Bella
El encantamiento estaba roto.
Aleksi no era la bestia que cambiaría por la dulce chica. Era Gastón. El verdadero villano manipulador que quería controlar la vida de Bella. ¿Y yo? Seguiría el mismo ejemplo que aquella doncella. No me dejaría embaucar por viajes o regalos caros. No debí olvidar quién era. Su verdadero yo siempre regresaba.
Después de nuestra discusión nos dirigimos al aeropuerto y subimos al Jet. Lo noté observarme, pero nunca trató de acercarse y mucho menos se disculpó por dejarme en ridículo en esa tienda. Fui una estúpida por caer en sus encantos. Me trató como un titiritero con unas cuerdas.
Solté una respiración profunda mientras miraba mi reflejo. Necesitaba mucha paciencia y astucia para sobrevivir a ese hombre. Era muy difícil mantenerse de pie a pesar de que todo lo que quería era un descanso. Toqué el collar que rodeaba mi cuello y tiré con suavidad. Era una pieza hermosa, llamativa y brillante. Cualquiera supondría que se trataba de un regalo único, pero yo sabía cuál era la verdadera intención de Aleksi al dármelo. Era una declaración de propiedad.
Sentía que mis sueños se desvanecían y el pesimismo volvió a cuestionar mis planes. Aunque lograra escapar de él... ¿Podría ser una persona libre? Aleksi no descansaría hasta encontrarme. Algo oscuro pasó por mi mente. Solo había una manera de recuperar mi libertad, pero no me atreví a considerarlo. Yo no era así.
—Estamos a punto de despegar, pasajeros. Aseguren sus cinturones de seguridad—La voz del piloto llegó a través de los altavoces.
Sabía qué hacer cuando lo enfrentara nuevamente. Me haría desear sin excederme. Lo haría anhelar mi atención. No sería fácil esta vez. Eso sería aburrido para un cazador como Aleksi. A él le atraía lo complicado y difícil. Me lavé las manos y salí del baño. Tomé asiento sin echarle un vistazo. Tuvo el efecto esperado porque fue el primero en romper el pacto de silencio.
—¿Qué te tomó tanto tiempo? —preguntó.
Abroché el cinturón de seguridad y me enfoqué en la ventana.
—¿No puedo ir al baño? ¿O necesito pedirte permiso para hacer lo más básico?
Lo escuché reír y apreté los puños. Para él la equivocada aquí era yo. O tal vez pensaba que era demasiado exagerada por sentirme ofendida y dolida. No recordaría nada agradable de este viaje. Los buenos momentos fueron eclipsados por su horrible actitud.
—Me tragaría tu tonta excusa si no supiera que me estás evitando.
Cuando lo miré no me sorprendió ver el habitual mal humor en su rostro severo.
—¿Excusas? ¿No te has puesto a considerar que estoy molesta por una razón muy válida? No puedes actuar como un imbécil la mayor parte del tiempo y esperar a que yo lo acepte, Aleksi. Las personas normales dialogan y reflexionan sobre sus malas acciones.
Chasqueó la lengua.
—Tu ingenuidad es asombrosa, cariño—Se burló—. ¿No lo entiendes? Este soy yo y tienes que acostumbrarte porque nunca escucharás una disculpa de mi parte.
—Sí —dije resignada—. No te preocupes, cariño. Nunca te veré de otro modo que no sea un monstruo.
Mis intenciones de actuar moderadamente se fueron al demonio. Tenía mucha ira acumulada y lo único que quería era golpear su rostro para desquitarme. La violencia no era la solución, pero ser pacífica con este hombre era como intentar caminar a través del fuego.
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Cautivos
General FictionEsto no es un cuento de hadas. Es una pesadilla. Obra registrada. Prohibida su copia o adaptación. Código de Registro: 1709303636679