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                        • maratón 2/7 •

Un capítulo por día. Del 16/06/16 hasta el 23/06/16

Saqué mi daga y mi puñal. Nos quedamos observando por unos minutos, intentando averiguar el futuro movimiento del adversario. Mis pulmones pesaban levemente, y mi corazón martilleaba en mi cabeza.

Luego, como a cámara lenta, fue subiendo el mandoble, cogiéndolo con las dos manos, dispuesto a atacar.

Todo se quedo en silencio.

Levanté mi cabeza, amenazante, y dejándole a él dar el primer paso.

Al fin se decidió a atacar y dirigió una vigorosa estocada hacia mí, quizás pensando que no sería capaz de detenerla. La esquivé rápidamente, poniéndome tras de él y pegándole un codazo por la espalda que le hizo dar un traspié hacia delante.

Me giré enfrentándolo, y él a mí pero de forma más lenta.

De una patada lo desplomé en el suelo, pero sin yo esperármelo embistió contra mí. Se levantó queriendo atacarme con la espada, pero rodé para luego levantarme de un salto y golpear con una patada su mano, haciendo que la espada acabase fuera de su alcance.

Lanzó varios puñetazos hacia mí, los cuales esquivaba con facilidad. Luego le cogí su mano y se la retorcí, haciendo volar la daga que tenía sujeta de forma poco precisa, cogiéndola de la manera correcta y clavándosela profundamente en el brazo. Luego retrocedí.

-Eres demasiado impulsivo, idiota.

Levantó su vista y me sonrió de forma burlesca.

-Gracias por corregirme señorita, no volveré a fallar.- Con frialdad cogió la daga que estaba enterrada en su brazo y la desclavó, teniendo así ya un arma con la que atacarme.

-Eres un impulsivo, amante del dolor y obstinado idiota.-Suspiré, volviéndome a preparar para luchar.

Tomé mi puñal, siendo ya la última arma que llevaba encima, y me puse en posición de defensa.

El cansancio aun no había llegado a mí, pero la adrenalina de la pelea producía que por mi frente se escurriesen gotas de sudor.

El chico levantó la daga y, pensando en que yo sería la destinataria, me preparé para interceptarla, cuando lo inimaginable pasó. El chico lanzó la daga hacia Durán, el cual se encontraba unos pasos atrás mia.

Mi velocidad de reacción fue rápida, lancé el puñal hacia mi derecha, provocando un choque entre ambos, e impidiendo que esta llegase hacia Durán. Ahora sí, me había quedado sin arma alguna.

-¡Eso fue algo sucio!-Vociferé colérica.

-La vida es sucia, cazadora.-Dijo el castaño enfrente mia.

Se quiso acercar, pero yo repelía su cercanía, por lo que nos quedamos unos momentos en una estúpida danza que no parecía tener fin.

Luego, los dos dirigimos nuestra mirada hacia su mandoble, el cual estaba alejado unos metros, pero en el medio de nosotros dos, como si ese momento fuese una sátira cruel.

-Los malos nunca ganan.-Afirmé.

-A las niñas pequeñas que piensan como tú la vida les obliga a madurar.-Contestó él.

-¡Pues para eso estoy yo, para que ninguna niña más tenga que madurar de forma obligada!- Grité con todo mi corazón, con cada "pedacito" de mi alma rota, y me lancé hacia la espada.

La cogí rápidamente y me giré encontrándome con la asustada cara del chico atrás mia, que también había intentado cogerla, y la espada con su cuello.

El chico cayó de rodillas al suelo, viendo ya su vida acabada, bajando la cabeza. Apreté levemente contra su cuello y su mirada ascendió, hasta chocar con la mía, trasmitiéndome un gran vació y temor. Miro los míos y sonrió, pero ya no como antes, que había sido de una forma burlesca, si no de cariño.

-Creía que antes la lejanía me había confundido, cazadora, pero no, son esos ojos.

Su mano ascendió hasta mi cara, y acarició levemente mi mejilla derecha. Luego bajó esta, y cerró sus ojos, como dando su vida por finalizada.

No, no eran los ojos de un asesino, entonces ¿Por qué actuaba así? ¿Qué hacía allí?

-No la toques, malquisto*. Cogeré esa espada y te degollaré yo mismo si hace falta.-Dijó Durán, calmado pero amenazante, despertándonos a ambos. Se encontraba sorprendentemente a mi lado. ¿Cuándo se había movido?

Durán quitó de forma ruda la mano del castaño de mi cara, e iba a arremeter contra él cuando yo lo paré, poniéndome enfrente de él y dándole la espalda, cosa que le gustó bien poco, y un chasquido de lengua furioso me lo dejó entrever.

Mi respiración se fue calmando a la vez que el filo alejándose del castaño. La espada produjo un tintineo metálico al chocar contra el suelo, y el chico respiró fuertemente y me miró desde abajo, asombrado.

-Ahora yo soy la futura gobernante de estas tierras, junto a mi prometido Durán. Trabajo a las órdenes de la Santa Iglesia Católica, y llevo conmigo su armamento, atacarme a mí es atacarla a ella. Estoy preparada para matar a cuantos sean, en el momento que sea, sin piedad alguna. A mi lado luchan los peores mercenarios de todo el país y, no lo dudéis, estarían encantados de cargarse a unos cuantos traidores. Aun así, hoy, por ser el adelanto de mi casamiento, me siento benévola, y dejaré vivir a este chico y a vosotros. No volváis. Ya sea por las reglas lobunas en cuanto sea su esposa, o por el apego a vuestras vidas, pero si os acercáis, no volveré a concederos este favor.

Me giré y me dirigí hacia el caballo, hablándole a Durán.

-Sígueme.-Le dije mientras subía a mi montura.

Fuimos rápidamente hasta una colina a la que ya le había echado el vistazo antes y nos situamos allí. Estaba bastante cerca del lugar y los podíamos ver claramente, igual que ellos a nosotros.

La pelirroja ahora estaba dando vueltas furiosa en el suelo, enfadada, y los otros dos, al parecer, tranquilizándola. El canoso la cogió del codo y la arrastró hasta su caballo, donde la subió y ordenó a las tropas retirarse. Por último el castaño cogió el caballo de la pelirroja y lo llevó junto al suyo, con intenciones de emprender su marcha pero, antes de irse, giró su cabeza y me miró por unos instantes que parecieron eternos, igual que la primera vez.

 Yo intentando descifrar los suyos, él como memorizando los míos. 

Me sonrió, aunque esta vez no pude distinguir si era burlesca o de cariño. Se despidió con su mano, y se perdió en el bosque.

-¿Lo conocías, Ilduara?-Preguntó Durán de manera seria.

-No lo había visto en toda mi vida.

-Eso es lo que más miedo me da.- Susurró.

Giré mi vista hacia él, asombrada por sus palabras, pero sin comprenderlas del todo. Era mucho más sencillo matar lobos que intentar entenderlos.


 ≈ ≈ ≈ ≈ ≈

☞ภ๏tคร☜ 

◊  Malquisto: "Mal querido" literalmente. Alguien odioso y aborrecible que es rechazado allá donde va. Se usa de distintas formas desde el siglo XIV.

Catulus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora