Capítulo 33 En Tokio

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Miraba por la pared de vidrio, ningún punto en específico, abstraída en el cielo gris que se formaba esa mañana, era como si el clima fuera cómplice de su dolor, como si comprendiera el vacío que se imponía en su corazón. Había meditado la situación durante horas, y por más que quisiera engañarse, no era posible, en situaciones así, era cuando lamentaba tener una mente tan analítica y lógica, pues solo se torturaba con la verdad, resignación, era lo único viable.

Se puso de pie y caminó hasta la pared, pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer sobre el vidrio, al mismo tiempo las lágrimas se habrían paso en sus ojos, se abrazó a sí misma, intentando consolarse un poco, pero era en vano, solo los brazos de una persona podrían regresarle la calidez a su cuerpo, la paz a su corazón y la tranquilidad a su mente. Pero esa persona para ella era prohibida y sabía perfectamente que era por culpa de ella, ahora era tiempo de pagar sus errores del pasado, seco sus lágrimas y se irguió, ya había sido suficiente de auto compadecerse, era momento de levantar en alto su cara y seguir su vida.

― Vaya, vaya, mira nada más, pero si no eres ni la mitad de lo fabulosa que me habían dicho...

Hermione sonrió descaradamente, no necesitaba voltearse para saber de quién era esa voz dulce, el tic tac de los tacones seso y ella giró, frente a ella estaba su queridísima amiga y cómplice, no pudo evitar llorar de alegría.

― ¡Cat! ― anulo la distancia y envolvió en un fuerte abrazo a su vieja amiga. ― ¿Qué haces aquí?

― No soy tan mala amiga como tú ― la miro de mal modo fingiendo molestia ― ¡En dos meses no he sabido nada de ti! ― le reclamo, esta vez sí estaba molesta ― ¿Qué te pasa? ― preguntó preocupada.

En cuanto Hermione había sido obligada a aceptar la plaza del Wizengamot de América del norte, retomo el contacto con su vieja amiga de la academia, se carteaban cada semana y comían juntas una vez al mes. Catherine Spins había concluido sus estudios hacia un año y medio, ahora era embajadora de la Orden de Merlín, organismo mundial que se encargaba de salvaguardar el bienestar de todos los magos en el mundo, creada a partir de la conclusión de la segunda guerra mágica (batalla librada el 3 de mayo de 1998 en Hogwarts) entre la Orden y el Wizengamot se encargaban de no permitir que ningún mago oscuro con aires de grandeza quisiera dominar el mundo. Todo Ministerio Mágico era absorto de poder tomar una decisión al respecto de sus actividades.

Hermione la tomo de la mano y la condujo hasta el par de sillones, comenzó a relatarle todo lo sucedido con respecto a su vida personal, la cara de asombro de Cat cada vez crecía más. Tras varios minutos de charla por parte de Hermione guardaron silencio, o al menos ella que era la única que había hablado, Cat parecía meditar sus palabras.

―No puedo creerlo... ― Cat miraba con asombro a su amiga.

― ¿Qué? ―no entendía porque la reacción de felicidad de su amiga, ¿no sé supone que las amigas se entristecen cuando uno sufre?

―Draco aún te ama, a pesar de todo ― le explicó no entendía como Hermione no lo había descubierto antes.

― ¿Qué? ― volvió a repetir, ahora más incrédula que antes, ¿de dónde sacaba Cat esa estupidez?

― ¿Enserio eres tu Hermione Granger? La bruja que se volvió leyenda en la Academia de enseñanza superior Lebrench ― así era, Hermione había dejado un record inalcanzable en la academia. ―Vaya que eres lenta en las cuestiones del amor amiga.

Hermione frunció el ceño, era inaceptable la idea de que Draco Malfoy aún la amara, después de todo lo ocurrido esa idea no era viable.

―No juegues con eso Cat ―la reprendió molesta.

"La regla es, no enamorarse Malfoy" #DramioneawardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora