Tomo mi bolso, camino por la habitación, le doy un fuerte y prolongado beso a mi niña y luego acarició su frente.
—¿A dónde vas? —pregunta él acercándose.
—No te importa —respondo secamente y salgo de la habitación.
Busco a mi pequeño, me despido de él con un beso y un brazo y le digo que regresaré pronto. Son las tres de la tarde, tengo la cabeza llena de nubes negras y necesito despejarme un poco. No quiero dejar a Kya en casa, pero al parecer todo lo que hago está mal. Nunca podré conformar a nadie y no pienso seguir haciéndolo. Soy buena madre, sé que lo seré mucho más y debe de importarme una mierda lo que todos piensen.
Detengo el coche en el inmenso estacionamiento.
Desde que Adrien realizó todos los papeles para hacer esto no he venido. Quería tomarme mi tiempo, quería estar lista. Ni siquiera pude verlo en ese momento. Este fue uno de los mejores regalos de cumpleaños de todos, sin mencionar el coche nuevo o el collar de diamantes representando a nuestros dos pequeños. Todo siempre ha sido lujos y excentricidades que no son necesarias. No importa cuánto trate de mejorar, para los demás nunca nada será suficiente.
Cruzo todo el amplio lugar y luego agacho la mirada cuando veo al guardia en la puerta. Todo está rodeado por inmensos muros blancos y arboles excesivamente verdes. Llego a la sección principal, digo mi nombre y luego el pequeño lote que visitaré. Salgo de esa ventanilla y me acerco a la florería que tiene todo tipo de arreglos. Recorro la tienda por unos minutos y me decido por las rosas de color naranja. Son extrañas y por alguna razón me hacer recordarla. Pago todo y camino por el sendero de cemento hasta encontrar mi lugar. Solo veo verde por todas partes y a medida que camino por el césped voy esquivando las placas de metal con diversos nombres y fotografías.
Encuentro la de mi madre y me siento en el césped verde y húmedo sin preocuparme por si ensucio mis jeans. Abrazo mis piernas y descanso mi cabeza en mis rodillas. Los ojos se me llenan de lágrimas y los cierro de inmediato para que esas lágrimas se deslicen. Necesito una madre, necesito a alguien que esté conmigo en los buenos momentos y en los malos, necesito ese apoyo incondicional, necesito de sus regaño, de sus concejos, necesito abrazos, necesito sentirme segura ahora que estoy hecha un desastre.
No soy perfecta, nunca lo fui, pero mi cerebro me convencerá de lo contrario y la misma cadena se repetirá una y otra vez.
Necesito una madre para que pueda guiarme, para que simplemente sea mi madre..., pero mi madre, esa madre amorosa, dulce y comprensiva que recuerdo de mi niñez nunca volverá a estar conmigo. Nunca tendré sus abrazos, sus besos o sus deliciosos platillos caseros. Ya no podrá peinar mi cabello para ir a la escuela y tampoco me ayudará a esconderme para que Maillenne no me encuentre... Ya no soy Annie, y al dejar de serlo también he dejado a mi madre...
—Mamá, lo siento... —sollozo y cubro mi boca para contener el llanto, pero es en vano—. Lo lamento mucho... He dejado de ser tu Annie... —Mis ojos están inundados de lágrimas al igual que mis mejillas, sollozo y luego acarició la placa de metal con una fotografía suya. Una de las pocas fotografías que tengo de ella. Solo puedo recordar esa navidad en la que tomaron la foto. Los dueños de la casa daban una inmensa fiesta y mamá se tomó un minuto a escondidas y le suplico al fotógrafo que nos tomara la foto...
—Soy una pésima hija... Siempre lo he sido. Nunca podré hacer nada bien, nunca seré lo que quiero ser. Yo solo... —balbuceo y cierro los ojos con todas mis fuerzas.
Quiero golpearme por llorar de esta manera, pero no puedo hacerlo. El llanto va a liberarme momentáneamente de este vacío en el pecho, pero será solo eso, será por un momento. Nunca podré apagar todo este dolor. Ahora soy madre, tengo dos pequeños y mi único miedo es no ser buena, tengo miedo de no darles el amor que necesitan, tengo miedo de que ellos no me quieran... Tengo miedo a muchas cosas, pero, sobre todas las cosas, tengo miedo a fallar. Mis hijos son mi todo, lo he entendido hace poco tiempo y aún me cuesta creerlo, quiero lo mejor para ellos, pero para eso tengo que sacar lo mejor de mí misma...
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PERFECTA 3. Dime que eres mía © Deborah Hirt
RomanceSinopsis Una familia, un nuevo hogar, amor... Adrien me ha convertido en alguien que jamás imaginé ser. Ha encontrado a la Gea perdida en mí. Tenemos todo y al mismo tiempo no tenemos nada. Hay secretos, hay verdades y aún hay una parte de mí que...