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A la mañana siguiente me levanté totalmente alarmada y con solo una idea en mente: debía regresar.

Me vestí rápidamente y abrí la puerta de mi habitación, encontrándome con Duran extendiendo la mano hacia donde antes estaba el picaporte.

—Vaya, eres rápida levantándote. Venía a buscarte para desayunar.

—Es parte de mi vida Duran. Los que pertenecemos a estamentos bajos nos levantamos con el sol y nos acostamos con él —Respondí mientras me colocaba la camisa dentro del pantalón.

—¿A dónde vas?

—A mi casa.

Al principio vi como en su cara se formaba una expresión de rabia pura para luego cambiarla a una de sorpresa. Qué extraño, ¿qué más me estaba ocultando este lobo tras su fachada?

—¿Por qué? Teníamos un trato, ibas a ayudarme.

—Sí Durán, y sé que a la vez que te ayudo la información que me darás me ayudara a mí misma, pero mientras estoy aquí contigo ahora mismo les estarán comunicando a mis padres mi fallecimiento —Me corté a mi misma, no queriendo revelar demasiado de mis sentimientos, aunque fuesen hacia mis padres.
Este lobo podría aprovechar cualquier debilidad que tenga contra mí.

Cerró los puños de su mano que se encontraban a su costado y soltó una pesada respiración.

—Bien, vete y avísales, pero regresa. O no habrá beneficio ni para ti ni para mí —Dijo esto mientras se daba la vuelta y se marchaba, azotando la puerta.

Al parecer me había quedado sin desayuno.

Sus palabras me dejaron consternada. En verdad no entendía la reacción de Durán. Me conocía de hace un día y era una jodida cazadora que estaba deseando matarlo con mis propias manos. ¿Por qué le molestaba que me fuese? Quiero decir, ¿tanto le costaba encontrar otra sustituta en todo caso?

Sin preocuparme más por lo que pasase por la cabeza de ese complicado lobo bajé las escaleras de la casa, dirigiéndome a la puerta principal para irme.

—Vuelve, Ilduara —Escuché antes de irme.

♦ ♦ ♦

La casa de mis padres era pequeña y muy humilde, de una sola planta y hecha de adobe.

Vi a mi padre salir por la puerta. Era un hombre que inspiraba conocimiento fáctico. Su cara estaba marcada por cicatrices, arrugas y una piel morena que denotaba las horas que había estado trabajando expuesto al sol. Le sonreí y me acerqué a abrazarlo sin poder evitar fijarme en su brazo derecho. En él se encontraba una prótesis de madera elaborada solamente para poder esconder la herida producida por su falta de brazo.

Éramos simples campesinos, no podíamos conseguir nada mejor, y era triste.

—Hija, estaba muy preocupado, tienes que ir a hablar con el Arzobispo, todos pensábamos que te había pasado algo. —Su cara denotaba intranquilidad.

—Tranquilo padre, estoy bien, pero lamentablemente mi estancia aquí es limitada. Mi misión aun no ha acabado.

—Bien, hija —Dudó—. Sabes que no me gusta que hagas este trabajo, ¿verdad? No necesito nada que no sea a mi hija viva.
—Y sabes que yo lo seguiré haciendo —Afirmé con rotundidad.
Mi deuda debía ser saldada antes de poder redimirme.
—Bien —Suspiró—. Le diré a tu madre, ve con Dios.
Me cogió por los laterales de mi cabeza y me acercó a él para darme un beso en la frente.

—Te quiero padre, cuídate.

Y mientras me dirigía a la catedral a pie vi como se despedía de mí, agitando esa mano.

Los lobos, los malditos lobos se lo habían quitado, y los lobos se lo devolverían.

Le petit Lorraine* era cara sí, pero gracias a aquellos trabajos sabía que ibamos a conseguirlo. Estaba cada vez un paso más cerca.
Cuando acabase esa misión y capturase a manadas de lobos malhechores ascendería, ganaría respeto y más dinero. Le conseguiría ese brazo a mi padre aunque me llevase la vida.

♦ ♦ ♦

—Durán, ¿ y la chica?

—La dejé ir al pueblo, necesitaba hablar con sus padres.

—¿Y cómo la dejas ir Durán?¿Y si se escapa?¡Eres el puto alpha de esta manada, dependemos de ti!
El ruido del choque de una silla contra el suelo llenó la estancia.
—Y tú eres mi jodido beta, así que compórtate como tal y no te creas superior a mí. Puede que sea la última vez que los vea, déjala.

—No te ablandes Durán, sabes que no puedes hacerlo. La chica aquí tiene un fin y cuando lo haya cumplido ya no podrá estar con nosotros.

—¿Crees que se me olvida, férvido*? Y tranquilo, no me estoy ablandando, es una cazadora —Gruñó.

—La manada te necesita Durán, aun no se si hicimos bien dejándolos solos. No repitamos el pasado.

—Sabes que era necesario.

—Pues apresurémonos ¿Acaso no quieres recuperar lo que te pertenece por derecho?

Durán gruño de nuevo, sintiendo cada vez más peso sobre sus hombros.

—Esta bien Diego*, prepáralo todo, en cuanto la chica vuelva anunciaremos nuestro compromiso y en dos semanas partiremos hacia nuestra manada. Alodia* no se saldrá con la suya

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  ◊Le petit Lorraine : Prótesis de miembro superior diseñado por el medico militar francés Ambroise Paré, quien desarrolló el primer brazo artificial móvil al nivel de codo. El mecanismo era relativamente sencillo tomando en cuenta la época, los dedos podían abrirse o cerrarse presionando o traccionando, además de que constaba de una palanca, por medio de la cual, el brazo podía realizar la flexión o extensión a nivel de codo. 

 ◊ Férvido: En latín "fervidus", derivado de "hervir"

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 ◊ Férvido: En latín "fervidus", derivado de "hervir". Iracundo, porque se inflama de ira. 

 ◊ Diego: Es un nombre español que deriva del hebreo "Ya'qop "(Jacobo) que significa "sostenido por el talón" según unas versiones o "Dios compensará" para otros. El nombre Diego tiene también influencia del término griego "didachos", que significa "instruido, didáctico".

 ◊ Alodia: Nombre de origen germánico que significa "tierra libre, tierra íntegra".

PD: Muchas gracias por todas las lecturas, los comentarios y las "estrellitas" ¡Lo aprecio mucho, de verdad!

Catulus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora