→ςคקítยl๏ tгєเภtค ץ ๔๏ร←

2.8K 260 77
                                    

   • maratón 1/7 •

Un capítulo por día. Del 03/08/17 hasta el 09/08/17

La ciudad era algo que en ocasiones llegaba a ser estresante. El gran barullo constante, la infinidad de olores (y no siempre buenos) que detectaba a cada instante mi nariz y los griteríos de la población era algo a lo que me había costado acostumbrarme. Pese a esto tenía que reconocer que era un gran adelanto frente a mi anterior lugar de residencia. Los edificios malos y en su mayoría de tierra habían dado paso a impresionantes  monumentos, jardines e iglesias, y los estrechos caminos repletos de fango y porquería a un trazo urbano más ensanchado y recto, junto a un mayor saneado en general. 

De pronto sentí la sujeción de algo a mi muñeca lo cual se aferraba fuertemente y le daba leves tirones. 

-Eh, Ilduara, ¿no te estarás durmiendo?-Dijo socarrona una voz frente a ella.

Levanté la vista del pavimento adoquinado de la plaza para encontrarme con los brillantes ojos de Dante. Retiré la mirada al momento. 

Desde lo de Durán era un acto que ya no me gustaba hacer, aunque aún no sabía muy bien el porqué.

-Eh, yo puedo pasarme sin dormir perfectamente tres días y estar más fresca que tú nada más despertar.-Me reí. 

En todo este tiempo había aprendido que Dante era un magnífico guerrero pero un gran perezoso. 

Giró su cuerpo para encontrarnos cara con cara e hizo un simpático puchero. 

-No es así. No es que yo sea un gandul, es que tu eres muy superior a toda la especie humana conocida.

Una sonrisa se me escapó de mis labios la cual amenazaba por hacerse aún más grande. 

Tiré de su mano hacia mí, envolviendo su brazo entre los míos propios.

-Venga ya, idiota, que todavía vamos a llegar tarde.

Volví a atraer su brazo, haciendo que se agachase algo y plantándole un gran y sonoro beso en su mejilla, para luego echar a correr. 

Él se quedó parado unos segundos, como intentando procesar lo que había pasado, para luego sonreír de oreja a oreja y acelerando el paso, gritando que lo esperase. 



  ♦♦♦


Oficialmente llevaba cinco meses sin trabajar para la iglesia. 

El cambio había sido extraño dado que era a lo que siempre me había dedicado. Pese a esto creo que me encontraba contenta.

Tras los últimos acontecimientos ocurridos en relación a Durán había echado a correr junto a Dante hasta llegar hasta la que siempre había sido mi hogar. Yo estaba preparada para terminar allí nuestra andadura juntos pero él se negó a dejarme sola y no sé que habría hecho ahora si no hubiese permanecido a mi lado.

Insistí en que se fuera y pese a esto decidió quedarse un día más en una posada del pueblo, informándome de que lo buscase si así lo necesitaba.

Yo por mi parte había intentado volver a mi rutina normal, pero nada más encontrarme frente al Arzobispo Vermudo con las noticias de mi derrota supe que ya no podía continuar ahí ni podría continuar nunca. 

Todo me recordaba tanto a mi fracaso... Y notaba que necesitaba un nuevo comienzo.

Me encontraba decaída tras despedirme de todos mis compañeros cuando, al salir de la catedral, me encontré con el idiota de Dante esperándome, por lo que supuse que me había seguido. 

En aquel momento su mano extendida hacía mí significó tantas cosas que no habría palabras para describirlo. Sentí como si me hubiesen resucitado o hubiese vuelto a nacer, como si tuviera una última y preciada segunda oportunidad. Como si no estuviera sola. 

Ahora llevaba más de cuatro meses trabajando como caza recompensas para una organización bastante exclusiva y algo secreta. Nuestros clientes eran en su mayoría altos estamentos de la sociedad, gente adinerada que quería resolver sus conflictos con la mayor discreción posible, y eso era bastante de mi gusto para ser sincera. 

Había entrado como novata pero había ascendido velozmente dado que era bastante habilidosa y aprendía rápido. A estas alturas ya cobraba una suma de dinero considerable y era asignada a casos importantes.

O bueno, éramos.

Porque sí, mi compañero era el mismísimo Dante. Y no pecaría de ególatra si dijera que eramos geniales juntos. No había nada ni nadie que nos pudiese y uno era el escudo del otro, por el que no dudaría dejarse un brazo. 

Era gracioso ver como nos habíamos conocido y como había evolucionado nuestra relación. 

Dirigí la vista hacia la hierba que se encontraba bajó mi cuerpo y arranqué pensativamente una pequeña margarita del suelo, deshaciendo el tallo y haciendo salir la savia de dentro. 

Miré hacía el cielo el cual estaba cubierto por claras nubes las cuales se movían por el viento lentamente, a su propio ritmo. 

No lo podía negar, al principio le parecía un chulo y un prepotente, pero a medida que lo había ido conociendo podía apreciar más la risueña y fiel faceta del chico, algo que necesitaba con creces ver. 

-¡Eh! Ojos castaños, sabes que hay que darle a la diana, ¿no?-Le hice burla a mi compañero.

Tiré lo que quedaba de la flor y apoyé las palmas de mis manos en el suelo, levantándome de un ágil  salto.

Dante se encontraba junto a dos chicos más, los cuales miré con desprecio y pasé de largo hasta acercarme y pegar un codazo juguetón a mi amigo. 

Todo el mundo me intentaba evitar, aunque no era algo que me importara. Es más, lo había buscado. 

Sería hipócrita de mi parte decir que aun creía en las personas o que confiaba en ellas. Siempre había sido una chica fría, centrada en mis metas y demasiado ocupada para fijarse en quien tenia a su alrededor, pero esto era distinto. 

Ahora recelaba de las personas y odiaba a los lobos. Oh, y vaya si los odiaba. 

La única persona que la había ayudado desde el principio era quien ahora era mi único y mejor amigo, el patoso y gracioso muchacho que tenía a mi lado y que apreciaba con locura. El único ser que no le hacía tampoco odiar a la humanidad. 

Le quité de un rápido movimiento su arco, queriendo desatar mi furia de la única manera de la que había aprendido ahora.

Tensé el arco y coloqué en ella la flecha. Miré el objetivo a unos metros de mí e inhalé fuertemente.

El mundo se silenció y de reojo vi como un par de pájaros, asustados, emprendían el vuelo de su escondite en el árbol. 

La flecha impactó limpiamente en la madera, clavándose profundamente en el tronco del árbol. 

Sonreí, una sonrisa mezquina, que avecinaba sangre, que prometía una oleada de destrucción, que quería reflejar que no descansaría en paz hasta acabar con todos ellos. 




  ♢ ♢♢

  ☛ N/A

Bien, como podéis ver ha ganado la opción "A", es decir, un capítulo por día durante 5 días. Pese a esto al final me he animado y como me siento algo culpable por dejaros tanto tiempo sin capítulos he decidido alargar el maratón a una semana. Es decir; al final el maratón será de 7 días.

Espero que me perdonéis por demorar tanto en actualizar y por lar posibles múltiples faltas que seguramente tendré. Como ya dije más de una vez, escribo de noche y a esta hora ya no sé ni quien soy xD Igualmente la corregiré cuando la termine. 

Me gustaría saber vuestras impresiones sobre esta nueva etapa. ¿Qué os pareció el capítulo? 

¡Hasta mañana y gracias por seguir ahí pese a todo!^^

Catulus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora