Capítulo 8

17.5K 838 10
                                    

Andrew

-Espero que tenga una buena noche...- me saludó Samantha deteniéndose en la puerta de su habitación y la sujeté con fuerza.

-No, Samantha, en esa habitación se quedará tu amiga.- le advertí y ella la vio extrañada y luego a mí.- Tú, emm... Creo que mi madre también se quedará, deberíamos fingir que dormimos en la misma habitación, ya sabes...- jugueteé con mis dedos en los suyos dedos y ella se sonrió.

-No entiendo el por qué, Andrew, pero no me convence demasiado esa razón.- se rio un poco nerviosa y puse mis ojos en blanco.

-Bien, Samantha...- me incliné a su lado y la levanté en mis brazos, haciéndola soltar un pequeño grito ya que la mitad de su cuerpo estaba sobre mi espalda y su trasero en mi hombro.- ¡Todos a bordo!

-¡Andrew! ¡Bájeme, por favor!- pidió mientras la llevaba escaleras arriba hacia el segundo piso.- ¡Andrew!

-Tienes un buen trasero, esposa.- bromeé dándole una palmada y soltó un nuevo gritito.- Quiero morderlo, ammm...- acerqué mi boca a su muslo y mordí suavemente.

-¡Basta, basta!- gritó riéndose y retorciéndose en mis brazos. Apenas llegué al segundo piso pues con tantos movimientos de su parte, Samantha cayó de mis manos y yo sobre ella. La sostuve lo más que pude así que no recibió ningún golpe, por suerte.- Andrew...

-Quiero que nunca olvides esta noche.- le susurré acomodándome entre sus piernas. Me sonrió nerviosa, con ojos brillantes y me detuvo antes de que lograra besarla.

-Lo siento señor, debo de devolverle a su madre este colgante que...- le detuve llevando mi mano hacia el colgante de delfín de su cuello y no solo para tener una excusa para rozar sus senos.

-Yo le regalé esto a mi madre cuando era un niño.- le conté y ella asintió con la cabeza comprensiva.- Fue lo primero que compré cuando tuve conciencia del valor del dinero.

-Lo primero que compré cuando tuve conciencia fue este broche...- señaló su broche que era como una rosa blanca, mucho más amarillenta que el vestido.- Lo compré esperando el día de mi boda.

-Pues ese día llegó y lo usaste.- asintió y observó hacia atrás de ella.- Emm... ¿Quieres...? ¿Quieres algo de beber, o ver televisión?- le pregunté levantándome de sobre ella y le extendí mi mano para ayudarla a levantarse. ¿Qué había pasado con mi deseo descontrolado de hacerla mía?

-¿Podría... tomar una ducha, quizás? Los tacones no hicieron nada bueno por mis pies.- confesó sonriéndose, con una mueca de dolor mientras quitaba sus pies de los zapatos.

-Claro, te prepararé la tina... Ponte cómoda mientras tanto.- le sugerí dirigiéndome hacia mi baño. Abrí las llaves y comencé a llenar la tina con gel para espuma y burbujas de aroma a cerezas.

-¿No puedo hacer algo por usted, mientras tanto?- me preguntó acercándose a la puerta del baño. Se posó contra el marco y me quedó viendo como preparaba las toallas y un albornoz.

-No lo sé, ¿Quieres quitarte el vestido?- le pregunté y juro que no de la forma en la que normalmente lo hacía, sino que para ser amable.

-No tengo nada que ponerme.- me dijo con timidez y corrí hacia mi armario para tomar una camisa y extendérsela.- ¿Es...?

-Puedes ponértela hasta que vaya por tu maleta.- le comenté y ella tomó la camisa tímidamente.

-Tiene broches el vestido...- me dio la espalda y se levantó lentamente el cabello con las manos.- ¿Sería tan gentil de desabrocharlo?

-Claro- respondí un poco atontado. Llevé mi mano por su cuello y bajé por su espina hasta llegar al vestido para desabrochar los primeros broches. Amaba que su piel fuera tan suave, tan delicada. No pude evitar posar mis labios en su nuca y besarla con cuidado.

Honey Girl [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora