Aleksi
Los flashes de cientos de cámaras parpadeaban mientras caminaba por la alfombra roja con Ciara colgando de mis brazos. Era nuestra primera cita y los paparazzi estaban eufóricos. La mujer a mi lado lucía deslumbrante y su sonrisa era casi cegadora. Vagamente me pregunté cómo se sentiría si Bella estuviera en su lugar. ¿Mis hombros estarían menos rígidos? ¿La pesadez en mi pecho desaparecería?
Ella aún asistiría a la fiesta. Lo sabía por Viktor. Él tenía órdenes estrictas de no permitir que ningún otro hombre se le acercara. Sabía que los depredadores no desperdiciarían la oportunidad de cazarla. Los celos ardían como una fogata rabiosa dentro de mí. Ella debería estar aquí conmigo, sonriendo y siendo presumida. No Ciara. ¿Qué demonios estaba haciendo?
—Señor Kozlov —Una fotógrafa se acercó con una sonrisa—. ¿Nos daría el honor de fotografiarlo junto a su hermosa cita?
Forcé una sonrisa. Ciara se enderezó de modo en que sus pechos se robaron toda la atención. Ella era vanidosa y descarada. Le encantaba presumir sus atributos.
―Adelante―dije.
Posamos alrededor de cinco minutos y bromeé con algunos paparazzi. Manejé la multitud con una sonrisa firme, intercambiando charlas ingeniosas y esquivando algunas preguntas inquisitivas con una inclinación de cabeza. Ciara actuaba de forma natural y seductora. Se veía muy cómoda con la atención. Mi corbata estaba empezando a ahogarme. Quería que la noche terminara para ir al único lugar dónde me sentía seguro.
―Pasen una buena noche, damas y caballeros ―envolví un brazo alrededor de la cintura de Ciara y nos aparté de los paparazzi ansiosos.
Todo brillaba en mi casino, pero esa noche en específico los lujos eran excesivos y extravagantes. Cassie se había lucido con la organización. La música Jazz sonaba de fondo, los globos flotaban en el techo junto a algunas trapecistas que ofrecían un increíble espectáculo. La fiesta había sido planificada con el propósito de satisfacer a los privilegiados y poderosos. Este tipo de veladas eran una excusa para demostrar quién tenía menos y más. No me importaba mientras apostaran en exceso.
Las mujeres llevaban atuendos elaborados. Una suntuosa mezcla de sedas, terciopelo, encajes, plumas en sus diademas, perlas y diamantes. Los hombres, por el contrario, el típico esmoquin con corbata o pajaritas. Ciara y yo nos mezclamos, sonriendo a cualquiera que se detenía a saludarnos. Le pedí una copa de champagne a la camarera y me puse cómodo un rincón oscuro de la habitación. Contemplé el escenario que tenía adelante. Vi a Cassie allí dando órdenes para el siguiente espectáculo que sucedería a continuación. Miré su espalda desnuda al descubierto. Su cabello rojo brillaba como el fuego. Su vestido era verde y de seda. Un color adecuado para ella.
Busqué a Bella entre la multitud y no la encontré. ¿Se había arrepentido y decidió no venir? Si ese fuese el caso lo respetaba. No quería ser mi amante. Quería ser la única mujer en mi vida y no era posible. No para un hombre de mi posición. Tomé otro trago de mi champagne agridulce y aun así no fue suficiente. Nada me relajaba. No estaría tranquilo hasta verla.
―Cuéntame sobre la mujer que te tiene tan atormentado―murmuró Ciara y acarició mis brazos.
Le aparté las manos y ella me miró con indignación. Cuanto más rechazaba sus afectos, más desesperada se sentía. Me parecía divertido y patético porque no era tan diferente a Alina. Bella, en cambio, no toleraba mi presencia. Eso me hacía desearla como un loco. Mi pajarito no se esforzaba para tener mi atención. Lo conseguía con un simple suspiro.
—No existe ninguna mujer.
—No tienes que fingir conmigo, Aleksi. Puedo ver en esos hermosos ojos verdes tuyos que hay una mujer en tu vida.
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Cautivos
General FictionEsto no es un cuento de hadas. Es una pesadilla. Obra registrada. Prohibida su copia o adaptación. Código de Registro: 1709303636679