Capítulo 38

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Samantha

No, él no podía estar aquí. No podía regresar así como así y creer que recibiría flores y chocolates. Él me había abandonado durante ocho meses, sin comunicarse, mientras vivía una nueva vida con una nueva mujer y con un hijo, uno que pudo haber tenido conmigo. Pero fue esa su decisión, y me importaba poco lo que hacía lejos de mí. Lejos no me dolía tanto... ¿O sí? El amor siempre hacía sufrir a la gente, quizás yo solo era una más... Pero no por tanto tiempo.

Un momento, ¿Cómo demonios había sabido Andrew donde estaba? Es decir, sí, el mensaje que yo le había dejado decía que estaba en un hospital público pero éste no era el único hospital público del país. Observé a mi alrededor mientras arrullaba a Tristan y me tragué mi sollozo para no transmitirle mis emociones al pequeño. Entonces vi un bolso en el suelo, uno un poco maltrecho y sucio. De seguro era de Andrew, no podía ser de nadie más.

La curiosidad pudo conmigo, dejé a Tristan sobre la cama lentamente, él con un chupete en su boca y me incliné para ver el bolso. Lo abrí intentando no hacer ningún sonido con la cremallera y fue difícil, hasta que logré abrirlo por completo.

Y me sonreí, y me puse a llorar aun más, una sonrisa tras el llanto.

Había unos cuatro o cinco cambios de ropa para Andrew, lo noté por el tamaño pero eso solo ocupaba una tercer parte del bolso pues el resto tenía objetos de bebé, mantas, suéteres, ropas, pañales, biberones y más ropa de bebé. Lo extraño era que había un cuaderno allí, una portátil, un cuaderno, y... ¿Esa era la rosa de mi vestido de bodas? Tomé el cuaderno y lo abrí en la primer página, viendo esa elegante letra de Andrew:

-Samantha Danielle Hoover, la mujer más perfecta de este mundo. La única persona a la que realmente amo... Bueno, una de las dos únicas personas a las que amo (o en todo caso, amaré) en mi vida.-

La siguiente página tenía una foto nuestra de la boda, en la que sonreíamos, en la que éramos felices. Continué, estaban las fotos que habíamos tomado en las cabinas automáticas del centro comercial. Las que estaban repletas de besos. Oh dios, él tenía una foto de cuando habíamos ido a patinar y yo ni siquiera lo sabía. Entonces, reconocí un papel doblado, que bien podía haber sido parte de la tarjeta de mi cumpleaños. Era uno de esos perfectos dibujos suyos, una habitación repleta de velas, con signos musicales flotando y de un él y una yo viéndose fijamente con ojos brillantes, ambos sobre la cama.

«Fue nuestra primera vez.

La primera vez que estuviste con alguien...La primera vez que le hice el amor a una chica...Fue tan especial...

Y también una lástima que lo olvidaras.»

¿Yo? ¿Olvidar que habíamos hecho el amor por primera vez? Pero... ¿No había sido en mi cumpleaños que lo habíamos hecho? ¿Este dibujo lo habría hecho en los últimos tiempos? Sí, posiblemente era eso...

Continué girando las hojas, pero la que seguía era como la primera, una hoja en blanco sin más que varias palabras.

«Y he aquí, las dos maravillas con las que me encontré en mi vida.

Mis dos ángeles, mis dos alegrías.

Lo único que me queda...»

Entonces, lo que seguían eran fotos mías, de mi barriga, mis ecografías, de mis diferentes tamaños de estómago y me detuve allí. ¿Cómo es que Andrew había conseguido eso? ¿De dónde lo había sacado? Mis lágrimas cayeron más y continué girando las páginas, encontrándome con dibujos, poemas, palabras... Todas relacionadas a mí, pero me sorprendí realmente cuando, en la última página, se encontraba mi foto. Y me refiero a MI foto. A la única fotografía que me pertenecía. A la de mi niñez, a la de mi familia.

Honey Girl [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora