Capítulo 23

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Andrew

Oh, preciosa. Un poco de sexo y te ves deshecha, a punto de dormirte. Y yo aun quiero más, quería hacerlo contigo una vez más, o todo el tiempo... Si tan solo no debiera ir a mi maldito trabajo.

Al menos ahora ya estaría resuelto el tema de su primera vez, ahora sabía que yo era un buen actor pues no sospechó de nada. Y por fortuna, no había querido ver sangre que no existía pero ella no sabía eso. No sabía que esta era su segunda vez conmigo... O con cualquiera.

-Samantha, no te duermas.- pedí susurrándole al oído y negó con la cabeza, haciendo un puchero y sin abrir los ojos. Esta chica era hermosa, quería comer ese puchero suyo...

-No, estoy exhausta...- contestó rodeándose mejor con las mantas y me incliné para besarle su mejilla. Dos, tres besos... Tantos como pudiera.

-Vamos, bajemos a desayunar...- le pedí nuevamente, acariciándole la mejilla con mis dedos y respiró pesadamente mientras mis dedos bajaban a su cuello.- Tengo que ir a mi trabajo, cariño...

-Vete, pero te conviene regresar.- me regañó y reí inclinándome hacia ella para besarla nuevamente. Amaba el nuevo aroma que emanaba de ella, sexo y miel. Dios, esta mujer olía delicioso.

-No, vamos a desayunar.- murmuré contra su piel y continué a su cuello.- ¿Lo preparamos juntos?- Dí que sí, dí que sí...

-Mmm...- balbuceó, sin responder y me levanté para verla al rostro. Su cuerpo desnudo estaba cubierto por esas malditas mantas, ese cuerpo perfecto que acababa de amar. Abrió sus ojos con lentitud y me sonrió al verme. Me gustaba como su cabello estaba tan inflado y despeinado por tanta fricción contra las sábanas.- Hola...- me saludó con voz ronca y besé sus labios de a poco, saboreando cada sabor distinto. No había muchos, pero quería conocer todos los que tenía.

-Hola Samantha.- la saludé de vuelta y me levanté de la cama desencantado. No quería alejarme de esa mujer, quería permanecer con ella todo el día, en especial ahora que habíamos dado un paso tan importante... Y que ella lo recordaba.- Iré preparando el desayuno, vete a vestir... Y baja a desayunar conmigo.

-Bla, bla, bla. De acuerdo...- contestó cerrando los ojos nuevamente y no pude evitar reírme ante tanto infantilismo, justo luego de que acababa de convertirse en toda una mujer... Mentalmente, pues lo era, físicamente, desde hace días atrás.

-No te tardes...- le pedí en su oído y oprimí un beso en él antes de caminar hacia la puerta.- O vendré por ti...- la amenacé, esperando que fuera la provocadora que discutía conmigo pero...

-Bla, bla, bla.- volvió a decir y volví a reír ante eso, solo para luego salir desganado de la habitación y dirigirme hacia las escaleras.

Hacia mis escaleras, pues me fui a mi habitación y mi ducha. Aunque no quería quitarme la esencia de la encantadora acción que acabábamos de vivir, no podía ir al trabajo sudado además de que iba tarde.

Una rápida ducha, un traje de siempre, una corbata suelta y pronto bajé al primer piso. Observé entre la puerta entreabierta de la, bautizada por Samantha, "Habitación del sexo" solo para ver que la muy perezosa aun estaba en la cama. Reí, pero intenté no hacer tanto ruido, sí que estaba cansada. La despertaría para que desayunara y eso sería suficiente, no quería molestarla ya que se veía demasiado cansada luego de ese emocionante momento entre nosotros.

Bajé a la cocina una vez más y luego de poner agua en la cafetera, encendí la tostadora y metí dos panes dentro. No tardaron demasiado en hacerse y luego de que las saqué, metí dos tartas rellenas en él. Me apoyé en el fregadero mientras veía esas curiosas que habían publicado en un internet, en Blog informático con el título de "Saber de palos y bolas". Si Samantha llegaba a ver que nos habían fotografiado en el campo de golf se volvería loca. De seguro se avergonzaría demasiado, aun más si leía lo que decía abajo.

Honey Girl [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora