Capítulo 41

11.7K 525 25
                                    

Samantha

Me sentí mal por Andrew, por dejarlo sin una respuesta. Lo único que pude hacer fue dirigirme hacia el elevador y él me siguió, sin decirme nada. ¡Qué pregunta tan complicada! ¿Por qué me la hacía?

¿Quieres casarte conmigo?

¿Qué, acaso, no estabamos casados ya? ¿Qué no habíamos estado casados desde hace meses, a pesar de la distancia? No habíamos oficializado nuestra separación con algo así como un divorcio pero, ¿Qué pensaba en hacerme esa pregunta?

-Samantha, por favor, estás... Matándome... No me molestará si me dices que no, te juro que no me molestará. Solo, por favor, no te quedes en silencio, yo...- comenzó Andrew cuando bajamos del elevador en la planta baja y volteé para verlo fijamente.

-Ya estamos casados.- respondí velozmente y Andrew sonrió levemente dando un paso más cerca de mí.- Nos casamos y...

-Te obligué a casarte conmigo, no te di elección y ni siquiera pude proponerte matrimonio tiernamente como debía haber sido.- respondió, moviendo su cabeza a un lado y a otro, sus manos siendo más expresivas antes de sujetar las mías.

-Pero, Andrew...- comencé balbuceando, a mi cabeza regresaron todos esos recuerdos de la primera vez que nos habíamos visto, y una sonrisa se dibujó en mi rostro. Era verdad, yo nunca había querido que todo fuera tan frío y mecánico como lo fue pero...

-Samantha...- se arrodilló frente a mí y mis ojos se volvieron corrientes de agua, rodando por mis mejillas. Revisó dentro de sus pantalones algo pero al no encontrarlo, lo buscó dentro de su bota. Solté una risita ante ello, como él lo hizo y sacó una aterciopelada caja azul que pronto abrió ante mí.- Tú, preciosa chica de miel, madre de mi hijo perfecto, tú hermosa diosa de...

-¿Realmente es necesario todo esto?- pregunté en un susurro y sus mejillas se sonrojaron suavemente antes de dejarme ver el anillo. Era plateado, con pequeñas piedritas blancas similares a los diamantes repartidas en todo el aro. Era bellísimo.

-Es para reparar tanto tiempo perdido.- me susurró complice y luego de reír conmigo y aclarar su garganta, continuó.- Tú, mi chica de miel de ojos grandes y brillantes. Sam, sabes que eres muy importante para mí, es decir, mírame, parezco un vagabundo... Quiero compartir toda mi vida contigo y si tú quieres hacerlo conmigo, por favor, dime si quieres casarte conmigo (a pesar de que estemos casados y todo eso), ¿Quieres casarte conmigo?- preguntó y con mis ojos llenos de lágrimas, estuve a punto de responder cuando...

-En mis tiempos, debías pedir permiso al padre de la novia antes de proponer algo...- esa ronca voz. No, yo estaba imaginándolo. Habían pasados años desde la última vez que lo había oído pero, esa ronca voz seguía sonando como la suave voz que siempre me había arrullado, que siempre me había tranquilizado.

-¿Pa-p-pa papá?- pregunté volteando hacia la puerta y si antes había estado llorando, lo de ahora no se comparaba. Su cabello estaba enmarañado, con rizos, con algunas canas. Sus ojos cansados y apagados, con ese color de miel ya no tan presente. Su ropa parecía vieja, rota, sucia, parecía un criminal, un vagabundo pero, diablos... Él era mi padre.

-Finn, esta perfecta mujer que es tu hija es con quien quiero vivir mi vida, y me lo permita o no, yo no dejaré que me lo impida.- le discutió Andrew y lo observé confundida mientras él sonreía suavemente.

-¿Y tú, señorita? ¿Tienes demasiados resentimientos como para saludar a...?- comenzó Finn pero antes de que pudiera acabar, lancé mis brazos a su cuello y lloré abrazada a su pecho, mientras que él me abrazaba con la misma fuerza.- Oh, Samantha, cuanto has crecido...

Honey Girl [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora