Bella
En los días que siguieron, Aleksi se comportó diferente conmigo. Me besaba como si no pudiera sobrevivir sin mí y de pronto me alejaba porque no soportaba mi presencia. Era un constante tira y afloja en esta extraña relación. Ni siquiera sabía si ese término era adecuado para nosotros.
Me adapté a mi papel y jugué discretamente como me había prometido. Fui complaciente y a cambio recibía mi recompensa. Conocí a mi entrenadora de defensa personal. Era una formidable mujer que pateaba mi trasero sin remordimientos. Durante una semana Viktor me dijo que iba a enseñarme a conducir. Fuimos hasta el desierto. Me explicó lo básico y colocó algunos conos para que aprendiera a esquivar los obstáculos.
—Acelera de a poco —advirtió Viktor sentado en el asiento del copiloto.
Yo era torpe al volante, pero no tenía miedo. Fruncí el ceño y pisé el acelerador. Given Up de Linkin Park sonaba en la radio y aumentó la adrenalina en mis venas. Nos acercamos rápidamente al primer cono, pero en el último segundo giré a la derecha y las ruedas derraparon mientras frenaba, levantando una nube de arena que ensució mi precioso auto. No me importó. Estaba demasiado emocionada.
—¡Sí! ¡No choqué! —exclamé con los brazos abiertos. Viktor me miró con una ceja levantada.
—Falta un largo camino todavía. Será necesario otra semana para que perfecciones tus habilidades.
Cuando regresamos a la mansión recordé que Aleksi organizaba una fiesta en su yate durante la tarde y estaba obligada a ir. No me gustaban esos eventos. Siempre terminaban mal para mí, aunque esta vez Cassie sí asistiría y no me sentiría tan sola o fuera de lugar. Le rogué a Dios no toparme con el desagradable Allek Kozlov.
—Quisiera quedarme aquí—musité con la vista fija en el espejo.
Dorothea peinó suavemente mi cabello.
—No siempre podrás escapar. Es mejor afrontar los problemas o nunca aprenderás a sobrevivir a la mafia—respondió—. Demuéstrales lo fuerte que eres.
—No me importa lo que ellos piensen.
Puso ambas manos en mis hombros y suspiró. Nuestros ojos se encontraron a través del reflejo.
—Ve a divertirte con Cassie y mantén la frente en alto. No le des a esas personas el poder de herirte. Tú eres mucho mejor que ellos —Besó mi mejilla—. Estoy segura de que serás la mujer más hermosa de la velada. Solo mírate.
Toqué el collar de diamantes en mi cuello y traté de sonreír, pero salió una mueca incómoda en su lugar. Me aburría estar tan pendiente de mi aspecto. Debía lucir perfecta porque Aleksi no me aceptaba de otro modo.
Alcancé mi pequeño bolso del tocador y observé por última vez mi aspecto. El vestido Ralph Lauren era de un tono azul muy profundo, casi acercándose al negro. Era de corte sencillo con tirantes y un escote estilo V. Mi cabello estaba recogido con algunos mechones sueltos y mis hombros al descubierto. Sentí el aire en mi espalda expuesta y se me erizó la piel.
Me pregunté qué pensaría Aleksi de mi atuendo, pero él había comprado mi armario entero. Supuse que no tendría objeciones. Y si las tenía, que se jodiera. Le di una sonrisita a Dorothea que me pasó mi estola de piel sintética y salí de la habitación con el mentón en alto. Esa noche no planeaba quedarme callada ante la menor humillación. Yo era la futura esposa de Aleksi Kozlov, iban a respetarme.
Fui a la sala reflejando seguridad. Aleksi se estaba ajustando los gemelos cuando me vio llegar. Sus ojos. Oh, mierda. Sus ojos volvían a tener ese poder sobre mí. La misma que me había dado la primera vez que me entregué a él. Oscuros, posesivos, llenos de deseo.
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Cautivos
Narrativa generaleEsto no es un cuento de hadas. Es una pesadilla. Obra registrada. Prohibida su copia o adaptación. Código de Registro: 1709303636679