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• maratón 3/7 •

Un capítulo por día. Del 03/08/17 hasta el 09/08/17

Mi cuerpo se encontraba envuelto en un llamativo vestido de terciopelo de color negro. La parte de arriba me oprimía provocativamente intentando resaltar mis pechos, mientras que la parte de abajo era amplía y cómoda, pese que había prescindido de usar el verdugo*. Las mangas se abrían a la altura de mis hombros y portaba un bonito escote en forma de "v". Dado que era invierno había escogido una hermosa capa del mismo tono del vestido para completar el conjunto. 

Por otra parte mi pelo había sido recogido en dos bandas y juntado en un rodete con una cinta entrelazada.

Me encontraba rara de esta manera pero el resultado no me desagradaba del todo.

Nunca me había gustado arreglarme de más pero en parte agradecía que tampoco me hubiesen vestido como una aristócrata adinerada. 

Me encontraba bien, bonita, sexy, algo incómoda, pero no como para tirarme del balcón más próximo. No me vestiría así usualmente, pero para un cambio era adecuado. 

-Guauh-Escuché una exclamación a mi espalda.

Quité la viste de mi reflejo en el cristal para girarme a contemplar a mi querido amigo.

-Ya ves, no sabía que debajo de tanto barro había una mujer, hasta yo misma me soprendí.-Me reí.-¿Crees que daré el pego?

El aún seguía en su mundo cuando volví a hablar.

-Tierra llamando a Dante. Dante, ¿sigues ahí?-Solté una carcajada.

El chico pegó un pequeño salto en su sitio, como despertando al fin.

-Sí, dios, quiero decir...-Se llevó una mano a su pelo, nervioso.-Das el pego de ramera* totalmente...¡Quiero decir! No que parezcas una ramera, si no que estas tan guapa como las más caras. ¡Ay dios! Creo que eso no es un alago, ¿no?

La cara del chico se tornó roja y corrí a abrazarle mientras le tapaba la boca.

-Ya, Romeo, ya basta, ya dijiste suficiente.

Mientras yo me seguí riendo quitó delicadamente mi mano y me la sujetó junto a las dos suyas.

-Estás preciosa Ilduara.-Dijo de manera sobria, como si le saliese de lo más profundo de su corazón.

-¿Ves? Así mejor.

Me reí una última vez y cuando mi risa se apagó me fijé en que él había continuado mirándome a los ojos de manera sería. 

Le mantuve la mirada sin saber muy bien que hacer y deseando que el hablase de una vez. 

Él pareció querer abrir la boca cuando mi hada madrina pareció llegar.

Un chico que solo había visto hasta ahora de vista entró al cuarto sin siquiera llamar.

-¿Estáis listos?

Como Dante aun parecía encontrarse en shock me apresuré a contestar por los dos.

-Sí, bajamos ahora.

El chico asintió con la cabeza y se retiró de la estancia. 

-Nos tenemos que ir ya.-Dije a la vez que liberaba mi mano lentamente del agarre del castaño.

El otro se limitó a mirar hacía el suelo, como decaído, antes de contestarme.

-Tienes razón, lo siento, vámonos.

Catulus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora