles.- Quería comprarte una tarjeta, pero eran muy estúpidas y yo... Te hice una.

-¿En verdad?- pregunté, una gran sonrisa creciendo en mi rostro y pareció sonrojarse mientras sonreía. La tomé en mis manos y la abrí, tenía varias páginas, así que se parecía a un folleto más que a una tarjeta.

Honey Girl [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora