Capitulo dieciocho

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Corre que te pillo

Tres días habían transcurrido desde la marcha de los fugitivos de la aldea cuando Araghii y sus hombres franquearon la entrada de Vinela. Lo cierto es que los contrabandistas lo habían pasado muy mal para llegar hasta allí. Después de seguirle la pista a su palomita de los huevos de oro, el grupo tuvo que buscar refugio bajo una tormenta torrencial que propició que Carroñero perdiese la pista de sus presas al mezclarse y borrarse con el paso inclemente del agua.

Cuando la mañana se presentó despejada, Carroñero juntamente con Zorro, marcharon en avanzadilla para buscar pistas y, al mediodía, cuando regresaron al campamento para informar dijeron:

- No hay huellas ni rastros por ninguna parte.

Araghii, que estaba mordisqueando un pedazo de pan tostado con confitura de ciruela pinchado en su navaja de mano, dejó de comer para mirarles con el rostro ensombrecido.

- ¿Nada?

Zorro negó con la cabeza y Carroñero se cruzó de brazos.

- La lluvia se lo a llevado todo jefe.

- ¡Mal rayo les parta! - maldijo Araghii y Tocino, temiendo que lanzase su tostada, se apresuró a cogerla de su navaja y a comérsela de un bocado. El contrabandista jefe miró a su subordinado con una intensa mirada asesina y el hombrón, con unas gotas de frío sudor, tragó el pedazo de pan y se contuvo para no comer nada más.

- ¿Qué haremos ahora Araghii? - le preguntó Pólvora con su serenidad habitual, serenidad que el hombre agradecía para combatirle la poca que él mismo poseía.

- Está claro que ese jovenzuelo se dirige hacia su tierra natal. Es lógico pensar que quiera reunirse o ir a algún lugar importante para él. Y ese lugar es Sirakxs, pondría mis dos manos al fuego sin temor a quemarme - explicó Araghii limpiando su navaja y guardándola en su fajín -.  Iremos hacia allí.

- ¿Tanto vas a arriesgarte jefe? ¿Qué puede querer hacer allí? - intervino Sanguijuela haciendo una mueca -. Ese lugar está casi en ruinas.

- Si, pero no creo que pierda nada -. se volvió hacia su segundo y hacia Zorro -. ¿Qué decís vosotros dos?

- Que es lo más probable - dijo Pólvora sin vacilar. A lo que el otro añadió:

- La lógica no dice otra cosa y si es otra cosa, es la mejor senda que podemos seguir ahora.

Araghii se volvió hacia su rastreador y Carroñero asintió.

- En marcha pues.

Si hay algo que los contrabandistas tienen más sabido que los demás habitantes corrientes del Señorío, es la noción de cada lugar y recoveco del terreno al igual que todo el mapa del continente memorizado en sus cabezas. Por ello y a pesar de no tener barca, Araghii y los suyos sabían perfectamente cual era el punto justo donde el fondo del mar interior no era tan profundo y, una vez allí - después de casi medio día de camino -, cruzaron hasta el otro lado al amanecer, cuando la marea era más baja. 

Ya en el lado este del Señorío, en la antigua tierra de Arakxis, el grupo de contrabandistas que ya era poseedor de pocas provisiones, decidieron hacer un alto en una pequeña aldea que conocían muy bien y, en la cual, solían hacer negocios de contrabando con armamento. Así, que sin sospechar que su presa había pasado por allí, Araghii se detuvo con sus hombres en la taberna de Vinela con el gaznate seco y  el estómago en los talones.

La taberna del lugar, al ser mediodía, estaba muy concurrida y muchos aldeanos bebían jarras de cerveza negra espumosa con un buen plato de pan blanco con tomate, aceite y pimientos rojos asados. A todos se les hizo la boca agua ante los olores de comida casera que se mezclaban en la gran sala de la taberna y, buscando una mesa desocupada, tomaron asiento y esperaron a que un mozo les tomara el pedido con una libreta y un trozo de carboncillo en la mano.

Los Señores del Dragón (Historias de Nasak vol.2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora