Su cercanía y lo que decía me ponía nerviosa. No lograba pensar con claridad y eso no era para nada bueno.
La primera lección que mi padre me había dado había sido nunca ponerme nerviosa, aunque tuviese un oso pardo de dos metros frente a mí. Mantener la cabeza fría era el paso más importante para sobrevivir.
Respiré hondo y antes de cerrar mis ojos vi cómo una mueca curiosa se instauraba en su cara. Abrí los dedos de mi mano, la cual estaba atrapada por la suya, haciéndola lo más plana posible y tirando de mi mano rápidamente. Logré sacarla hasta los dedos y entonces con estos cogí su mano y flexioné sus dedos hacía atrás, provocándole un dolor que le hizo soltarme. Di dos pasos atrás y giré mi cuerpo hacia un lado, haciendo que mi hombro derecho estuviese frente a él. Levante los puños al aire, por debajo de mis ojos y esperé su ataque.
—Vamos lobito, juguemos ahora a mi juego.
Él, con una sonrisa arrogante en su cara, se puso en posición de lucha.
—Procuraré no hacerte mucho daño, deliciae*.
—Inténtalo, contumaz*.
Me lanzó rápidamente un golpe, el cual bloqueé abriendo la mano y empujando su puño hacia afuera, lo que aproveché para lanzarle una patada lateral. Él la esquivó dando un paso a mi costado y sujetándome la pierna.
Sonrió, viéndome en clara desventaja y posicionándose en su mente ya como el ganador.
Segunda regla de la supervivencia: jamás subestimar a tu enemigo.
Doblé la pierna acercándome a él de un salto, lo sujeté por la cara y la bajé hasta mi rodilla provocando un fuerte ruido de rotura. Ahora me tocaba a mí sonreír.
Me soltó, empezando ya a sangrar por la nariz, mientras yo me preparaba para recibir un golpe de su parte. Entonces una voz nos interrumpió.
—¿Dios mio santísimo, hijo mio, que estáis haciendo? —Dijo una voz alarmada.
El chico se irguió en todo su esplendor y disimuló el dolor.
—Nada, madre, le enseñaba a... mi prometida, Urraca*, algunos movimientos para defenderse.
Su cara dejó al momento la del lobo para evaluarme con la mirada.
—Un gusto en conocerte, querida —Dijo acercándoseme la mujer y dándome un gran abrazo—. Es muy bonita, que ganas tenía de ver a mi nuera Durán.
En este corto e intenso periodo de tiempo en el que parecía estar excluida de su conversación había descubierto varias cosas.
Durán era el nombre del apuesto lobo que estaba a mi lado, el cual al no saber mi nombre me había puesto uno a traición. Yo, al parecer, era su futura esposa y, por último, los lobos se tomaban demasiadas confianzas.Me separé bruscamente de los brazos de la loba.
—Perdone, pero creo que se está equivocando. El diro* de su hijo y yo no tenemos nada que ver, válgame dios y que así siga.
La mujer me miró extrañada. Durán le dio una sonrisa fingida y, disculpándose con su madre, me cogió por la mano y me arrastró hasta la casa. No me opuse a esto dado que cuantos menos lobos respirasen el mismo aire que yo mejor.
Una vez dentro cerró la puerta, impidiendo que el sonido saliese y me enfrentó.
—¿Se puede saber por qué mierda has dicho eso allí abajo? —Me dijo.
Parpadee incrédula.
—¿Será porque es la verdad? —Le respondí, cruzándome de brazos sin entender qué acababa de suceder.Se pasó las manos por su pelo desesperadamente, alborotándolo aun más.
—Vale, mierda, perdón por todo lo de antes —¿Un lobo pidiendo perdón?Alcé una ceja—. Pero necesito tu ayuda, enserio.
Me senté disfrutando el momento.
—¿Por qué te iba a ayudar?
—Escucha, me lo debes. Te pillé fisgoneando en un territorio que no es tuyo y en lugar de encerrarte te salvé cuando te desmayaste y tre llevé a esa cama tan cómoda de ahí arriba —Explicó.
—No es como si te lo hubiese pedido y ni pienses remotamente que me sentiría en deuda contigo —Me reí—. Además, eso de "encerrar" es nuevo para mí. Nunca lo había escuchado como eufemismo para matar dolorosamente.
—Pues podría "encerrarte" ahora mismo, ¿lo sabes, no? Estaría en mi derecho.
Me levanté de golpe apuntando mi daga a su cuello. Él no se inmutó y mantuvimos unos minutos de tensión mientras nos mirábamos a los ojos sin decir nada.
—Quiero proponerte un trato que te va a interesar —Gruñó.
Sonreí y me volví a sentar.
—Habla, lobo.
Se sentó en la silla del bufete de fiadores y me miró a los ojos.—Esa era Oria, mi madre. Me quieren casar con la hija del alpha de otra manada y el matrimonio ya está concertado desde que nacimos. Yo lo odio; el matrimonio y a ella, por eso he estado buscando a mi mate. Un mate es la pareja destinada para un lobo, nuestra otra mitad. Solo existe una durante toda nuestra existencia y si la encontramos se considera un regalo de la diosa. Todo acuerdo previo es inferior a los deseos de Selene y debe ser respetado, incluido mi matrimonio arreglado. Lo malo es que la búsqueda ya se está haciendo demasiado larga y si no la encuentro tendré que casarme. Solo necesito que tú lo finjas ser hasta que la encuentre. Está cerca, lo siento dentro de mí.
Me levanté de la cama, riéndome mientras aplaudía.
—Muy conmovedor lobo, pero ¿qué saco yo ayudándote? Como comprenderás mi mayor diosa es dorada y tiene forma circular.
Sonrió.
—El doble de lo que te darían por matarme y la localización de varias tabernas frecuentadas por hombres lobo conflictivos donde se juntan para trapicheos y reuniones importantes. Te aseguro que este sitio no lo descubrirás si no es por mí. Es secreto y está muy bien protegido.
—¿Vas a traicionar a tu propia especie? —Me extrañó.
Levantó una ceja y apoyó las manos en la mesa que nos separaba, inclinándose hacia mí ofendido.
—Te acabo de decir que allí se cometen actividades delictivas. Porque compartamos especie no me hace querer verlos menos encerrados que tú. ¿O acaso tú te compadeces si matan a un violador solo porque también es humano?
Me callé decidiendo que ahí tenía un punto pero no queriéndolo reconocer.
Pensándolo bien, no era un mal trato por fingir unas semanas ser la mate o lo que fuese de ese lobo. Además del dinero si consiguiese la ubicación de esos lugares ascender en la organización sería cosa de niños, lo que se traduciría en más ingresos.—Está bien lobo, pero yo decido el límite de mi actuación y a la mitad del trabajo quiero el cobro, no me fío de ti. Si algo no me cuadra no solo desvelaré tu mentira sino que me encargaré de matarte yo misma.
—Perfecto —Se le iluminaron los ojos—. Puedes dormir aquí, eh... —Dudó.
—Ilduara, mi nombre era Ilduara —Dije en forma de reproche.
—Ilduara —Lo repitió lentamente, como saboreando el nuevo conocimiento adquirido—. Sí, bueno, conseguiré que te traigan aquí todo lo que necesites, luego te avisaré para la hora de la cena.
Y con esto se retiró de la estancia.
Por otro lado, mientras Ilduara pensaba en lo que haría las próximas semanas en una casa llena de inmortui y soñaba con su ascenso, en otra parte de la casa dos figuras se reunían.
—¿Será difícil?
—Para nada, se lo ha creído todo.
—Bien, que así siga.
≈ ≈ ≈ ≈
☛ภ๏tค☚
◊ Deliciae: "Delicia" en Latín.
◊ Contumaz: Para el RAE tiene el significado de rebelde y terco. Sin embargo la raíz es teud- (hincharse) procedente del latín tumeo (hincharse) refiriéndose al soberbio o hinchado de orgullo.
◊ Urraca (nombre):Nombre de origen incierto, para algunos es un nombre germánico que significa "inclinada a robar".
◊ Diro: En latín Dirus que significa "funesto, de mal agüero". Es muy parecido a "maldito"
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Catulus
WerewolfLa flecha impactó limpiamente en la madera, clavándose profundamente en el tronco del árbol. Sonrió, una sonrisa mezquina, que avecinaba sangre, que prometía una oleada de destrucción, que quería reflejar que ella no descansaría en paz hasta acabar...