12. Te extraño

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Extrañarlo es poco. No sé cómo describir lo que siento exactamente. Por un lado sé qué todo está bien, que tiene que hacerlo, pero por el otro no dejo de maldecir a todos porque él no está aquí conmigo, con sus hijos, porque no está en casa. Llevo más de treinta y siete horas contadas sin hablar con él, sin poder oír su voz, sin saber qué hace o que no. Sé que tengo que guardar la calma y no romper en llanto delante de Alex. Eso lo haría todo mucho más difícil. Adrien me llamará en cualquier momento y hablaremos, Alex también hablará con su padre y juntos contaremos los días que faltan para verlo entrar por esa puerta.

—¿Qué dice ahí, mamá Gea? —pregunta Alex cuando el nombre de la película aparece en la pantalla.

—"Madagascar" —le digo sonriente—. Y debajo dice "Escape África" —Solo Alex logra hacer que sonría, pero no lo hago como quisiera. Es nuestra primera noche en la casa sin que Adrien esté en el sillón para ver una película con ambos. Es este el momento en el que empiezo a pensar en cómo sería mi vida si él no estuviera aquí, y siento algo helado en el pecho.

—¿Qué es África? —pregunta frunciendo el ceño. Me rio levemente y busco la manera de explicárselo, mientras que él come esa cosa apestosa para microondas que me da nauseas.

—Bueno... África es un lugar —le digo—. Un continente lejos de aquí.

—¿Papá Arien está en África? —pregunta con el ceño mucho más fruncido que antes.

—¿Por qué preguntas eso? —cuestiono mordiéndome el labio para no reír y llorar al mismo tiempo.

—Porque dijiste que papá Arien estaba lejos y dijiste que África es lejos, ¿él está en África?

Suelto un suspiro, pongo pausa a la película y luego me acerco para poder mirarlo a los ojos y acariciar su sedoso cabello. No sé cómo decirlo y no sé si podré hacerlo sin llorar. ¿Quién diría que ser madre sería así de duro cuando Adrien no está cerca?

—¿Crees que papá Arien vea a Alex el león y Marti en África? —cuestiona con emoción, nombrando a algunos de los personajes de la película animada. Eso me hace sonreír. Jamás vi tanta ternura en un solo niño, y es mi niño—. ¿Puedo pedirle algo, mamá Gea? ¿Puedo? ¿Podemos visitar a papá en África?

—Escucha, Alex —le pido, buscando el tono de voz adecuado para decirlo—. No importa a donde papá Adrien esté, ¿de acuerdo? —Él asiente—. No importa si está muy lejos o muy cerca. Tienes que saber que papá regresará y estará con nosotros. Solo tenemos que contar los días como te enseñé, ¿recuerdas?

—¡Sí! —exclama abrazándome con una enorme sonrisa—. ¡Hasta diez! ¡Uno, dos, tres!

Me rio levemente y lo abrazo aún más fuerte.

—Exacto, hijo. Hasta diez —murmuro con la voz entrecortada. Mi pequeño nota que mis ojos se empañan y mueve sus manitos hasta mi cara. Primero acaricia mis cejas, luego mi frente y por ultimo mis mejillas con delicadeza. Su pequeña manito y sus grandes caricias se complementan para llenar todo ese hueco negro en mi pecho.

—Te quiero, mamá Gea —dice sonriéndome.

—Y yo te quiero a ti, Alex —chillo abrazándolo. Me he roto en pedacitos, pero Alex con su abrazo provoca que no me desmorone por todas partes.

(Insertar la canción "All of the stars" de Ed Sheeran, y repetir hasta que lo creas necesario)

Más tarde, observo a mi pequeño que está dormido con palomitas de maíz entre sus manos, justo como la última vez. Me pongo de pie y lo descubro con la manta. Aparto toda la comida a un lado y me dirijo rápidamente a la cocina en donde Agatha está tejiendo algo mientras que mira un programa de bricolaje.

PERFECTA 3. Dime que eres mía © Deborah HirtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora