Capítulo 32

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Al la mañana siguiente, después de desayunar nos encontrábamos jugando lotería en la sala. La madre de Zabdiel, Sebastián, Jos y yo.  Al parecer la mala suerte estaba de mi lado, porque Sebastián ya había ganado dos veces, Jos una, la madre de Zabdiel una y yo...ninguna. Hoy con el medicamento que me recetó el doctor me sentía mejor, la herida no me dolía tanto pero me daba sueño y no podía estar sentada mucho tiempo. Justamente así fueron el resto de los otros dos días. Mi rutina fue como la de un bebé, levantarme y comer, o bañarme, o entretenerme un rato y dormir casi todo el día. Normalmente, platicaba con la señora o con Jos. En una ocasión con Sebastián, o en otros ratos leía. Por suerte Jos pensó en traer un par de libros y mientras el leía uno, yo leía el otro. Cuando me sentía con energía suficiente, iba a la cocina y veía cocinar a la madre de Zabdiel, creo que en estos dos días aprendí algunos platillos nuevos para cocinar. Quería salir a patinar con Jos, pero yo no estaba en condición, ni la situación lo permitía. Quería tocar la guitarra con Sebastián pero tampoco podía porque me lastimaría el abdomen, así que solo me quedaba ver a la madre de Zabdiel cocinar y escucharla contarme anécdotas. Ella era una de las mejores personas que he conocido, tan amigable y buena onda. Como le dije a Christopher, era un amor de persona. Y hablando de Christopher, llega hoy por la noche. Después de estos pocos días, por fin lo podría ver y por fin me diría que es lo que pasaba. Como me dijo el, la otra mitad de la historia. Me preocupaba saber que podía ser, me angustiaba y me ponía nerviosa, pero no me quedaba más que esperar y ver que era eso tan importante que quería decirme...eso que podía causar que nos separáramos de nuevo.
De pronto, Jos entro al cuarto.

"¿Cómo te sientes?" Me dijo.

"Adormilada, sin ánimos" le dije. A él no le podía mentir, me conocía muy bien y decirle que estaba bien no funcionaría.

"Es el efecto de las pastillas" me dijo sentándose a lado de mi cama. "Pero no te desanimes que tu príncipe del pop ya viene en camino".

"Que gracioso" le dije. "¿Tú tienes alguna idea de que es lo que me quiere decir?"

Jos se quedó pensativo por unos instantes y después volvió hablar. "No, ni idea".

"Que pésimo eres mintiendo" le dije. Yo también lo conocía muy bien. "¡Tú sí te sabes la otra mitad de la historia!".

"No me toca a mí contarte las cosas Regina, le toca a él" me dijo Jos serio. "Lo que si te puedo decir con certeza es que Christopher te ama. Él te ama con cada célula y neurona de su cuerpo, te adora. Tú eres todo para el, y yo me di cuenta el día que estabas en el hospital. La manera en que me contó todo, y la manera en que te cuido son verdaderas muestras de su amor por ti".

"¿Es grave lo que me voy a enterar?" Le dije con miedo.

"Depende de qué punto de vista lo veas" me dijo mirando el suelo. "Ojalá puedas comprenderlo, ojalá no te dejes cegar. Él te quiere Regina, eso te lo puedo asegurar".

Se formó un silencio. Él no dijo más, y yo no sabía qué decir. Este silencio era incómodo y vacío. Finalmente hable.

"Jos" comencé. "Deberías fijarte en alguien más y tratar de olvidarme".

"¿Crees que no lo he intentado? Varias veces" me dijo.

"Intenta de nuevo, tú sabes..." Me interrumpió.

"¿Otra vez Regina?" Me dijo. "Yo ya sé que no tengo esperanza alguna contigo, que lo nuestro jamás podrá ser, lo sé. Yo sé que Christopher y tú son el uno para el otro, lo sé, lo tengo clarísimo. Más que el agua de la playa pero entiende que no es fácil. Tú lo sabes".

"Yo sé que no es fácil, y menos si insistes en estar cerca de mi" le conteste. "Pero tienes que hacerlo, tienes que ser feliz con alguien más".

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