9. Más que perfecto

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Acabamos la cena, Alex quiere ver una película y Adrien y él están preparando palomitas de microondas, mientras que yo busco en Netflix la película que Alex quiere ver. Aún no sé de qué se trata pero el nombre Madagascar me suena a algo muy extraño. Inicio la búsqueda y veo rápidamente a animales animados como portada de la película. Frunzo el ceño, luego me acomodo en el sillón y me cubro con la manta. Alex adora este tipo de películas y debo de admitir que me he reído muchas veces con casi todas aunque mi favorita es Ralph el demoledor.

Oigo las risas de ambos provenientes de la cocina y luego mucho alboroto de cosas que se caen y envolturas que crujen. Pongo los ojos en blanco con una sonrisa, llevo ambas manos a mi redondo vientre y acaricio a mi pequeña. Desde que Alex está aquí no he tenido muchos momentos conmigo misma y cada vez que pienso que un baño me relajara, Adrien aparece con su sexy cuerpo desnudo y me desconcentra por completo.

—¿Cómo estás mi cielo? —le pregunto moviendo mis manos de abajo hacia arriba—. Mañana será tu fiesta, mi ángel. —le digo emocionada—. Todos estarán ahí... Van a saber tu primer y segundo nombre. ¿Verdad que tienes nombres hermosos?

—¡Mamá, Gea!—exclama Alex corriendo hacia mi dirección. Se sienta mi lado y se cubre con la manta rápidamente. Veo a Adrien con la fuente de palomitas entre sus manos y sinceramente el aroma hace que sienta nauseas, pero tendré que soportarlo porque a mi hijo le encantan esas cosas. Ver a Adrien así es hermoso. Todos estamos en pijama y no hay nada más perfecto que mi esposo en piyama. Lo prefiero desnudo, pero verlo así de relajado y alegre me encanta.

Las luces se apagan y toda la sala de estar queda en la penumbra hasta que la presentación de la película inicia.

—¡Mamá, el león se llama Alex, como yo! —exclama emocionado.

—¡Se llama así porque es el nombre más genial del mundo, hijo! —interfiere Adrien con un dejo presuntuoso en su tono de voz mientras que come palomitas y yo me limito a verlo detenidamente. Sólo distingo en contorno de su cara, pero es más que suficiente para saber que es perfecto.

Él mueve su brazo y lo descansa sobre el respaldo del sillón, de modo que me abraza casi por completo. Alex está en medio de ambos y comienza a reír al ver a la cebra que tiene una voz muy graciosa.

Su mano toca mi mejilla y la acaricia levemente. No es necesario decir nada porque ambos sabemos que es el momento perfecto. Alex vuelve a reír y me distrae. Esa risa es lo más hermoso que he oído hasta el momento, me encanta verlo así de feliz, me encanta que se sienta bien con nosotros y sobre todas las cosas me encanta que sea mi hijo.

Para cuando los animales entran en pánico por descubrir que están en la jungla, Alex se queda profundamente dormido con unas cuantas palomitas entre sus dedos. Adrien y yo reímos, luego él enciende la luz, yo aparto la manta a un lado y quito todos los restos de comida de su alrededor. Mi esposo lo carga en brazos y él no despierta. Apago la televisión y lentamente subimos las escaleras.

Cuando le doy a mi pequeño un beso en la frente, él se mueve y abre sus ojitos desconcertados.

—Mamá... —balbucea moviéndose.

—Duérmete, mi pequeño —le susurro dulcemente.

Acaricio su cara, pero sigue moviéndose de un lado al otro. Adrien está parado al otro lado de la cama y me mira fijamente. Me siento al lado de Alex, lo envuelvo con mis brazos y por alguna extraña razón que no puedo entender, mis labios se mueven y comienzo a tararear una canción al mismo tiempo que muevo mi mano por su cabello castaño. No sé cuánto tiempo me quedo así, pero hacerlo me relaja, ver como deja de moverse y se duerme profundamente hace que sienta una enorme satisfacción. Beso su frente por última vez, me pongo de pie y al elevar la mirada observo a Adrien que parece congelado en el tiempo. Tiene esa hermosa sonrisa en su rostro.

PERFECTA 3. Dime que eres mía © Deborah HirtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora