10.Color café

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La fiesta se ve fabulosa. Todos están sentados en sus ubicaciones y hablan entre sí mientras que disfrutan de la comida y la bebida. Me encargué del pastel de mi pequeña y todo lo demás lo compramos porque no tenía tiempo y tampoco muchos deseos de cocinarlo todo, pero sé qué lo que más les encantará será mi pastel. A lo lejos veo a Alex jugando con varios niños que son hijos de algunos amigos de Adrien. Aún la familia de mi esposo no lo ha notado y no tengo idea de cómo reaccionarán todos al saber que es nuestro hijo, pero confío en que todo irá más que bien.

—¡Tía Gea! —exclama la pequeña niña corriendo hacia mis brazos.

Ya me ha abrazado y besado unas doscientas veces desde que llegó y comienza a ser fastidiosa porque lo hace por celos, pero de todas formas me armo de paciencia y la abrazo como puedo también. No despego mis ojos de mi pequeño niño ni un solo segundo. Me gusta verlo interactuar con los demás y me siento tranquila. Sé qué papá y Agatha también lo están vigilándolo mientras que me encargo de que todo salga bien.

—¿Lista para el bendito juego? —pregunta Adrien, tomándome del brazo ligeramente. Parpadeo y regreso al mundo real. Una inmensa sonrisa se arma en mi rostro y toda la maldad me invade. Esto será muy divertido.

—Claro que estoy lista.

Minutos después todos se han reunido alrededor del amplio espacio en medio del salón. Hay una mesa con tres osos de felpa y muchos, pero muchos pañales. Todos saben lo que sucederá y estoy completamente segura de que voy a partirme de la risa.

—¿Están listos para la diversión? —pregunta el animador de la fiesta. Todos exclaman que sí, que están listos, y luego soy llamada hasta el centro de la pista junto con el tipo de traje y micrófono que se encargara de que todo esto tenga sentido—. ¿Estás lista, mamá? —pregunta en mi dirección.

—¡Estoy lista! —exclamo a modo de victoria y todos gritan y aplauden. Tengo una multitud entusiasmada y eso me gusta.

—Bien, mamá. Necesito que escojas a tres hombres para este juego —me pide con una divertida sonrisa. Escaneo la habitación pero es obvio que ya sé a quienes escoger.

—Eh... —digo buscándolos con la mirada—. Adrien, obvio —murmuro, y todos gritan—. Mi padre y... No lo sé... ¿Damien?

Él suelta un alarido y todos comienzan a reír. Luego los tres se colocan al otro lado de la mesa y observan los osos de felpa con el ceño fruncido.

—¿Y tú que eres de esa preciosa chica? —pregunta el animador con una sonrisa.

—Soy su padre —murmura papá con una sonrisa cargada orgullo. Todos aplauden y el animador le da una palmada en el hombro.

—¡Un aplauso para el abuelo simpático de aquí! —exclama. Después se coloca al lado de Adrien y parece sentirse algo intimidado—. ¿Y quién es este tipo rudo y alto de aquí? —me rio levemente porque ese sujeto no sabe lo que está haciendo—. ¿Qué eres de esa hermosa chica de allá? —vuelve a preguntar señalándome.

—¿Qué no es obvio? —dice con algo de brusquedad y hace que todos se rían—. Soy su esposo, el amor de su vida, el padre del bebé —murmura. Vuelvo a reírme y luego le lanzo un beso.

—¡Te amo, cariño!

—¡Muy bien, felicidades y un aplauso a este futuro padre sobre protector de aquí!

Luego se acerca a Damien que se ve algo incómodo, pero divertido. No sabe qué hacer exactamente.

—¿Y tú qué eres de la bebé? —murmura cambiando su pregunta. Damien se rasca la cabeza como si pensase una respuesta.

PERFECTA 3. Dime que eres mía © Deborah HirtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora