⑲ Mi chica

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No había planeado algo por el estilo, sólo estaba dispuesto a hacerlo; a pedirle que sea mi novia.

Pero hay algo cierto; la juventud ha cambiado.

Me hecho la idea y aun lo pienso; chicas como Destiny no buscan compromiso o que le pidas de una manera cursi que seas su enamorada. Sólo... no.

Pero todo este cambio de "chico malo" tenía que valer la pena, tenía que servir de algo.

Había sonado la campana de salida y es así como fui directito a la muerte; digo, a ella. Fui hacia su salón y me llevé una gran sorpresa; ella ya no estaba.

Recuerdo que me decepcioné y preocupé mucho, pues se supone que ella estaba comiendo de mi mano, por eso supuse que me iba a esperar incondicionalmente, pero al parecer no o eso es lo que ella quería que creyera.

Corrí al pasillo y fui directo a su casillero, pero ella no estaba allí.

No había señales de ella.

Salí del campus y justo tomando el bus, la vi subiendo a éste.

Decidido a enfrentarla, la tomé de la mano sin previo aviso y la aparté a un lado.

"¡¿Qué mi*rda te pasa?!" Contesto totalmente fastidiada.

La miré a los ojos fijamente y ella hizo lo mismo, y así pude bajar su ira. Mis ojos la penetraban y no importaba que sus ojos sean cielo, yo lograba controlarlos, ponerlos en gris, contaminarlos totalmente.

"¡¿Qué mierda me pasa?! ¿En serio quieres saber?" Me acerqué más a ella, así intimidándola completamente.

Soltó un suspiro desesperante.

"¿A qué mi*rda estás jugando Malik?" Preguntó derrotada.

"A la mi*rda que tú hace tiempo quieres jugar". Le respondí.

Porque ella también quiso jugar a ésta mi*rda hace mucho tiempo.

Recuerdo esa vez que nos tocó hacer la tarea juntos y lo que hizo:

Tomó asiento en el mueble de mi sala, mientras yo ponía algo de música.

En ese momento estábamos saliendo.

"Esa canción es buena". Mencionó.

Era una canción algo tipo "Cincuenta Sombras de Grey". No sé por qué tenía eso en el reproductor, pero lo ignoré. Además, a ella le gustaba.

"Entonces, - Tomé mi libro. - hagamos la tarea". Dije sentándose a su lado.

Pero para mi sorpresa, ella negó algo divertida.

"No, no, no antes de morrear". Condicionó.

"¿Morrear?" '¡¿Qué es eso?!' No sabía lo que era.

"¿Cómo no lo puedes saber? - Se hizo la ofendida. - Pero me encantaría enseñarte". Dijo coquetamente.

Sin verlo venir, me besó. Pero lo más que me sorprendió es que me pedía con su lengua entrar a mi cavidad bucal. Sin más, se lo permití y así empecé a sentir adrenalina pura.

Nunca había besado a una chica de esa manera tan osada y la verdad es que no me arrepiento, pues se sintió estupendo.

¡Amo el morreo!

Y eso me hizo saber que ella también quería jugar a su maldita mi*rda.

"Dime una cosa, ¿por qué todo eso? ¿Por qué esto del cambio?" Me preguntó.

La verdad es que me había molestado mucho su pregunta; ¿no era obvio? Fue por ella, por su aceptación.

Dejé ir su mano de la mía. "¡¿Hablas en serio?!"

"La verdad es que no me gusta la mi*rda; tú me has ignorado todo este tiempo y ahora me persigues, ¿quién te entiende Malik?"

"Yo soy el jefe del juego y tú la jugadora. Aprende a jugar mi amor". Soné desafiante.

"¿Qué te pasa?" Negó con la cabeza como si no creyera lo que estaba viendo; a mí.

"Yo sólo quiero una cosa - Profundicé en su mirada. - y la obtendré sea como sea".

"¿Ah sí? - Se cruzó de brazos. - ¿Y se puede saber qué es eso que tanto quieres?"

"No sé, - Me crucé de brazos. - dímelo tú".

Negó con la cabeza; la había remedado. Es que ella siempre me decía eso: "No sé, - Se cruzaba de brazos. - dímelo tú".

"¿Sabes qué?, ya no puedo más". Separó sus brazos con la intención de irse, pero la detuve tomando su mano y atrayéndola brusca y muy cerca de mí.

Profundicé otra vez en su mirada.

"¿Qué quieres de mí?" Preguntó al fin.

No sé cómo, pero tuve el valor de hablar muy cerca de sus labios como ella siempre hacía para que le haga un favor o algo así, como esa vez que no le quise hacer la tarea de historia, pero terminó convenciéndome hablándome muy de cerca.

"Tú sabes lo que quiero". Le susurré.

"¡Estoy cansada de esta maldita mi*rda! - No le gustaba que mandaras en su juego. Bajó la voz, porque ya nos estaban viendo, pero aun así sonaba muy molesta. - ¡Dime la maldita mi*rda a la que estás jugando!"

Le iba a sacar más desquicio:

"¿Quieres está mi*rda?" Le pregunté.

"¿Qué? ¡¿De qué hablas?!" Se estaba impacientando.

"¿Quieres jugar?" Le insistí.

"¿Jugar a qué?" No entendía.

"¿Quieres jugar sí o no?" Le volví a insistir.

"Pero..."

"¡¿Quieres jugar sí o no?!" Grité.

"¡BIEN!" Me terminó gritando ella.

Y sólo al segundo de que lo dijera, la besé, subiendo la intensidad de ésta al límite.

Ella lo disfrutaba y yo también lo hacía.

Al separarnos, noté que quedó extasiada, así que aproveché y le susurré:

"Hasta luego mi chica, porque ya lo eres". Y así le di un último beso en los labios muy sonoro, para irme todo ganador.

Y así fue como firmé el contrato hacia el infierno, placentero y disfrazado infierno.

ContaminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora