13. Flores

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Son las dos de la tarde y aún tengo nauseas a causa de la asquerosidad que me dieron como almuerzo. No he soltado el celular de mis manos, tengo esperanza y fe, porque sé que él me llamará en cualquier momento, me dirá que todo está bien y que pasará San Valentín conmigo. Sé que lo hará. Eso es lo que quiero que haga y me veo más que desesperada y estúpida por creer que sucederá realmente cuando lo más probable es que él ni siquiera me recuerde justo en este instante. Tiene cosas más importantes que hacer, preocuparse por responder un mensaje de texto de su embarazada, gorda y, sobre todo, llorona esposa que no tiene nada de especial, es lo de menos.

Oigo como golpean levemente la puerta y ordeno a quien sea, que ingrese. Si fuese una enfermera ni siquiera habría golpeado.

La puerta se abre y veo a mi padre asomar su cabeza. Me lanza una sonrisa y sé que todo ha estado más que bien. Sé que lo ha solucionado.

—¿Qué sucedió?

—James habló con Gabriel y lo convenció de que eso es normal y que nada grave sucede.

—¿Entonces, no le dirá a Adrien?

—No lo hará —asegura.

Se sienta a mi lado en la camilla y acaricia mi pelo como siempre lo hace. Suelto un suspiro porque estoy aliviada. Quería llamar la atención de Adrien, sí, pero no de esta forma. Sería en vano que viniera por algo así. Estoy tan confundida que no sé qué pensar en realidad, porque quiero que venga, pero al mismo tiempo no quiero que lo haga. O tal vez solo quiero que esté aquí en San Valentín... Sí, estoy segura que es eso. Esa tonta fecha me altera mucho más de lo normal.

—Te quiero tanto, papá... —confieso por lo bajo. No es que me apene decirlo, es solo que no sé por qué lo hago.

Él me abraza y por primera vez en el día me siento relajada. No he dejado de pensar en Lucas Milan y toda su mierda, pero sé que no quiere hacer daño aunque, aun así, me confunde.

—Yo también te quiero, princesa. Y tu amigo ese, el fotógrafo está afuera —me dice con otra sonrisa, cambiando el tema de conversación. Eso me toma por sorpresa. Miro la pantalla de mi celular, chequeo las llamas perdidas y hay cuatro de Damien. Es irónico que él llame y mi esposo, el padre de mis hijos, no lo haga.

—¿Cómo sabe que estoy aquí? —pregunto rápidamente.

—Ha llamado cuando estabas dormida y se lo he dicho, pero supongo que nadie más lo sabrá.

—No, claro que no —respondo—. Confío en él.

Mi padre besa mí frente a modo de despedida cuando le ruego que me deje y que se quede con Alex hasta la hora que me den de alta. Solo falta una hora para eso y quiero que mi pequeño se sienta mejor con mi padre cerca hasta que llegue a casa.

Tomo mi teléfono y le envío un mensaje a Adrien sintiéndome realmente molesta porque aún no ha llamado.

*Sé que estás ocupado, sé que no soy importante

en este momento y sé que tal vez me ignores de nuevo,

pero incluso Damien me ha llamado y creo que

está ganando ventaja con respecto a ti.*

(A partir de aquí escucha la canción "The reason" de Hoobastank)

La puerta se abre y lo primero que veo es un ramo de flores coloridas envueltas en papel azul claro. Sonrío y acomodo mi cabello, pero no estoy muy segura de por qué lo hago.

—Con que una recaída, ¿Eh? —pregunta antes de acercarse a mí. Sonrío al ver su aspecto tan desaliñado y tan Damien de siempre. Lleva los pantalones de jean claro que están rasgados en sus rodillas, la camiseta con letras, y encima la camisa a cuadros. Nunca cambiará—. Espero que estés bien —me dice, entregándome el ramo de flores que cruje entre mis dedos. Sonrío y admiro cada uno de los tipos de flores diferente. No son como los rosas de Adrien, son mucho más divertidas, pero para nada originales.

PERFECTA 3. Dime que eres mía © Deborah HirtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora