Abro los ojos cuando Adrien comienza a acariciar el dorso de mi brazo lentamente. Me volteo en su dirección y sonrío.
—Buenos días —le digo con una amplia sonrisa.
—Buenos días —responde, moviendo algunos mechones de pelo de mi cara. Los dos miramos hacia el mismo lugar y nos reímos levemente. Es el tercer día de Alex en casa y hemos dejado una vez más que duerma con nosotros. Acaricio el cabello de mi hijo, beso su frente y luego me pongo de pie. Hoy no toca un largo día con cientos de cosas para hacer. Rodeo la cama y estiro mi brazo para que Adrien lo tome—. Vamos, no seas holgazán —le digo entre risas. Se pone de pie y luego me carga en sus brazos. Hago lo imposible por no gritar y que Alex no se despierte. Aún es temprano y acordamos despertarlo cuando terminemos de vestirnos.
—¿Qué le parece una ducha, señora Eggers? —pregunta seductor sobre mi oído derecho. Vuelvo a reír, dejo que me deposite sobre el frío piso de mármol del baño y lo observo detenidamente mientras que abre el grifo y deja correr el agua...
—¿Cuál crees que es más bonito? —pregunto en su dirección, mientras que le enseño dos vestidos acampanados de diferentes colores. Él deja de abotonarse la camisa blanca de lino y mira mis dos opciones con detenimiento.
—El negro —dice señalándolo—. El blanco es bonito, pero te vez jodidamente sexy vestida de negro, cariño —responde acortando la distancia que nos separa, Kya se interpone mucho más que antes, pero eso no impide que pueda besarme—. Y abrígate bien, hace mucho frío afuera, ¿de acuerdo?
—Bien —digo besándolo de nuevo.
Me volteo de espaldas, le entrego el vestido a Adrien y elevo los brazos al cielo. Esa es nuestra rutina desde hace ya unas dos o tres semanas. Él se mueve con agilidad y rápidamente me coloca la prenda. Acomodo la falda acampanada y sonrío al ver como mi Pequeño Ángel se hace notar. Ya no puedo hacer nada para intentar verme como antes, ella está ahí y no hay vestido que oculte esas libras de más que ya no me molestan como antes. Adrien sube el cierre lentamente y luego me voltea en su dirección con cuidado.
—Perfecta.
Hacemos contacto visual por unos cuantos segundos y sonreímos sin decir nada. Sé lo que él está pensando y él sabe lo que pienso. No es necesario decirlo, ambos lo sabemos. Todo es simplemente perfecto, los dos somos felices, los dos estamos bien con todo esto y los dos sabemos que la familia que estamos formando es simplemente preciosa.
Bajo la mirada al pecho de Adrien y sigo abotonado su camisa blanca. Luego lo ayudo con las mangas y por ultimo acomodo el cuello de la prenda. Adrien me lo agradece con una sonrisa. Se mueve hacia el otro lado de la habitación y regresa con dos corbatas diferentes entre sus manos.
—¿Cuál crees que es más bonita? —pregunta de la misma manera que yo lo hice segundos atrás. Observo las dos opciones y señalo la que me gusta.
—La negra —murmuro con una divertida sonrisa—. La gris es bonita, pero te ves jodidamente sexy con una corbata negra —respondo en un susurro. Los dos empezamos a reír como dos desaforados y cuando por fin nos calmamos, lo ayudo con el nudo de la corbata.
—Así está bien —siseo viendo mi obra finalizada—. Perfecto.
—Gracias, cielo.
Seguimos moviéndonos por toda mi tienda individual durante otro rato hasta estar casi listos. Vuelvo a colocarme los pendientes que Alex me regaló y luego escojo que abrigo usaré hoy para nuestro recorrido por el centro comercial. Alex necesita más ropa nueva y también zapatos de invierno, además la que también necesita de ropa nueva y con dos tallas más soy yo.
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PERFECTA 3. Dime que eres mía © Deborah Hirt
RomanceSinopsis Una familia, un nuevo hogar, amor... Adrien me ha convertido en alguien que jamás imaginé ser. Ha encontrado a la Gea perdida en mí. Tenemos todo y al mismo tiempo no tenemos nada. Hay secretos, hay verdades y aún hay una parte de mí que...