CAPÍTULO 38- A veces me siento sola

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CAROL

Mientras huyo corriendo sin ningún rumbo fijo me doy cuenta de que no sé dónde ir. Nunca me había sentido tan perdida como lo estaba ahora, y no por el hecho de no saber dónde ir sino porque me sentía pequeña, insignificante y confusa.

No sabía muy bien el motivo de por qué me había ido del insti, pero lo había hecho y ahora es demasiado tarde para volver atrás.

Como no podía correr el riesgo de que me pillaran decido ir a un bosque cercano al pueblo, donde solía ir con Meg.

Al llegar noto un aroma fresco, y el aire seca las lágrimas que quedan en mi rostro. Allí es todo tan...natural. No hay que saber encajar, puedes ser libre, cómo los ruiseñores, que puedo oír cantar mientras avanzo. Al cabo de una hora de caminar observando el paisaje, descubro mi lugar favorito, es simple pero bello y lo tenía tan cerca...

Es todo verde, rodeado por pinos y varios árboles que no sé distinguir, hay una pequeña charca llena de flores y hojas caídas de los arboles. No hay manera de poder describir lo limpio y sano que se siente uno en este lugar.

Me siento cerca de un árbol, y observo ese sitio.

A veces me siento sola, veo a la gente a mí alrededor, riendo, llorando, saltando...pero, es como si no me afectara. Es una sensación difícil de explicar, estoy inmersa en mis sentimientos y pensamientos y todo lo demás pasa sin que me dé cuenta. Solo oigo el interior de mi cerebro, hasta que alguien me llama y consigue despertarme, de mi.

Es todo tan confuso, a ratos me siento bien a otros como el culo, y ya no sé qué hacer. Puede que aparente ser una persona que no soy, ¿pero y si soy esa persona que aparento pero yo aun no lo sé? Lo único que sé de momento es que no sé nada.

Después de una hora de estar estirada, me doy cuenta de que solo quedan treinta minutos de clase, y eso significa que pronto podré volver a casa. enciendo el móvil y veo cuatro llamadas perdidas de Jenny, pero decido ignorarlas. No estoy como para dar explicaciones a nadie, y menos para que me echen un sermón. He dejado de ser la chica buena de todo el mundo, me he cansado de siempre poner una sonrisa cuando en realidad estoy chillando por dentro, o hacerles la pelota a aquellas personas que luego pasan de mi. Pero esa Carolina ha llegado a su fin, exactamente desde hoy.

-Hola papá.

-Hola, ¿Cómo ha ido el colegio?

-Bien, como siempre.- digo mientras subo las escaleras para ir a mi habitación.

-Oye Carolina, he preparado tortelinis. ¿Te los subo, bajas a comer?

-Súbelos.

-¡Ahora voy, que pican al timbre!

-¿Se puede?-oigo a Jenny desde el otro lado de la puerta de mi habitación.

-Ehm, si pasa.

-Hola Carol, toma los tortelinis, tienen muy buena pinta.

-Cómetelos tú, no me apetecen.

-¡¡Mira, ya me estoy cansando Carol!! No puedes ir así por la vida, huyendo de todo y todos. ¿Qué pasa que no somos nosotros lo suficiente para ti como lo era Meg? Aprende que los demás también tenemos corazón, y que no solo a ti te dolió. Que tú no eras la única que la quería. Así que para de hacer la gilipollas, y hacer el pena por ahí. Yo quiero que vuelvas a ser la Carolina Redjean que conocí. Y no una niñata consentida que lo único que hace es llorar. –dice chillándome.

-Vete, ahora.

-Ohh no bonita, no sabes enfrentarte a los problemas, ¿y sabes que es lo peor? Que si sigues así te vas a quedar sola. Ahh y el numerito de irte de clase, bravo. Ya has llamado su atención. Te mereces un aplauso.

-Te he dicho que te vayas.-me pongo de pie y se lo digo a menos de un centímetro de su rostro.

-Lo que tu digas, pero los tortelinis me los llevo yo.-dice riendo, ¿Se piensa que hace gracia? Como si no me vuelve a hablar, me da exactamente igual.

¿Para qué narices ha tenido que venir a casa? Que me deje tranquila que suficiente tiene con ella.


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⏰ Última actualización: Mar 15, 2016 ⏰

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