Bella
Sucedieron dos cosas positivas al día siguiente.
Aleksi no volvió a hostigarme y me permitió salir al jardín. Yo no podía dejar de pensar en nuestro beso. Mi primer beso. Lo odié cada segundo. Siempre había asumido que sería con la persona correcta y porque lo deseaba. En cambio, fue forzoso, violento y crudo.
Tres semanas...
Solo tenía tres semanas para entregarme por voluntad propia o él tomaría mi virginidad a la fuerza. Lo que me exigía como pago era algo difícil de costear, pero no tenía otras alternativas. Las cosas nunca habían sido fáciles en mi vida. ¿Por qué iba a ser diferente ahora? Necesitaba rendirme a la oscuridad y ceder a sus caprichos. Anoche le demostré que estaba dispuesta a todo y hoy recibí una recompensa. Me otorgó la poca libertad que tanto anhelaba.
Me moví a través del jardín admirando las flores bien cuidadas con setos perfectos. Las aves descansaban en los árboles con las cabezas escondidas entre sus alas y las mariposas revoloteaban alrededor del rosal. Este lugar sería uno de mis refugios para huir de la bestia que le gustaba coleccionar cosas bonitas.
Recogí la rosa con los pétalos marchitos y aspiré su aroma. Aún olía muy bien a pesar de que estaba muerta. Me recordó a que la vida era corta, hermosa y efímera. Un día teníamos todo, pero podría terminar cuando menos lo esperábamos. No quería que mi final fuera como el de esta delicada flor. Quería disfrutar el jardín por más tiempo.
Me acerqué a la fuente de agua con una melancólica estatua. Se trataba de una mujer tallada en piedra y de blanco con un largo vestido. Había dos cisnes rodeándolas. Me pregunté si había una historia detrás de la escultura porque era desgarradora.
—Se llamaba Anya Kozlova—dijo una voz suave—. La difunta madre de Aleksi. Esa escultura es el único detalle romántico que su esposo tuvo con ella antes de que muriera. Anya amaba el jardín.
Sonreí cuando vi a Cassie avanzar hacia mí con una pequeña caja rosa. Su vestido elegante estaba acompañado por una chaqueta y botas. Su cabello castaño rojizo un poco despeinado por la helada brisa, pero ella lucía hermosa y radiante. Me alegraba verla.
—Hola, Cassie.
—¡Bella! —Su breve abrazo me tomó desprevenida—. Estoy muy feliz de volver a verte. ¿Cómo estás?
Le di una sonrisa tensa.
—Sobreviviendo—respondí—. ¿Cómo conoces la historia de Anya Kozlova?
Se sentó en el borde de la fuente con la caja en su regazo. Luego me hizo un gesto para que siguiera su ejemplo. Sacudí la falda de mi vestido antes de acomodarme a su lado. No entendía por qué estaba aquí. ¿Cuál era su interés? Parecía un poco mayor que yo. Probablemente tenía mejores cosas que hacer en vez de perder el tiempo con una desconocida. No quería en ella confiar tan pronto. Me tomé muy en serio el consejo de Dorothea.
—Mi padre fue un gran amigo de Mikhail Kozlov—explicó—. Ve a Aleksi como si fuera su propio hijo.
—¿Eres muy cercana a Aleksi?
Hizo una mueca de disgusto.
—Que nuestro señor me ampare. Odio compartir el mismo espacio que ese energúmeno—Ladeó una ceja y me miró con suspicacia—. ¿Qué significas para él exactamente? Alina insiste en que eres su amante, pero estoy segura de que puedes contarme tu propia versión. Vi algo en tus ojos, Bella.
Un nudo se instaló en mi garganta.
—¿Qué?
—No pareces a gusto aquí—susurró.
ESTÁS LEYENDO
Cautivos
General FictionEsto no es un cuento de hadas. Es una pesadilla. Obra registrada. Prohibida su copia o adaptación. Código de Registro: 1709303636679