Quiero que estés a mi lado
La mesa de la posada estaba tan repleta de platos calientes y de olores tan apetecibles que a pesar de ser un almuerzo muy normal, a Galidel se le antojó un gran banquete real. Y es que hacía tantas semanas que no degustaba ningún guiso casero que se le hacía la boca agua solo con ver el humillo que salía de los platos.
El olor era exquisito y entraba muy bien en sus fosas nasales.
El joven mesonero que les había cogido el pedido, les sirvió de primero un suculento plato de cocido con carne de ternera y buey y la joven, recreándose en el placer de aquel plato tan característico de la clase obrera, cogió su cuchara y la hundió en el plato hasta llenar toda la superficie del utensilio para llevárselo a la boca.
¡Delicioso! Estaba sumamente delicioso.
- ¡Oh! - exclamó lleno de satisfacción el grandón Tocino -. ¡Que bueno está!
- ¿Y que no está bueno para ti? - le gruñó Cascabel sentado a su lado y que se había llevado un codazo por parte de Tocino al comer el hombrón con aquel hambre tan voraz que poseía.
- ¡Tengo hambre! - se quejó el gordo con las cejas fruncidas -. Y es lo más normal del mundo puesto que soy el único que ha viajado a pie hasta aquí.
- ¿Y qué esperabas? - intervino Carroñero que estaba sumamente feliz después de que Kanian, con su preciada magia, le sanase la pierna rota -. El único caballo capaz de soportar tu peso es pasto de gusanos, es normal que tengas que ir a pie y considero que es bueno para ti hacer un poco de ejercicio.
- ¿Un poco de ejercicio? ¡Un poco de ejercicio! - rezongó el interpelado mientras la joven se aguantaba las ganas de reír -. Ya me gustaría verte a ti en mi situación.
- No sería la primera vez que recorro muchos kilómetros con mis dos piernas como único medio de transporte.
Y sin bajarse ninguno de los dos del burro, siguieron discutiendo una y otra vez mientras los demás reían disimuladamente y les dejaban hacer.
La joven nunca hubiese imaginado que algún día conocería a un grupo de personas tan variopinto como aquel. Y es que, aquella troupe de contrabandistas, poseía un espécimen completamente distinto que, irremediablemente; chocaba sin remedio y aún así, aquellos ocho hombres darían la vida por cada uno de sus compañeros. A ella le fascinó su camarería al igual que las características de cada uno de aquellos hombres. Era cierto que no hacía ni un día que se conocían, pero todos eran tan francos y transparentes que era fácil tener una idea bástate clara de la personalidad de cada uno.
Pero eso no quería decir que dejasen traslucir sus deseos, pasiones, sufrimientos y secretos.
En el transcurso del viaje que aconteció después de que Kanian decidiese unirse al grupo de Araghii, el jefe de los contrabandistas había decidido - con el beneplácito de Nïan - que el mejor lugar al cual podían dirigirse en aquel momento era la aldea situada al norte de Sirakxs y llamada Faswë. Aquella recóndita aldea situada muy cerca de la playa y que estaba rodeada de calas, era el mejor paraje para ocultarse si alguien iba tras su pista aunque, de momento, fuese algo poco probable ya que el rey Xeral aún tardarían unos días en descubrir lo acontecido a sus Señores del Dragón. Por ello, después de deshacerse de los cadáveres del os caballos muertos de los contrabandistas, se determinó que, como solo habían sobrevivido cinco equinos estos serían compartidos. Galidel y Kanian irían juntos al igual que Araghii y Pólvora. Mochuelo - sin ningunas ganas de ir con él - le tocó con Sanguijuela y Carroñero se emparejó con Zorro. Pero cuando le llegó el turno del gran Tocino de montar, su jefe le detuvo.
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Los Señores del Dragón (Historias de Nasak vol.2)
FantasiaPortada de María Sánchez Torrente Han pasado cien años desde que terminó lo que fue una corta guerra entre los Hijos del Dragón. Los antiguos reyes de Arakxis murieron ante el ataque de los Rebeldes y el dragón azul fue secuestrado por su lider. Ah...